Aunque Manuel es bailarín, en el tiempo que anduvimos nunca lo vi bailar, sólo supe que es buen bailarín, que tiene unas piernas para el baile elogiadas por muchos, que perteneció a una compañía de danza, que hace crítica de danza y escribe artículos para periódicos y revistas, que es un buen coreógrafo y que ha ganado varios premios. Pero nunca lo vi bailar.
Mejor a los streepers que no bailan sí los vi, pero bueno.
Como unos 4 meses después de todo esto, estaba yo en mi casa viendo la tele como a las 0:15 hrs cuando el teléfono me avisó que llegó un mensaje. ¿A esta hora? Seguro es el cabrón de Lalo. Abrí el tel y leí el mensajito. Manuel.
El motivo del mensaje era invitarme a ver la temporada de una obra en la que estaba y que se iba a presentar en el Teatro de la danza. El tema, Carlota la ex emperatriz de México. Contesté.
- Vale, ¿qué día y a qué hora?
- Sólo este fin de semana a tales horas, ¿alguna otra pregunta?
- Sí, ¿qué haces despierto a esta hora?
Cuando anduvimos, Manuel se dormía muy temprano. De hecho, algo que me agradeció, fue llevarlo a Zona Rosa pues tenía años que no había ido y no sabía cómo estaba la cosa por allá, así que viendo la hora, me sorprendió el mensaje.
- ¿Qué haces despierto a esta hora?
- Salí de ensayo y me quedé prendido.
- Pues apágate, o ponte a barrer, trapea, lava los trastes.
- Estoy en Xola en casa de mi amigo, ¿solo en casa?
- Sí, solo con mi soledad y con mi primo roncando en su cuarto.
A ver… qué onda con eso de estoy prendido, estoy cerca de tu casa, ¿estás solo? Naaaaaaaaa, no creo que el tipo me esté proponiendo lo que creo que me está proponiendo, como sea, mejor dar el batazo.
- Ok, yo creo que voy a ver la función de mañana a las 7.
- Ok, besos.
Mira qué curioso, sigue mandando besos. Como sea, ya dije que mañana voy a verlo… y sí, la verdad es que me quedé con ganas de verlo bailar, pero sólo iría a eso, a verlo bailar y ya. Aunque tengo ganas de saludarlo. Bueno, mañana veo.
El sábado desperté y reaccioné. Huevos, le dije que iba a verlo hoy. Ok, está bien, voy pero no quiero ir solo. ¿Quién me acompañará a ver danza? Judith se fue a Morelos. Denisse anda de gira. Zaría no contesta el teléfono. Le marco a Vanessa.
- Lo siento, tengo un baby shower de la familia y no puedo faltar, pero pásatelo bien.
¡Mierda! Vanessa fue la única de mis amigos en conocerlo, era una buena opción. Ok, vamos con Marimar.
- Estoy en una comida en casa de mi hermano, ¿qué pasó?
Bueno, otra opción perdida. Le llamo a Gaby.
- Che, estoy acostada rascándome la concha, de loca me levanto para ver danza.
Contundente la respuesta. Huicho no contesta, Lalo tampoco. Mierda!!!!!! Tendré que ir solo.
La función es a las 7:30pm. Son las 6:15, ya estoy listo y hay un aguacero marca diablo cayendo en la Ciudad. Puede ser un buen pretexto para no ir. No, pero ya dije que voy y voy. Marco a mi sitio de taxis.
- ¿Me puede mandar una unidad, por favor?
- ¿A qué calle?
- Alfonso XIII.
- ¿Calle Alfonso?
- Alfonso XIII.
- Esa calle nunca me la han dicho, sólo Alfonso.
- Bueno, yo vivo en Alfonso XIII.
- No, la calle es Alfonso.
- Señorita, yo sé donde vivo.
- Una unidad para la calle Alfonso… una unidad para la calle Alfonso…
Pasó un rato.
- No hay unidades para la calle Alfonso.
- La calle es Alfonso XIII.
