NOCHE DE PAZ
¿Crees que la Navidad
apesta?
Paco Reyes
A todos los amigos que he perdido.
Monólogos para:
Julieta
Diego
Wendy Citlali
El Borrego
Luz
El Padre José
La señora Claus
JULIETAÒ
Reunión
de Antinavideños Anónimos. Julieta sentada frente a ellos. Nerviosa. Mira de un
lado a otro. Carraspea. Sonríe. Ellos la miran.
Baja
la mirada.
JULIETA:
Para mí la navidad es un dolor de cabeza.
Silencio.
Todos
están distintos, sonríen, hacen fiesta, te abrazan… te quieren o por lo menos
dicen hacerlo.
En 13
años he visto varias navidades y todas me parecen iguales. Cenas lo mismo,
haces las mismas cosas…
…
Me
gusta por los regalos...
Me
gusta que me den joyas, ropa...
Me han
regalado libros, pero prefiero cosas que sirvan. Mi papá siempre quiere que
esté leyendo. Desde que era más chica me puso a leer… aprendí rápido, pero en
la escuela me dormía.
Y así
me tuvo todas las tardes leyendo, por eso en Navidad siempre me da libros.
Yo
prefiero que me den ropa, pero bonita, no de falluca como la que regala mi tía
Socorro, ni tiene marca y la envuelve en papel de china.
Es el
peor de los regalos.
El que regala mejores cosas
es el Señor Martínez.
El nuevo amante de mi tía
Celia.
Como quiere entrar en la
familia, anda quedando bien con todos y nos da cosas buenas.
Todos lo detestan, pero ese
día lo abrazan y le agradecen sus atenciones. Mi tía Celia dice que por eso lo
quiere, por sus atenciones, su amabilidad… seguramente por eso y por el dinero
que tiene.
El tipo está demasiado feo:
flaco, chaparro, moreno, calvo… dice estupidez y media, siempre está fumando
puros, camina encorvado y usa ropa setentera… es un asco.
Al contrario de Miguel, el
hombre con el que anduvo antes del señor Martínez. Ése sí era hombre. Estaba
buenísimo, guapo, alto, de ojos verdes y cejas pobladas, musculoso y con un
trasero… A mi tía le gustaba mucho, pero no era más que un pobre
farmacodependiente. Lástima, era un tipazo.
…
En Navidad traía una botella
de sidra y se acababa él solito casi todas las de tequila. Pero entre los dos…
apoyo a mi tía. El señor Martínez es mejor. Miguel nunca nos regaló algo,
aunque era más divertido.
…
La que siempre hace la cena es la tía Susana.
Cocina muy rico y por eso le dejan el plato fuerte. Mis otras tías traen ensalada,
ponche o el postre… el pan… Comprados por supuesto. La única ocasión en que la
tía Raquel prefirió hacer ella el ponche debimos ir a la tienda por refrescos,
ni echándole brandy se compuso esa mierda. Lección aprendida, ya no se
arriesga. Y qué bueno. En cambio la tía Susana siempre hace cosas deliciosas,
es muy buena. Hasta mi prima Mónica que dice ser vegetariana se atasca con el
relleno del pavo. A mí no me gusta el relleno, parece que te estás comiendo la
caca del pavo, como si no hubiera digerido bien y se le quedó adentro todo
mientras lo horneaban.
Para atascados está el tío Jorge. Es el que
come más y nunca trae algo, según porque no puede llegar a tiempo gracias a su
negocio. Siempre le encargan el postre y una esperaría que llevara algo bueno,
pero ya estamos acostumbrados a que llegue con una gelatina de pastelería,
adornada con frutas para intentar causar mayor impresión. Al final, es la misma
porquería.
…
La parte
cómica la pone el tío Julián, es el clásico solterón que aún vive con su madre y
el primero en emborracharse… Además, se sabe mil chistes estúpidos. Canta y
siempre termina llorando. Se pone de pie, dice discursos incomprensibles y
brinda por el nacimiento del niño Jesús.
El más chido es el tío Rogelio. Siempre anda
pendejeando a todos. No le gustan los chistes del tío Julián y lo calla. Sólo
se llevan porque los dos cantan y dicen
ser compadres de José Alfredo Jiménez. A mí me gusta ver cuando ya están pedos
porque cantan como hombre dolido. Por eso la abuela se enojaba y los callaba,
decía que iban a despertar al niño Dios… si nunca cerraba los ojos. El muñeco
que mi abuela ponía en el nacimiento parece un bebé de tamaño normal, bien bonito,
con mucho cabello y rizadito, rizadito. Con su pañal azul. Es muy chistoso
porque María y José tendrán apenas la tercera parte del tamaño del niño. Mi
abuela decía que el niño debe ser así de grande ya que representa el poder de
Dios, que así de inmenso es. Si yo fuera María y tuviera un niño de ese tamaño
en el vientre, sería la primera en promover el aborto.
…
Y así
eran las navidades, todas iguales. Misa, posada, arrullo, rosario y cena.
Padre
porque hay muchas risas, todos están contentos, se emborrachan, se abrazan, se
besan, se quieren… aunque a los tres días se odien y quieran romperse la
madre... esos días son de paz, felicidad e hipocresía.
…
Bueno…
Salvo
este año que se puso más… interesante.
…
Todos
andábamos muy contentos con los preparativos. La casa estaba llena de
nochebuenas rojas… parecíamos comunistas. Pusimos el nacimiento en el lugar de
todos los años con la misma forma de todos los años. En la noche sería el gran
momento: cuando abriríamos los regalos, cenaríamos, se emborracharían y nacería
el niño Jesús.
O
bueno, no nacería, sino que lo sacarían del ropero de mi abuela para ponerlo en
el pesebre.
Algo
que he querido ver es un nacimiento en donde María esté con las piernas
abiertas pariendo al niño, toda llena de sangre mientras José da de gritos
porque no sabe ni qué hacer. Pero nunca lo he visto. Cuando sea grande y sea
una pintora famosa, lo primero que haré será pintar eso.
Y bueno, así marchaba la tarde. Demasiado
movimiento, nadie estaba quieto, se respiraba el clásico ambiente de Navidad.
La cosa es que todos estábamos trabajando cuando sucedió la sorpresa…
Fue
muy repentino… nadie lo esperaba.
Hacíamos
nuestros quehaceres y estábamos muy ocupados. Yo barría la escalera cuando mi
abuela bajó corriendo con el mantel grande para la mesa. De pronto comenzó a
rodar y cayó como tabla contra el suelo tras dar tres vueltas en los escalones.