- A mí me la han dicho sólo como Alfonso.
Le colgué.
Ahora a esperar que pase un poco la lluvia. 6:35 más o menos estaba tranquila así que salí corriendo. Tomé un taxi en Tlalpan.
- Por favor, lo más rápido que pueda al Auditorio Nacional.
- Híjole, joven, pero está lloviendo, es hora pico y Reforma está cerrada por lo de López Obrador.
Mierda!!!
- Bueno, usted vaya como pueda pero lo más rápido posible.
El taxista hizo lujo de estilo y logró llevarme hasta el Hard Rock. Bajé, pagué y salí corriendo. Carrera de obstáculos en Reforma: brinca los charcos, esquiva las cuerdas, pasa entre las casas de campaña, no choques con los huelguistas de la Expo pobreza y llega por fin a tu destino el teatro de la danza. Todo esto sin perder el estilo y a tiempo si es que puedes. En sus marcas, listos, fuera!!!!
Ahí voy, haciendo lo posible. Por fin logro salir de Reforma y llego corriendo al teatro de la danza. Hora de llegada: 7:05. Las señoritas de la entrada ven mi cara de triunfo.
- Perdón, ¿aún puedo entrar?
- Sí, joven.
Salgo corriendo a comprar mi boleto y regreso.
- Disculpe, es que entre la lluvia y los de Reforma…
- Sí, no se preocupe, por eso estamos dando cierta tolerancia, subiendo las escaleras de la derecha está la entrada.
- Gracias.
Subo las escaleras rápidamente y justo cuando entro a la sala… ¡apagan la luz! A tientas comienzo a bajar las escaleras y a buscar un lugar. Por fin encuentro uno y me siento. En el escenario unos tipos con boxer negro. Una chica y ya, no más. ¿Manuel? ¿Cuál de esos es Manuel?
Cuando nos conocimos, Manuel traía el cabello largo y se lo quería cortar, yo lo traía corto y me lo quería pintar. Yo le pedí que no se lo cortara pues me encantaban su chinitos y él me pidió que no me lo pintara. Por supuesto, cuando terminamos fui a pintármelo y ahora que entro a la sala y veo a los bailarines, no hay ninguno con cabello largo. ¿Cuál de ellos es Manuel? Todos delgados, de piel clara…
Ése me parece conocido, a pesar de no tener el pelo largo, aunque esos tatuajes… y los aretes… Manuel no tenía esos tatuajes… No… ni los aretes… ¿tan mal lo dejé? Me doy demasiado crédito.
Los dos primeros cuadros fueron para convencerme de que sí, ese hombre de los tatuajes era Manuel. El resto del tiempo se convirtió en un padecer la obra que cada vez más me iba gustando menos. ¿Carlotta? ¿A quién le interesa esa vieja? Estaba loca y ya, ¿qué más?
Las nalgas se me cansaron de estar sentado y no veía la hora que eso terminara. Por fin, terminó y salí rápidamente de la sala. Entré al baño y escuché los comentarios de otros bailarines y coreógrafos. ¡Ey! No soy gente de danza pero mis impresiones fueron las mismas y otras… digamos que en ocasiones no soy tan benévolo.
¿Y ahora qué hago? ¿Lo espero para saludarlo? Bueno, ya estoy aquí, mínimo lo saludo. Salí del teatro y la bailarina de la obra ya estaba afuera cambiada y desmaquillada esperando a sus familiares. Quince minutos después ninguno de los bailarines había salido aún. Jotas tenían que ser. Le marqué para decirle que estaba afuera. No contestó. Ok, se ha de estar cambiando. Le marqué a Lalo.
- Hola, ¿dónde estás?
- En el teatro de la danza.
- ¿Qué haces ahí?
- Vine a ver a Manuel.
- ¿Quién es Manuel?
- Mi ex.
- ¿Y qué haces ahí?
- Me invitó a verlo y vine, tenía ganas de saludarlo.
- ¿Sólo eso?
- Sólo eso.
- ¿Y si te invita a cenar?
- No sé, creo que no voy.
- Freyo, estás loco.
- Ya lo sé.
- Bueno, me llamas para ver qué hacemos.
- Sale, un beso.
- Bye.
Media hora más y no salían. Le volví a marcar y no contestó. De pronto comenzaron a salir algunos así que me acerqué un poco. Iban desfilando y él no salía. Me empecé a desesperar. Le marqué y justo en ese momento salió. Sintió el celular y comenzó a buscarlo en la chamarra, el pantalón, después se quitó la mochila y sacó el celular, vio el identificador de llamadas y comenzó a buscar entre la gente sin responder, se quedó mirando fijamente hacia donde yo estaba y colgó.
Bueno, ya me vio, sólo me basta saludarlo e irme. La gente se les fue acercando para abrazarlos y felicitarlos por lo “bonita” que estuvo la obra. Yo mantuve mi distancia. Manuel cada vez se iba acercando más mientras abrazaba a los que se le acercaban para saludarlo o felicitarlo. Frente a mí un grupo de chicos comentaba la obra, se notaba que eran bailarines de contemporáneo. Sólo escuchaba sus comentarios.
Manuel seguía repartiendo saludos y abrazos y a mí en mi espera ya hasta me había salido una barba más larga que la de Matusalem. Una chica se le acercó y empezaron a platicar. Después un tipo se acercó y presentó al tipo con la chica, ellos empezaron a platicar y Manuel quedó fuera de la charla, sólo los escuchaba con su cara de cansancio.
O sea… si ya estás cansado acércate para que te salude y pueda irme!!!! Se despidió de los chicos y los dejó platicando y empezó a caminar hacia donde estaba yo. Antes pasó por el grupo de bailarines que lo abrazaron y felicitaron. Empezó a platicar un poco con ellos y por fin se despidió. Siguiente en la lista de abrazos: yo.
Caminó hacia donde yo estaba. Empecé a ponerme un poco nervioso. ¿Qué le digo? ¿Hola? ¿Cuánto sin verte? ¿Te cortaste el cabello? ¿Y esos tatuajes? ¿Qué se le dice a un ex? Y cada vez está más cerca. Una leve sonrisa comienza a dibujárseme en los labios a pesar de los nervios. Cierro las manos y empiezo a jugar con las uñas. Está más cerca. Corrijo la postura intentando sentirme más seguro. Él camina hacia mí. Respiro. Está más cerca. Respiro. Y ya, dos pasos nos separan. Voltea a verme y sigue caminando, pasa ante mí, me mira a los ojos y sigue caminando. No se detiene, sigue caminando. Llega con una pareja de señores, ellos lo abrazan e inician el camino hacia el estacionamiento.
¿Qué?
¿Qué?
A ver, momento.
Regresemos.
Pasó ante mí, me vio a los ojos y no se detuvo, siguió de largo…
¿Ah?
¿Qué le pasa?
¿Venganza?
¿Qué pedo con su vida?
- Quizá no te reconoció.
- ¿Cuánto cambia una persona en 4 meses y sin cirugía?
Siguió caminando sin detenerse, sabía que estaba ahí, me vio y ni siquiera se detuvo, me vio directo a los ojos, ni siquiera se hizo el “ay, no te vi”, me vio directo a los ojos y siguió caminando.
Le marqué inmediatamente, nadie me hace esto.
Nuevamente sintió el celular, lo sacó de su bolsa del pantalón, vio el identificador de llamadas y apretó un botón.
- El número telcel que usted marcó está ocupado.
Me desvió la llamada. Y acá estoy yo como estúpido, parado bajo una cornisa, con el puto celular en la mano, ignorado por el ex al que vine a ver bailar después de mi travesía para llegar, después de soportar esta mala obra de Carlotta que nomás no me gustó y me sale con esto.