Su cuerpo quedó boca arriba y lo único que pudo decir entre la sangre que le
brotaba de la boca fue: ¡Jesús!
Silencio. Carraspea.
El
médico dijo que tuvo estallamiento de vísceras y que se fracturó no sé cuántas
cosas. Ya ni logró llegar al hospital...
Todos
se fueron tras ella y los carros ni alcanzaron para los que estábamos. Total
que los nietos nos quedamos mientras los adultos se iban a ver qué había
pasado. No sé qué esperaban hacer ahí aparte de estorbar… como si al estar, se
sanara la abuela.
Mi
mamá dice que era para acompañarla en sus últimos momentos, pero pues si se
murió en la ambulancia, ya no la pudieron acompañar y entonces fue inútil que
fueran.
Así
que los chamacos nos quedamos y, como a mí me tocaba limpiar la escalera, tuve
que desaparecer la manchota de sangre de la abuela.
Estaba atardeciendo cuando por fin regresaron.
Mis tías traían manchas negras en los ojos deslizándose por sus mejillas. Nos
llamaron a todos y nos juntaron en la sala. Por ser el mayor, el tío Rogelio
tuvo que dar la noticia de la muerte de la abuela. La adornó con palabras para
que intentara sonar menos fuerte, no sé si quería ponerla al nivel de los niños
o en realidad trataba de autoconsolarse.
…
La abuela sería velada en su casa.
Empezamos
a reordenar los espacios. Quitamos el nacimiento porque ése sería el lugar
donde se colocaría el cuerpo. Guardamos todas las figuras en una caja de huevo,
sólo quedaron fuera María y José. El tío Julián dijo que la abuela los amaba y
que sería bueno que estuvieran con ella en los rezos; todos estuvieron de
acuerdo. Los peregrinos ya no acompañarían a su hijo enorme sino a la mujer que
tantos años los cuidó para que no se rompieran y ahora ella estaba
completamente rota.
Llamaron
a familiares y amigos para darles la noticia mientras terminábamos de arreglar
la casa de una forma diferente a la de todos los años. Y por fin llegó el
cuerpo.
Los de la funeraria llevaron una cruz grande
como de plata y algunos candelabros. En cuanto se fueron, las tías abrieron la
caja para arreglar un poco más a la abuela. La tía Susana le acomodó la ropa y
le untó perfume con la misma maestría con la que prepara los pavos. La tía
Celia la maquilló, le puso los labios rojos y le embarró un poco de polvo en
las mejillas “para que se vea más guapa”. Yo no la podía reconocer del todo,
nunca había visto a mi abuela maquillada. Ya que terminaron de meterle mano cerraron
la caja y acomodaron el lugar haciendo un pequeño altar. La tía Raquel llenó de
nochebuenas el espacio donde estaba el ataúd negro. Se veía hermoso, rojo con
la mancha negra en medio.
…
Fue llegando la gente y comenzaron los rezos.
Por
primera vez a los nietos no nos obligaron a estar. Nos mandaron a dormir
temprano, pero yo me quedé; quería ver todo lo que pasaba. La gente lloraba...
se abrazaban, se daban palabras de aliento; unos traían flores, entregaban un
pequeño sobre a algún miembro de la familia; otros platicaban mientras tomaban
el ponche que la tía Raquel repartía con unas amigas…
Antes
de la media noche, la casa estaba casi vacía. Sólo quedaron mis tíos y mis
papás en la sala. Se veían entre ellos pero nadie se atrevía a decir algo… La
caja permanecía ahí, entre las cuatro velas grandes, reflejando las luces
tintineantes de las series navideñas. La tía Susana invitó a tomar algo y comenzaron
a desfilar entre tropezones. Yo me quedé sentada en la escalera viendo la caja
hasta que el sueño me cerró los ojos.
Por la
mañana, llegaron más personas y algunos familiares que viven en otros estados.
La casa se llenó de alegría con cada pariente al que no habíamos visto en mucho
tiempo pero, en cuanto recordaban la causa del encuentro, se quedaban serios.
De desayunar dieron pavo relleno, espaguetti,
ensalada de manzana, lomo de cerdo, ponche, café y pan.
La
cena tan esperada se convirtió en desayuno de velorio.
Total
que después de desayunar hubo una misa en la casa y al terminar, acompañamos a
mi abuela al panteón. Mis tíos dijeron que debían enterrarla temprano pues por
el accidente no podíamos velarla mucho tiempo.
Era
medio día y hacía un sol…
Yo me
cubría con el ramo de flores que me dieron a cargar.
Cuando
llegamos al panteón se hicieron algunos rezos, cantamos y comenzaron a meter a
mi abuela en el agujero.
Con el
primer puñado de tierra la gente empezó a llorar al mismo tiempo. No se hizo
lodo porque sería muy exagerado, pero lloraban…
Al
terminar de enterrar a la abuela, volvimos a la casa para terminarnos lo que
sobró de pavo, lomo, espaguetti, ensalada de manzana y algunos pollos
rostizados que compraron. Los nietos volvimos corriendo pues abriríamos los
regalos de Navidad con la tía Lupe.
Sin
embargo, al entrar a la casa, no pude evitar que una lágrima rodara por mi
mejilla… mientras escapaba hacia el cielo la idea de que…
Si yo
no hubiera dejado la escoba tirada en la escalera… esta Navidad hubiera sido
igual que todas.
SOBRE LAS OLAS
Diego
parado adentro del mar. Sostiene un pez en las manos. Mira hacia la playa.
Sonríe.
DIEGO:
Es
fría, un poco. El agua, digo. ¿No te parece? A mí sí, un poco, pero no importa,
todo con tal de verles las caras
Ríe.
Mira a
mi abuela gritar; busca a papá y a mamá. Corre por la playa.
Pobre,
con las piernas chuecas y arrugadas. Apoyándose en la sombrilla. Se sume en la
arena cuando corre y grita. Desesperada. Pobre abuela.
No.
Por su culpa vinimos a la playa, que le iban a hacer bien el sol y el agua para
sus dolores de rodillas. Ayer tuve que enterrarla en la arena... Me hubiera
gustado taparle la cara y ponerle unas flores (persigna). Pero mamá no me dejó.
Dijo que no sea irrespetuoso.
Pobre
abuela, dijo mamá y me dio un golpe en la cabeza.
No le
pegues, dijo la abuela, que me salpica arena y me va a entrar en la cara.
Y yo
que quería taparle la cara... Y ahora allá va corriendo y gritando. Desesperada.
Sumiéndose en la arena que es buena para sus dolores de rodillas.
Cómo
no se la traga la arena. Seguro la escupe o la vomita. Tan arrugada y correosa.