Pero bueno… al menos algo puedo recuperar. Cuando terminé con Manuel, me quedé con remordimiento de conciencia por haberlo cortado siendo que él sí se enamoró de mí (no lo culpo), lo consideraba un tipo maravilloso del que no pude enamorarme y sí me dolió verlo el día que terminé con él. Pero con lo de hoy… al carajo los remordimientos de conciencia. Qué bueno que vine, así me liberó de estas cosas que me dan por querer ser bueno con la gente.
A la fregada. Pero ante todo, lo importante es no perder el estilo (gracias Carmina por esa maravillosa enseñanza), así que le mandé un mensajito.
- Me hubiera gustado saludarte pero estás cansado o en tu plan o qué sé yo. Bye.
Espero que entienda el Bye como uno definitivo. Empecé a caminar hacia el metro sintiéndome más tranquilo.
Curiosamente empecé a reírme. Catarsis creo que le dicen. Justo antes de entrar al metro me llega un mensaje de Manuel.
- Hola, voy saliendo de función, ¿viniste? Estamos en contacto, Abrazos.
¿Qué? Jaja, ay… qué cosas. “Estamos en contacto”. Contesto rápido:
- No lo creo. Bye.
Después de eso, ahora sí nunca más volví a saber algo de Manuel. En una ocasión me encontré un artículo suyo en una revista que estaba en la Fundación. Lo leí y fue X completamente. No porque el artículo no fuera interesante, pero fue como leer el de cualquier hijo de vecino.
No nos volvimos a mandar mensajes, no nos volvimos a ver, nada de nada.
En su momento fue lindo, fue sentir que esa oportunidad de tener a alguien con quien compartir lo que me pasa se iba concretando, pero no amarró. No terminó de cuajar, en lugar de convertirse en flan se quedó en natilla, o algo por el estilo.
Reconozco que es un gran tipo, a pesar de este cierre mágico. Cuando nos conocimos él sabía que yo me iba a Argentina y aún así estuvo dispuesto a embarcarse en la aventura, no siempre encuentras a alguien así. No sé si este final fue para sentir que él marcó la pauta, no lo sé y no me interesa, como dicen las abuelas, allá cada cual con su cabeza.
Como sea, la verdad es que la vida sigue y sólo queda ir aprendiendo.
¿No?
Mejor a los streepers que no bailan sí los vi, pero bueno.
Como unos 4 meses después de todo esto, estaba yo en mi casa viendo la tele como a las 0:15 hrs cuando el teléfono me avisó que llegó un mensaje. ¿A esta hora? Seguro es el cabrón de Lalo. Abrí el tel y leí el mensajito. Manuel.
El motivo del mensaje era invitarme a ver la temporada de una obra en la que estaba y que se iba a presentar en el Teatro de la danza. El tema, Carlota la ex emperatriz de México. Contesté.
- Vale, ¿qué día y a qué hora?
- Sólo este fin de semana a tales horas, ¿alguna otra pregunta?
- Sí, ¿qué haces despierto a esta hora?
Cuando anduvimos, Manuel se dormía muy temprano. De hecho, algo que me agradeció, fue llevarlo a Zona Rosa pues tenía años que no había ido y no sabía cómo estaba la cosa por allá, así que viendo la hora, me sorprendió el mensaje.
- ¿Qué haces despierto a esta hora?
- Salí de ensayo y me quedé prendido.
- Pues apágate, o ponte a barrer, trapea, lava los trastes.
- Estoy en Xola en casa de mi amigo, ¿solo en casa?
- Sí, solo con mi soledad y con mi primo roncando en su cuarto.
A ver… qué onda con eso de estoy prendido, estoy cerca de tu casa, ¿estás solo? Naaaaaaaaa, no creo que el tipo me esté proponiendo lo que creo que me está proponiendo, como sea, mejor dar el batazo.
- Ok, yo creo que voy a ver la función de mañana a las 7.
- Ok, besos.
Mira qué curioso, sigue mandando besos. Como sea, ya dije que mañana voy a verlo… y sí, la verdad es que me quedé con ganas de verlo bailar, pero sólo iría a eso, a verlo bailar y ya. Aunque tengo ganas de saludarlo. Bueno, mañana veo.