“Correosa”, dice la abuela. Ayer cómo estaba enterrada la vieja, con los pelos
enredados y sus dos chichotas de arena.
Ríe.
Seguro
se sintió realizada. Papá dice que la abuela tiene chiches de canica en
calcetín. Pero ayer le puse unas grandototas. Como no le pude tapar la cara,
usé esa arena para sus chiches. Cómo me reí.
Y mamá
me regañaba.
…
¿Qué
hará mamá ahora?
¿A
quién va a regañar?
…
Con
papá pelea, pero no lo regaña. No lo puede mandar a dormir sin cenar. Si papá
no cena, no tiene fuerza para la noche. Y a mamá le gusta la noche, cuando
creen que ya me dormí. Pero los escucho. Su cabecera choca mucho contra la
pared y el ruido llega a mi cuarto. Como si no lo supiera. Y colocaron gomas
para evitar el ruido. Pero mamá es así, exagerada. Tendría que ponerse gomas en
la boca, también.
Ríe.
Pobre
papá. Por eso anda siempre cansado. Pero les gusta. Y al que le gusta, le
gusta.
¿Qué
hará ahora mamá? ¿Contra quién la va a agarrar? Ya hizo que papá se operara. No
habrá nadie más, ningún sustituto. Otro hijo para golpear. Ni modos… así pasa.
Cuando
mamá lo vea, seguro se va a poner a gritar. Todo lo quiere resolver gritando. Y
corriendo de un lado a otro. Va a insultar a papá y después lo va a abrazar
fuertemente y le pedirá que no la suelte. Le dirá que se le doblan las piernas
y que no soporta ese dolor. Que es más fuerte que una espada atravesándole el
corazón. Pobre mamá, siempre tan exagerada.
Pero
nos pudimos haber quedado en casa y no habría pasado nada. Ellos me obligaron,
¿no crees? Eso creo yo.
Así
como dice la catequista, creer no es una duda, es una afirmación, es un acto de
fe.
Por
eso vino Dios al mundo. Si no, ¿para qué? Pero para qué viene Dios al mundo si
nosotros estamos acá en la playa. Va a nacer sólo y todo oscuro. Mamá no quiso
dejar encendido el árbol, dijo que podría provocar un accidente. ¿Y entonces
qué va a hacer Dios cuando nazca y tenga frío? Y nosotros tomando el sol porque
a la abuela le duelen las rodillas.
Hoy
hubiéramos cenado pavo, no filete de pescado. Y encima sin árbol. Ni regalos. ¿Para
qué pusimos el árbol si no íbamos a estar?
¿Qué
va a hacer Santa Claus cuando llegue y no me vea? Seguro se irá sin dejar nada.
Le va a dar mis regalos a Miguel.
Seguro.
Porque
Miguel siempre toma lo que es de otros. Siempre es igual.
Y me
porté bien, tú no sabes, pero me porté bien. Bueno, no siempre, pero no todos
lo saben. Sólo tú porque ya te lo dije. Y Dios, porque Dios todo lo ve.
Pero
Santa no lo sabe, él no es Dios.
Este
año me iba a traer una cámara de video. El próximo año la iba a esconder en el
árbol de navidad para grabarlo cuando llegara. Y le iba a mostrar el video a
Miguel para que se callara porque dice que Santa no existe. Pero por no estar,
Santa no me va a dejar nada y le va a dar mi cámara a Miguel.
Y todo
por culpa de papá que le quiere dar gusto a mamá y vino a comer mariscos.
En la
mañana me dieron a comer ostiones y vomité. Papá se comió una docena con limón
y sal. Mamá estaba sonriente porque dice que después los iba a desquitar. ¿Cómo
pueden comer esas cosas? Por eso la gente que está en la playa está gorda. Mira
a todos esos gordos acostados en la arena. Sin temer por sus vidas porque
alguien los confunda y los arponee. Orinándose el agua y acostados al sol. Y
con trajes de baño ridículos.
¡Estamos
en Navidad, la Navidad es para tener frío, no para estar acostados al sol!
Y esos
otros ridículos haciendo saludo al sol.
El sol
jamás les va a responder y ellos haciendo saludo al sol.
Que se
vistan y se vayan a casa con su familia. ¿Qué es eso de estar en la playa en
Navidad?
¿Has
visto alguna postal de Navidad que sea en la playa?
La
Navidad no es para vivirla en la playa, es para estar en casa tomando ponche y
abriendo regalos. ¿Estoy mal?
Dime,
¿has visto una postal de Navidad en la playa?
…
¿Has
visto una postal?
…
Pobre.
Mira,
esa mujer que alcanzó a mi abuela es amiga de mamá. Trabajan juntas en la
oficina. Me cae mal. Vino todo el viaje agarrándome. Quería que me sentara en
sus piernas.
Pervertida.
Me
estaba agarrando los cachetes y me besaba. Me hacía cosquillas.
Pervertida.
Mamá y
papá no dijeron nada. Lo celebraban. Decían que cambiara mi cara, que esa mujer
lo hacía para divertirme.
Me
dejó el cachete embarrado de labial. Y la ropa oliendo a perfume barato. De
mala mujer.
Así le
dice la catequista a las putas. Malas mujeres.
¿Quién
se cree para estarme besando?
Pervertida.
Seguro
Santa nunca le trajo juguetes. Porque dice la catequista que las putas son
malas mujeres desde chiquitas.
A ver
ahora que se entere, qué va a hacer. Porque también es su culpa. A ver si le
dan ganas de seguirme besando y haciendo cosquillas. A ver si me vuelve a dejar
embarrado de perfume. A ver qué va a hacer cuando se entere.
…
Se
quedó parada.
Mira,
¡le cambió la cara!
Ríe.
Tanto
querían mamá y papá que yo cambiara mi cara y ahora la cambió ella.
Ríe.
¡La
cagué! Mírala, se ha quedado parada en la arena. Está viendo hacia acá.
¡Vamos
a sacarle la lengua!
Saca la lengua, se burla. Baila.
Por
pervertida. Te lo mereces. Yo no te dije que me agarraras los cachetes. A ver
si aprendes, para que dejes de hacerlo.
Claro,
ahora crees que podrás redimirte quedándote parada en la arena viendo hacia
acá.
Y encima
te cubres la cara. No me vas a hacer creer que estás llorando.
Hipócrita.
Baila en el agua.
¡Ven y
agárrame los cachetes ahora! A ver si el mar te lava ese maquillaje que te
pones. De mujer mala.
Puta,
dice mi papá, es más corto y me gusta más.
Baila en el agua. Suelta al pez, lo
agarra de nuevo. Juega con él. Baila en el agua.
Ese
que viene corriendo, es papá. Corre rápido, aunque esté cansado.
Siempre
está cansado. Aunque todos los días ha dicho que la playa lo reanima, “le
inyecta vida”. Por eso está corriendo rápido.
Mira
cómo viene para acá. Va sentir el frío del agua. Yo cada vez como que la siento
más fría. Hace rato estaba tibia. Cómo puede estar fría con tanto sol. ¿Le
echarán hielo al agua?
Cómo
nada papá. Y dijo que él, al agua, no se iba a meter.
El mar
está bien para comer, tomar sol y enterrarse en la arena. Dijo. Y no ha hecho
otra cosa que comer, tomar sol y enterrarse en la arena.
Y
ahora acá viene nadando. Quién lo entiende.
Esa
que grita detrás, es mamá. Te lo dije, todo lo quiere arreglar gritando. Y
ahora papá se da la vuelta para decirle que no entre. Y la abuela la intenta
agarrar del brazo. Y la puta se acerca a ella. Y esos que hacían saludo al sol
ahora miran hacia acá en vez de mirar al sol. Y los demás gordos de la playa se
han dado la vuelta o puesto de pie.
Mira,
un gordo ha entrado al agua y sigue a papá. Ése no va a sentir el frío del
agua, está gordo. Dijeron en Animal Planet que las focas están gordas para no
sentir el frío del agua. Por eso debe haber tanto gordo en la playa. Tumbado en
la arena, mostrando la carne apretada con esos ridículos trajes de baño. O con
el puro calzón.
Me
desagrada ver a la gente, gorda y en puro calzón nadando en el mar.
Por
eso el mar los vomita, los escupe. Pero los gordos insisten en entrar y el agua
los saca. Los gordos vienen al mar porque quieren volverse focas otra vez.
Y ese
gordo viene nadando con papá. Nada más rápido que papá. Es normal, las focas
nadan bien.
Maldito
gordo, ya rebasó a papá.
Es
culpa de mamá, cansa a papá y ahora no nada muy rápido.
¿Tú
tienes papá?
¿Nada
rápido?
Uno de
esos que hacía saludo al sol acaba de entrar también al agua. Qué bueno que la
gente en la playa no se da cuenta de nada. Nada les importa nada. Los gordos
están tumbados en la arena tomando sol y los que hacen saludo al sol están
tumbados en sí mismos. Pero es bueno. Así nadie se dio cuenta de nada. Pudieron
echarme a perder todo.
¿A ti
te gusta el agua, no?
¿La
sientes fría?
Yo un
poco más, cada vez.
Y el
aire. Está frío.
Pero
hace espuma en el mar.
Me
gusta la espuma del mar, ¿sabes?
En la
mañana estuve metiendo espuma de mar en una cubeta para llevármela a casa.
Pensé que ése sería mi regalo de Navidad. Pero desapareció. Mientras más metía,
más desaparecía. Y me quedé sin nada. Sin mi cámara porque Santa no la va a
dejar en casa cuando vea que no estoy y sin mi espuma de mar porque
desaparecía.
¿Así
qué caso tiene la vida?
Y todo
por culpa de ellos.
De la
abuela, por querer sanar de sus rodillas. ¿Para qué las quiere si ya no las
usa?
De la
puta porque vino sin ser de la familia y me sentó en sus rodillas y me besaba.
Si la catequista se enterara, no me dejaría hacer la primera comunión.
De
mamá por querer estar en la playa y que papá comiera mariscos frescos.
De
papá por habernos traído y no hacerme caso cuando le pedí quedarnos.
No
eches las cosas a perder, dijo.
¿Y qué
pasa si ellos me echaron a perder las mías?
Yo
quería cenar en casa, con el árbol, mis regalos, el nacimiento, las luces de
bengala, ponche caliente, villancicos, dulces… un beso a mamá, un beso a papá,
otro a la abuela. Responder el teléfono y saludar a todos los que llaman,
esperar a Santa…
¿A
quién se le ocurrió venir a la playa?
No
eches las cosas a perder, dijo papá.
Los
que las echaron a perder fueron ellos.
Me
quedé sin nada.
Hasta
la espuma de mar se evaporó.
Dice
la abuela que el mar todo se lo lleva. Y más en mar abierto.
Pues
para que se les quite.
Me
echaron a perder la Navidad, les eché a perder la suya.
A mano
y sin rencor.
Pobre
papá, mira cómo nada. Ya está cansado.
Y el
agua fría.
¿En
serio no la sientes cada vez más fría?
Yo sí.
Estas
últimas olas… han estado muy frías, ¿sabes?
Papá
ya no nada. Debe ser el cansancio.
Y como
que se hunde. Pobre papá.
Y mamá
gritando en la orilla.
Y ése
que hacía saludo al sol, ahora jala a papá y lo lleva a la playa.
Y el
gordo nada acá cerca. Se hunde en el agua y sale. Y se vuelve a hundir y sale
otra vez.
Y
busca.
Parece
buen tipo ese gordo. Las focas son lindas, después de todo. Ese gordo es lo más
cercano que tengo a un muñeco de nieve.
Pobre,
cómo busca.
Está
bien tener a un gordo de nieve en el mar.
Con
ponche caliente, me podría gustar.
El
tipo del saludo al sol ya llegó con papá a la playa. Mamá lo abraza, la abuela también.
La puta se acerca.
Otro
gordo entra al agua. Los demás gordos lo miran.
Este
gordo de acá, sigue buscando. Toma aire y se sume.
Quizás
la próxima vez salga con un pez en la boca.
Ríe, baila en el agua. Protege a su
pez.
Algo lo golpea por atrás. Diego voltea
y mira lo que lo golpeó.
Es su cuerpo que flota sobre el mar. Lo toma y le da la
vuelta. Se mira.
Un momento.
Todo
se lo lleva el mar.
A mí
me echaron a perder mi Navidad y yo les eché a perder la suya.
Estamos
a mano y sin rencor.
Yo
quería estar en casa para ver nacer a Dios.
Mira al hombre gordo que se sume
buscando. Sonríe.
Libera al pez.
Anda,
vete, que si me llegan a encontrar, no quiero que te agarren. Mamá querrá que
papá te coma para que tenga fuerza.
Yo acá
me quedo viendo otro rato.
En
verdad que siento más frías las olas.
Será
porque está oscureciendo.
Y las
olas crecen cada vez más.
No
creo que este gordo aguante mucho.
Se
saldrá en un rato sin encontrarme.