El sábado desperté y reaccioné. Huevos, le dije que iba a verlo hoy. Ok, está bien, voy pero no quiero ir solo. ¿Quién me acompañará a ver danza? Judith se fue a Morelos. Denisse anda de gira. Zaría no contesta el teléfono. Le marco a Vanessa.
- Lo siento, tengo un baby shower de la familia y no puedo faltar, pero pásatelo bien.
¡Mierda! Vanessa fue la única de mis amigos en conocerlo, era una buena opción. Ok, vamos con Marimar.
- Estoy en una comida en casa de mi hermano, ¿qué pasó?
Bueno, otra opción perdida. Le llamo a Gaby.
- Che, estoy acostada rascándome la concha, de loca me levanto para ver danza.
Contundente la respuesta. Huicho no contesta, Lalo tampoco. Mierda!!!!!! Tendré que ir solo.
La función es a las 7:30pm. Son las 6:15, ya estoy listo y hay un aguacero marca diablo cayendo en la Ciudad. Puede ser un buen pretexto para no ir. No, pero ya dije que voy y voy. Marco a mi sitio de taxis.
- ¿Me puede mandar una unidad, por favor?
- ¿A qué calle?
- Alfonso XIII.
- ¿Calle Alfonso?
- Alfonso XIII.
- Esa calle nunca me la han dicho, sólo Alfonso.
- Bueno, yo vivo en Alfonso XIII.
- No, la calle es Alfonso.
- Señorita, yo sé donde vivo.
- Una unidad para la calle Alfonso… una unidad para la calle Alfonso…
Pasó un rato.
- No hay unidades para la calle Alfonso.
- La calle es Alfonso XIII.
- A mí me la han dicho sólo como Alfonso.
Le colgué.
Ahora a esperar que pase un poco la lluvia. 6:35 más o menos estaba tranquila así que salí corriendo. Tomé un taxi en Tlalpan.
- Por favor, lo más rápido que pueda al Auditorio Nacional.
- Híjole, joven, pero está lloviendo, es hora pico y Reforma está cerrada por lo de López Obrador.
Mierda!!!
- Bueno, usted vaya como pueda pero lo más rápido posible.
El taxista hizo lujo de estilo y logró llevarme hasta el Hard Rock. Bajé, pagué y salí corriendo. Carrera de obstáculos en Reforma: brinca los charcos, esquiva las cuerdas, pasa entre las casas de campaña, no choques con los huelguistas de la Expo pobreza y llega por fin a tu destino el teatro de la danza. Todo esto sin perder el estilo y a tiempo si es que puedes. En sus marcas, listos, fuera!!!!
Ahí voy, haciendo lo posible. Por fin logro salir de Reforma y llego corriendo al teatro de la danza. Hora de llegada: 7:05. Las señoritas de la entrada ven mi cara de triunfo.
- Perdón, ¿aún puedo entrar?
- Sí, joven.
Salgo corriendo a comprar mi boleto y regreso.
- Disculpe, es que entre la lluvia y los de Reforma…
- Sí, no se preocupe, por eso estamos dando cierta tolerancia, subiendo las escaleras de la derecha está la entrada.
- Gracias.
Subo las escaleras rápidamente y justo cuando entro a la sala… ¡apagan la luz! A tientas comienzo a bajar las escaleras y a buscar un lugar. Por fin encuentro uno y me siento. En el escenario unos tipos con boxer negro. Una chica y ya, no más. ¿Manuel? ¿Cuál de esos es Manuel?