Podríamos
jugar a las escondidas.
Yo río
y él busca.
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Gordo
aburrido, no sabe jugar.
Ojalá
esa ola que viene, lo revuelque.
Está
grande.
Si la
libra, pronto se cansará y terminará yéndose.
¿En
verdad Dios nacerá?
…
Toma su cuerpo por el pecho y lo hunde
en el agua.
BRINDIS
Citlali, vestida con un vestido hecho
de adornos de popotitos, baila su vals acompañada por dos chambelanes.
Al terminar, toma el micrófono.
Mira a la gente con una amplia sonrisa
Hola.
Buenas noches.
Quiero
agradecer a todos ustedes que nos acompañan en esta noche. Bueno, que me
acompañan en esta noche porque la quinceañera soy yo.
Y ésta
es mi fiesta.
Sí, mi
fiesta.
Para
empezar, quiero dar gracias a dios por la vida que me ha dado y por mis papás.
Porque me quieren y me han cuidado.
Yo sé
que a veces no nos llevamos muy bien y que últimamente nuestra relación no ha
sido la mejor del mundo, pero de todas formas yo sé que nos queremos y que en
el fondo de nuestro corazón habita un gran amor. Y aunque me moleste que no me
dejen tener novio y me estén vigilando todo el tiempo, y quieran que sea el
mejor promedio de mi generación, y no me compren la ropa que me gusta ni me
dejen ir a las clases de baile de vientre, y digan que la foto de Brad Pitt que
puse en mi puerta es pornografía y que Johnny Depp es puto, y se lamenten
porque no fui hombre sino mujer y a fuerza quieran que esté en el coro de la
parroquia y por las noches mientras lloro en mi cuarto tenga ganas de ponerles
veneno para ratones en su leche con café… los quiero.
Así
que quiero dar gracias a dios por los padres que me dio, que aunque no son
perfectos y no saben ser padres, hacen su esfuerzo. Yo sé, mamá, que nuestra
relación no es buena, y la señora que fue el otro día a dar unas pláticas a la
escuela dijo algo sobre que si la madre se quiere comer a la hija porque cree
que el esposo prefiere a la hija y entonces la hija es rival para la madre… que
ni entendí pero me quedó en claro que me quieres comer. Pero sé que no lo vas a
hacer porque aunque nos odiemos, también nos amamos. Así que gracias por ser mi
madre.
Y mi
padre, que se empeña en ser un padre modelo y por eso hace lo que hace. Y
aunque me moleste que mi media hermana cumpla años antes que yo y mi papá y mi
abuela a ella sí le planearon su fiesta como ella quiso, y eso que a ella mi
papá la tuvo fuera del matrimonio y por eso siente remordimientos de conciencia
y hace cosas para compensarla por no darle vida de familia… y hasta sacrifica a
la familia que sí tiene por compensar a la que no tiene, pero aún así lo amo y
sé que me ama. Y no por eso soy competencia para mi mamá. Sí es cierto, mamá,
en todo caso deberías comerte a la otra hija de mi papá y no a mí, que ella es
mayor que yo. Pero bueno, el punto es que le quiero dar gracias a dios por los
padres que me dio. Así como son, no importa. Porque no hay mal que por bien no
venga.
Y
bueno... También quiero dar gracias a mis amigos que vinieron hoy, que aunque
no pude invitar a todo mi salón como hubiera querido, están los que pude
invitar, incluso Mayra Karina y Elizabeth que están sentadas ahí y vinieron
nomás para ver si de verdad iba a tener fiesta y seguro están criticando todo
lo que hay. Porque no saben hacer otra cosa. Ya sé que se la pasan hablando de
mí y no dicen cosas buenas aunque juran ser mis amigas, pero no me importa.
Espero que disfruten la fiesta y no se intoxiquen con la comida porque no, yo
no pedí en la cocina que a sus platos les pusieran algo.
Y
bueno, a mis amigos, gracias por estar acá y espero que se diviertan. El lunes
quiero escuchar comentarios positivos en el salón de clases, ¿de acuerdo? Es lo
menos que pueden hacer por la jefa de grupo. Se los digo como amiga, no por
tener las listas y llevar las asistencias.
Y
bueno…
También
gracias a mis tíos y a mis primos que están acá y vinieron de lejos. Yo sé que
nomás vinieron de vacaciones y a pasar las fiestas de navidad y que mis quince
fueron puro pretexto. Y no, no estoy inventando cosas, lo sé porque oí al tío
Ricardo decirlo y la tía Micaela ni vino a la fiesta porque en la tarde se
fueron a caminar al centro y dijo que le quedaron los pies muy hinchados y
prefería descansar para poder salir a pasear mañana. Pero sin rencores, somos
familia y la familia se entiende.
Y a
mis abuelos que fueron a la misa sólo a dormirse, también les quiero dar las
gracias, porque aunque ya están viejitos, al menos fueron a la misa. No como
muchos que están acá que ni a persignarse llegaron y nomás vinieron a comer,
tomar y bailar. Y me dejaron sola con el cura, soportando su homilía de media
hora que se trató puro del adviento y la navidad y hasta al final se acordó que
estaba yo ahí sentada y me dedicó tres palabras. Que me sirven para un carajo
porque me dijo que debo ser obediente y sumisa, como la Virgen María y de ahí
se siguió otra vez con lo de la navidad y el adviento. Hueva de cura. Así que
entiendo a mis abuelos y no me molesta que se hayan dormido. Que además ya
están viejitos y no duermen de noche. La gente, mientras más viejita, duerme
menos en la noche porque tiene miedo de ya no despertar. Pero luego se andan
quedando dormidos durante el día. ¿Quién los entiende?
Pero
bueno… también gracias a mis padrinos que están conmigo en este momento y que,
aunque yo no los elegí, estoy segura de que los voy a terminar queriendo.
Y a
todas las personas que mis papás invitaron y yo no conozco pero que trabajan
con ellos y se sintieron obligados a darles invitación porque si no después
iban a estar hablando de ellos en la oficina, gracias por venir. Espero que
disfruten la fiesta y realmente se ahorren los comentarios en el trabajo. Que
mis papás no me dejaron invitar a mis amigos nomás por invitarlos a ustedes,
así que honren mi sacrificio. Y todo porque entre familia y gente del trabajo
ya iban 200 invitados. Y a mí sólo me dieron 20 pases. Si la festejada soy yo.
Pero como dijo mi papá: cuando te puedas pagar tú tu fiesta, la haces como
quieras.
Claro,
o cuando sea yo la hija bastarda y desprotegida.
Pero
ya llegará el día.
Porque
además de todo, es cínico mi papá. Que la fiesta ni la están pagando toda. Ni
invirtieron suficiente tiempo ni dinero en hacerla.
Pero
agradezco lo que hay.
Así
que quiero también dar las gracias a las personas del sindicato que nos dejaron
hacer mis quince acá en su salón sin cobrar y pusieron todo lo que hay.
Silencio.
Y
bueno…
Es lo
que me dieron.
Silencio.
Así
que quiero pedir una disculpa, también.
Porque
yo no tengo la culpa de que mis papás tuvieran sus coitos en abril y yo naciera
en diciembre.
Si
antes me pusieron Citlali Montserrat porque mi abuela quería que me llamaran
Jesusa. “Porque nací en diciembre como el niño Jesús”. Pero mi mamá se puso en
contra y me puso el nombre que ahora tengo. Y yo sé que mi abuela sólo por eso
le dijo a mi papá que se divorciara y se fuera a vivir a su casa junto con su
hija que tuvo fuera del matrimonio, la cual se llama Martina como mi abuela y
están sentadas juntas allá en esa mesa aunque yo no la invité y le dije a mi
papá que no la trajera. Eso ya lo dije antes pero quiero que quede bien claro,
porque yo no soy hipócrita. Pero mi papá dice que debe cumplir con sus labores
de padre y a fuerza la trajo. Nomás le paso eso porque no se divorció y se
quedó con nosotros como buena familia. Y mi abuela, aunque sigue con su coraje
acumulado por quince años, también está acá y hasta sazonó el mole. Así que
gracias.
A
todos mis demás padrinos, gracias también. Yo sé que estamos en diciembre y que
desde el mes pasado ya no venden en las tiendas más que cosas de Navidad. Así
que sé que no es su culpa que mis arreglos de mesa en lugar de lylis y rosas
sean de nochebuenas y esferas, pero es lo que había. Al menos quedaron así,
porque la tía Genoveva quiso comprar unos Santa Claus y ponerles un vestido
rosa. “Total que nadie va a notar la diferencia”, dijo y se torció de la risa...
Y de recuerditos encontraron sólo esas esferas que aunque son muy artesanales,
nada tienen que ver con lo que yo quería. Con tiempo hubiéramos hecho algo
mejor, pero yo comprendo, así que sólo quiero decirle a mis padrinos que no tengo
rencor y que agradezco sus arreglos y recuerdos. La culpa es de mis papás
armaron todo de última hora. Las cosas se planean para que salgan bien, lo sé.
No
querían hacerme fiesta que porque no les han pagado el aguinaldo. Y que además
lo del aguinaldo mejor lo iban a ocupar para remodelar la casa. Pero como me
vieron que ya llevaba llorando semana y media, pues dijeron que siempre sí
antes de que me deshidratara. Y gracias a mi tía Julia que está bien parada en
el sindicato fue que nos prestaron el salón. Y ya el resto de la familia
cooperó con algo. Así que gracias a todos.
Yo
hubiera querido algo distinto pero lo que hay, es lo que hay.
Estos
adornos que están son porque mañana es la preposada del sindicato y ya los
habían puesto y pidieron que no se quitaran. Yo quería rosas con adorno de
popotito. Pero me tocaron estas lucecitas con serpentinas. Aunque sea nos
dejaron quitar la piñata. Además nos regalaron 100 aguinaldos para repartirlos
en la fiesta, pero se los darán sólo a los niños en la salida.
Sí es
cierto… gracias a mis chambelanes que son mis primos. Yo no los quería pero mis
tías insistieron, y la verdad es que los chambelanes que se rentaban estaban
muy feos. Así que mis primos están bien. Yo quería que mi chambelán fuera Hugo
Alfredo, mi compañero del salón que está bien guapo. Pero me dijo que hoy iba a
estar ocupado porque tenía partido. Pero no importa, me sigue gustando y estoy
dispuesta a darle otra oportunidad. Así que gracias a mis primos que al final
me están ayudando y aunque no saben bailar, por lo menos fueron a los tres ensayos
que tuvimos y llegaron puntuales. Y sí, tuvimos sólo tres ensayos así que el
vals no fue lo que yo esperaba. Ni siquiera me cargaron como yo quería. Pero
así salió. Mis primos se esforzaron en los ensayos. Y aunque el coreógrafo los
toqueteaba mucho, siguieron asistiendo. Yo creo que les gustó. Por lo menos a
Ricardo que sí luego se le ve medio torcido. Pero no te preocupes, primo, que
yo te quiero y podemos ser mejores amigas.
Ah,
cierto… le aviso a mi peinador que dijo mi mamá que no se le va a pagar
completo porque me quemó el pelo con la plancha. Así que está avisado.
Y si
por eso me quiere echar a perder la fiesta, póngase de acuerdo con mi abuela
que lo quiso hacer diciendo que aprovecháramos el decorado navideño para hacer
una posada con la familia ahora que estamos todos juntos y que de paso, antes
del vals, hiciéramos el recorrido con los peregrinos. Hasta me quiso mandar en
la tarde a sacarle copias a la letra de los villancicos.
Ingenua.
…
Y
bueno…
…
Pues
así las cosas.
…
Espero
que disfruten mucho de mi fiesta…
Mi
fiesta…
Que de
mi fiesta no tiene nada. Yo habría preferido otra cosa muy distinta pero es lo
que me dieron.
“Cuando
te puedas pagar tú tu fiesta, la haces como tú quieras”.
Y todo
por nacer en este pinche mes de mierda.
Quinceaños
en diciembre.
Y de
última hora…
Diciembre
es el peor mes para hacer fiestas.
Sólo
hay posadas y bodas.
La
gente se casa en diciembre porque tiene frío y quiere estar acompañada en la
cama. O porque entienden la metáfora del final de año y saben que están en su
última oportunidad, se casan ahora o quedarán solos para toda la vida. Mejor
ahora para no empezar sola el año nuevo.
Mejor
deberían acostumbrarse a la soledad y no agarrar lo primero que vieron.
…
Pero estas
cosas se planean.
Silencio.
Así
que bien… Coman y beban. Bailen y disfruten. Pongan cara de felicidad y
ayúdenme a olvidar que esta fiesta no fue lo que yo esperaba.
Al
menos el vestido me lo hice yo misma con lo que quería, porque nadie me quitará
mi fiesta interior.
El
único que no es hipócrita, es Hugo Alfredo, que prefirió irse a su partido en
lugar de estar donde no quería.
Y sin
más por decir, levanten todos sus copas y brinden, atásquense y atragántense
que yo hoy me pienso poner una para no recordar nada.