Cuando nos conocimos, Manuel traía el cabello largo y se lo quería cortar, yo lo traía corto y me lo quería pintar. Yo le pedí que no se lo cortara pues me encantaban su chinitos y él me pidió que no me lo pintara. Por supuesto, cuando terminamos fui a pintármelo y ahora que entro a la sala y veo a los bailarines, no hay ninguno con cabello largo. ¿Cuál de ellos es Manuel? Todos delgados, de piel clara…
Ése me parece conocido, a pesar de no tener el pelo largo, aunque esos tatuajes… y los aretes… Manuel no tenía esos tatuajes… No… ni los aretes… ¿tan mal lo dejé? Me doy demasiado crédito.
Los dos primeros cuadros fueron para convencerme de que sí, ese hombre de los tatuajes era Manuel. El resto del tiempo se convirtió en un padecer la obra que cada vez más me iba gustando menos. ¿Carlotta? ¿A quién le interesa esa vieja? Estaba loca y ya, ¿qué más?
Las nalgas se me cansaron de estar sentado y no veía la hora que eso terminara. Por fin, terminó y salí rápidamente de la sala. Entré al baño y escuché los comentarios de otros bailarines y coreógrafos. ¡Ey! No soy gente de danza pero mis impresiones fueron las mismas y otras… digamos que en ocasiones no soy tan benévolo.
¿Y ahora qué hago? ¿Lo espero para saludarlo? Bueno, ya estoy aquí, mínimo lo saludo. Salí del teatro y la bailarina de la obra ya estaba afuera cambiada y desmaquillada esperando a sus familiares. Quince minutos después ninguno de los bailarines había salido aún. Jotas tenían que ser. Le marqué para decirle que estaba afuera. No contestó. Ok, se ha de estar cambiando. Le marqué a Lalo.
- Hola, ¿dónde estás?
- En el teatro de la danza.
- ¿Qué haces ahí?
- Vine a ver a Manuel.
- ¿Quién es Manuel?
- Mi ex.
- ¿Y qué haces ahí?
- Me invitó a verlo y vine, tenía ganas de saludarlo.
- ¿Sólo eso?
- Sólo eso.
- ¿Y si te invita a cenar?
- No sé, creo que no voy.
- Freyo, estás loco.
- Ya lo sé.
- Bueno, me llamas para ver qué hacemos.
- Sale, un beso.
- Bye.
Media hora más y no salían. Le volví a marcar y no contestó. De pronto comenzaron a salir algunos así que me acerqué un poco. Iban desfilando y él no salía. Me empecé a desesperar. Le marqué y justo en ese momento salió. Sintió el celular y comenzó a buscarlo en la chamarra, el pantalón, después se quitó la mochila y sacó el celular, vio el identificador de llamadas y comenzó a buscar entre la gente sin responder, se quedó mirando fijamente hacia donde yo estaba y colgó.
Bueno, ya me vio, sólo me basta saludarlo e irme. La gente se les fue acercando para abrazarlos y felicitarlos por lo “bonita” que estuvo la obra. Yo mantuve mi distancia. Manuel cada vez se iba acercando más mientras abrazaba a los que se le acercaban para saludarlo o felicitarlo. Frente a mí un grupo de chicos comentaba la obra, se notaba que eran bailarines de contemporáneo. Sólo escuchaba sus comentarios.
Manuel seguía repartiendo saludos y abrazos y a mí en mi espera ya hasta me había salido una barba más larga que la de Matusalem. Una chica se le acercó y empezaron a platicar. Después un tipo se acercó y presentó al tipo con la chica, ellos empezaron a platicar y Manuel quedó fuera de la charla, sólo los escuchaba con su cara de cansancio.
O sea… si ya estás cansado acércate para que te salude y pueda irme!!!! Se despidió de los chicos y los dejó platicando y empezó a caminar hacia donde estaba yo. Antes pasó por el grupo de bailarines que lo abrazaron y felicitaron. Empezó a platicar un poco con ellos y por fin se despidió. Siguiente en la lista de abrazos: yo.