¡Salud
y que suene la música!
Se empina una gran botella de sidra.
PESEBRE
El Borrego sale de casa muy enojado.
Azota la puerta. Voltea.
BORREGO:
¡Y ni
me llamen que no les voy a contestar! ¿Qué se han creído? ¿Ah? ¡Apóstatas!
¡Malnacidos!
Y yo
de buena onda que vengo corriendo a medianoche a ver porqué llamaron. Pero eso
me pasa por chismoso. Me dijo mi mujer que no viniera, que ya era tarde, que me
esperara hasta mañana. Y yo diciéndole que podía ser urgente. Y ahí vengo
cruzando la ciudad sólo para su desmadre. ¡No la chinguen, cabrones!
¡Pinche
José! ¡Somos amigos! ¿Por qué me haces esto?
Tú
sabes que yo te quiero y te respeto, pero una cosa es que te tolere con tus mamadas…Ya
llegaste al colmo del desmadre.
Y tú,
pinche María… me cae que no me lo esperaba. Es que son mamadas, en serio. Yo
los quiero como mis hermanos, ¿por qué me hacen esto? ¡Se la jalan muy feo,
cabrones!
Y peor
que no dijeron nada. Me van a declarar el azúcar. Pinches sorpresas que se les
ocurren. ¿Qué querían? ¿Que trajera caguamas y nos pusiéramos a celebrar? Eso
se le dice a los amigos con tiempo, se les prepara.
¡No
mames, José! Hasta para decirme que eres gay le diste más vueltas.
Díganme
lo que quieran, pero yo la neta no lo apruebo. Pinche María… y yo que babeaba
por ti. Y que me dijiste que nunca nada de nada que porque te esperabas al
matrimonio. Y yo como pendejo babeando porque pensaba que eras ley y que como
tú, ya no había nadie. Hasta te compré anillo para que nos casáramos pero me
bateaste que porque me querías como a un hermano y nada más. ¿Y ese hijo de la
chingada de José, qué? También lo querías como hermano nada más. ¿Qué tiene ese
wey que yo no? Claro, porque los heteros somos unos hijos de la chingada,
insensibles y machistas, ¿no? Y los putos como tienen la sensibilidad a flor de
piel y saben de decoración… ¡La mamada! Que al José le gusten los muebles y
decorar interiores no significa que sea sensible.
Y yo
que hasta un altar te puse. Y mi mamá que se burlaba de mí porque decía que
estaba bien pendejo, que nunca me ibas a pelar por mediocre. Que tú eras de
madera antigua, una señorita bien hecha.
¡Y ahí
está tu mamada!
Y ni
me digas que en ti no ha cambiado nada y que tu virginidad se la reservas a tu
futuro marido. ¡Un hijo es un hijo! ¡Inseminación artificial, mis huevos! Ya no
eres virgen ni por error. Señorita de las de antes… Para eso me gustabas. Y yo
que hasta un altar te puse…
¡Pinche
José!
Patea la puerta.
¡Y yo
que los veía como mis carnales!
No
mamen…
En
serio que son mamadas…
Solloza.
Se
pasan de cabrones…
Vientre
de alquiler…
¿Y con
qué descaro me piden que sea padrino del niño?
María
y José… bonita pareja que hacen. Par de cabrones. Sólo falta que el hijo ni sea
del José porque ese wey es bien puto, le tiene miedo a las vaginas. Me cae que
si el hijo es de ese puto del Pastor, yo sí me doy un tiro en la cabeza. Ya
saben lo que me caga ese pendejo pretencioso. ¡Que sea tu marido no me obliga a
quererlo, José! Ya te lo dije muchas veces y parece que no te entra en la
cabeza. Pinches costumbres de que las cosas te entren por otro lado. Pero me
cae que si el chamaco sale con la cara del puto del Pastor, yo sí les voy
rompiendo su madre. Hasta al niño. Y lo apadrino nomás para pagarle la cirugía
y le quiten la cara de ese pendejo. Presumido hijo de la chingada. Sólo porque
tiene carro del año, va al gimnasio y tiene su pinche departamento exclusivo
decorado por el José… ¡Mamones de mierda! Pinche José pendejo, que ahora te
dices “gente bien”. Bien pendeja, acuérdate que yo te pasé este trabajo, si no
fuera por mí, ni madres que le vienes a decorar el departamento al Pastor y ni
madres que estarías viviendo acá en el décimo piso. Y no me voy a cansar de
decirte que me arrepiento de a madres de haberlo hecho porque se te fue el culo
a las nubes. Pinche “decorador de interiores”. ¡Carpintero de mierda! Ve las
mamadas que andas haciendo ahora.
Me cae
que yo sí les rompo su madre si el hijo es del Pastor y no tuyo, José.
¡Pinche
María!
¡María!
Golpea la puerta.
Y
llamen a la policía si se les hincha el huevo. Y dile a esa vaca malparida,
amiga de Pastor, que me valen madre sus amenazas. Si me quiere salir a partir
la madre, yo sí le entro al trompo con ella. Lesbiana chichona. Me cae que
cuando los putos se juntan nomás es para cagarnos a todos. ¿Si a ustedes les
gusta que les den la vuelta, por qué le quieren dar la vuelta al mundo? Las
cosas están bien como son. Pinche trailera mamona. Está gorda y cree que
vestirse con piel le hace ver mejor. ¡El blanco engorda! ¡Eso hasta los heteros
lo sabemos! Y que ni espere que la insulte mucho, que no voy a gastar mi saliva
con machorras.
Pero
de las que sí voy a decir algo, es de ese trío de reinas de la patita cruzada.
¿Qué se creen para andarme hablando en femenino? ¿Mana? ¿Amiga? Una buena
putiza es lo que necesitan para hacerse hombres. Pinches obvias, feas,
malparidas. Ni tienen cuerpo para usar la ropa tan pegada. “Fashions”. ¡No
mamen! ¡Compran su ropa en el tianguis o en las rebajas de fines de temporada!
“Fashions”. Fashions de tianguis. Híbridos de jota y emo. ¡Ya están grandes!
¡Maduren! Y ahí andan hablando de la farándula. No conocen a un solo artista en
persona pero hablan de la vida de todos como si fueran íntimos. ¿Y las tres
reinas esas van a ser las nanas de la criatura? ¿Ahí es donde quieres que
crezca tu hijo, María?
Nomás
porque ya se pueden casar y adoptar…
¿Pues
si ya se pueden casar qué esperan que no van a hacerlo? Nomás le hacen a la
mamada exigiendo pero ni se casan. ¿Si no pueden ni mantener una relación de
más de dos años para qué chingados se quieren casar? ¿Ah? ¿Y qué andan mamando
con adoptar si terminan agarrando a las amigas como vientre de alquiler?