Caminó hacia donde yo estaba. Empecé a ponerme un poco nervioso. ¿Qué le digo? ¿Hola? ¿Cuánto sin verte? ¿Te cortaste el cabello? ¿Y esos tatuajes? ¿Qué se le dice a un ex? Y cada vez está más cerca. Una leve sonrisa comienza a dibujárseme en los labios a pesar de los nervios. Cierro las manos y empiezo a jugar con las uñas. Está más cerca. Corrijo la postura intentando sentirme más seguro. Él camina hacia mí. Respiro. Está más cerca. Respiro. Y ya, dos pasos nos separan. Voltea a verme y sigue caminando, pasa ante mí, me mira a los ojos y sigue caminando. No se detiene, sigue caminando. Llega con una pareja de señores, ellos lo abrazan e inician el camino hacia el estacionamiento.
¿Qué?
¿Qué?
A ver, momento.
Regresemos.
Pasó ante mí, me vio a los ojos y no se detuvo, siguió de largo…
¿Ah?
¿Qué le pasa?
¿Venganza?
¿Qué pedo con su vida?
- Quizá no te reconoció.
- ¿Cuánto cambia una persona en 4 meses y sin cirugía?
Siguió caminando sin detenerse, sabía que estaba ahí, me vio y ni siquiera se detuvo, me vio directo a los ojos, ni siquiera se hizo el “ay, no te vi”, me vio directo a los ojos y siguió caminando.
Le marqué inmediatamente, nadie me hace esto.
Nuevamente sintió el celular, lo sacó de su bolsa del pantalón, vio el identificador de llamadas y apretó un botón.
- El número telcel que usted marcó está ocupado.
Me desvió la llamada. Y acá estoy yo como estúpido, parado bajo una cornisa, con el puto celular en la mano, ignorado por el ex al que vine a ver bailar después de mi travesía para llegar, después de soportar esta mala obra de Carlotta que nomás no me gustó y me sale con esto.
Pero bueno… al menos algo puedo recuperar. Cuando terminé con Manuel, me quedé con remordimiento de conciencia por haberlo cortado siendo que él sí se enamoró de mí (no lo culpo), lo consideraba un tipo maravilloso del que no pude enamorarme y sí me dolió verlo el día que terminé con él. Pero con lo de hoy… al carajo los remordimientos de conciencia. Qué bueno que vine, así me liberó de estas cosas que me dan por querer ser bueno con la gente.
A la fregada. Pero ante todo, lo importante es no perder el estilo (gracias Carmina por esa maravillosa enseñanza), así que le mandé un mensajito.
- Me hubiera gustado saludarte pero estás cansado o en tu plan o qué sé yo. Bye.
Espero que entienda el Bye como uno definitivo. Empecé a caminar hacia el metro sintiéndome más tranquilo.
Curiosamente empecé a reírme. Catarsis creo que le dicen. Justo antes de entrar al metro me llega un mensaje de Manuel.
- Hola, voy saliendo de función, ¿viniste? Estamos en contacto, Abrazos.
¿Qué? Jaja, ay… qué cosas. “Estamos en contacto”. Contesto rápido:
- No lo creo. Bye.
Después de eso, ahora sí nunca más volví a saber algo de Manuel. En una ocasión me encontré un artículo suyo en una revista que estaba en la Fundación. Lo leí y fue X completamente. No porque el artículo no fuera interesante, pero fue como leer el de cualquier hijo de vecino.
No nos volvimos a mandar mensajes, no nos volvimos a ver, nada de nada.
En su momento fue lindo, fue sentir que esa oportunidad de tener a alguien con quien compartir lo que me pasa se iba concretando, pero no amarró. No terminó de cuajar, en lugar de convertirse en flan se quedó en natilla, o algo por el estilo.
Reconozco que es un gran tipo, a pesar de este cierre mágico. Cuando nos conocimos él sabía que yo me iba a Argentina y aún así estuvo dispuesto a embarcarse en la aventura, no siempre encuentras a alguien así. No sé si este final fue para sentir que él marcó la pauta, no lo sé y no me interesa, como dicen las abuelas, allá cada cual con su cabeza.
Como sea, la verdad es que la vida sigue y sólo queda ir aprendiendo.
¿No?