Pónganse en lista como todos a ver si les dan chance de adoptar. Con lo mamones
que son los de las adopciones. ¡Les van a dar una patada en el culo! Y no por
ser putos, sino por ser pendejos. No son capaces de vivir consigo mismos, menos
podrán criar a una criatura.
¡Pero
hay un dios!
¡Y un
infierno!
Y ahí
van a parar todos.
Las
tres reinas del sillón que se sientan igual, hablan igual, se ríen igual, se
visten igual, caminan igual, jotean igual y se peinan igual. ¡Parecen cacatúas
en celo!
Y esa
vaca lesbiana. Con su pantalón negro de piel y su playera blanca holgada.
Ridícula mamona.
Y la
marrana que tiene por pareja. Gorda mal pintada. Si tienes la piel rosa no es
por salud, es porque ya no se te puede estirar más. ¡Vas a explotar!
Y el
burro ése de la esquina que se la pasa presumiendo el tamaño de su poronga.
Pero se la come más que el pendejo de José. ¡Pinche negro pingón! Sonríe un
poco para que la gente te vea. ¡Acepta que te tienen ahí por valor exótico, no
porque te quieran!
Y la
otra sonsa que se dice libre pensadora. Muy mamá de los pollitos, ¿no? Que me
quiso lavar el cerebro diciendo que el mundo está cambiando y que la humanidad
está pasando en este momento por el cuello del embudo y que hay que preparar el
cambio. ¡El cambio lo hicieron los panistas y mira a dónde nos llevaron! ¡Libre
pensadora de porquería! Intelectualoide de medio pelo. El libro vaquero está
mejor escrito que tus mamadas de poemas experimentales. Nomás porque te crees
artista piensas saber la verdad del mundo. Si no sabes ni lo que es el mundo.
Nomás empotrada en tu trono autoimpuesto por tu supuesta calidad intelectual.
¿Tú le darías en adopción un hijo a un puto como las reinas del sillón? O como
ese pinche rubiecito del Ángel que se siente más bueno que comer con la mano.
Si la lana que tienes ni es tuya, es de tus padres. Y de tus viajes a Europa no
aprendiste nada más que a subir fotos al facebook. Pendejo de porquería. Pero
ahí están hablando de dónde estudiaron y de a dónde han ido y de lo snob que es
Francia y lo kitch que es Asia y lo vintage de Cuba. Pendejos. Nunca han podido
ver realmente ni dónde están parados y no tienen ni puta idea de la vida.
Sigan
hablando de sus pendejadas como que sólo toman cocteles y que la caguama ni la
huelen porque es de albañiles.
¡Pero
los albañiles son ley! Esos weyes, sucios de mezcla, pero saben de la vida.
¿Qué saben ustedes que no ven más allá de sus narices porque el maquillaje no
les deja y el pupilente les nubla la vista?
¿Ése
es el cambio?
¿Hacia
allá debemos ir?
¿Para
allá debe patinar el mundo?
¡María!
¡Pinche
María! Me cae que no te pensé así.
Yo
creía que eras ley.
Me cae
de a madres que me acaban de romper la madre.
¡Y sí!
¡Ando enojado!
¡Y sí,
estoy diciendo mucha pinche grosería!
¿Les
ofende que me salga tanta mierda de la boca?
¡No
mamen! ¡Ustedes le quieren cagar la vida a ese morrito y les ofende que a mí me
salga mierda de la boca!
Pero
se los va a cargar el payaso a todos.
Y no,
no estoy repitiendo lo que dijo el obispo, porque ni católico soy. Como dijo el
buen poeta, a mí me bautizaron y ni me preguntaron. Y por eso es que digo lo
que digo, porque es muy culero que te hagan cosas que tú ni quieres.
Pero
bien me dijo mi mujer que no viniera, que sólo iba a hacer corajes.
Y
tienen el descaro de decir que ese niño va a tener estrella. Estrella va a
tener cuando lo vistan de Tatiana.
¡José!
¡Tú eres mi brother, wey!
Yo que
te perdoné cuando me mirabas el paquete en la alberca.
Y te
perdoné cuando me robabas los calzones en la Universidad y te los llevabas a
oler a tu cuarto.
Y te
perdoné que me espantaras a las novias inventando chismes nomás para poder
meterme mano cuando me ponía hasta la madre por la depre.
Y te
perdoné tus pinches gemidos cada que metías a un hombre distinto a casa. ¡Y
hasta tres por día!
Y las
veces que te cubrí ante tus padres.
Pero
éstas son mamadas.
Yo sí
que no te voy a apoyar.
Y ni
perdón te pido por no hacerlo. Porque la neta no creo estar obrando mal.
Siempre
me dijiste borrego porque según no pienso lo que digo y lo que hago. ¿Y tú qué
pedo?
¡María!
¿Ese
es el modelo de familia que quieres para tu hijo?
¡No
mames!
Pero
cuando lo quieras ver y el culero de Pastor te cierre la puerta en las narices,
ya te veo viniendo a llorar conmigo para que te haga el paro y convenza al José
de que te deje pasar de contrabando a ver al chamaco.
Y
mientras, la vaca, la marrana, la mamá de los pollitos, el puto del Ángel, el
burro y las tres reinas dándole regalos y haciéndole cariños.
¡Cántenle
villancicos!
“Vamos
pasivas, vamos, vamos a Belén, a ver en ese niño, las mamadas del José…”.
…
“Pero
mira cómo joden los putos a ese niño, pero mira cómo joden porque viven
aburridos…”.
¡Y no!
No soy
homófobo.
No le
hagan a la mamada.
Pero a
mí mi libertad de expresión, no me la van a quitar.
Ustedes
me llamaron y ahora se aguantan. Yo estaba feliz encamado con mi mujer viendo
el noticiero.
No
mamen, soporto mejor al narco y sus desmadres. Si el narco se quisiera ganar al
pueblo, debería empezar a limpiar el país de putos.
Chale,
y sí, me estoy excediendo, pero es que son mis brothers.
¡María!
No
mames, María. Neta yo sí te amaba. Pregúntale a mi mamá. Es más, pregúntale a
mi mujer, verás que dos veces le dije tu nombre mientras le poníamos. Casi me
pide el divorcio. Pero nos recuperamos y ahí seguimos. Porque nosotros sí somos
capaces de comprometernos. Eso hacen las parejas hombre-mujer. Así es como se
vive.
¡José!
Eres
mi brother, wey. Yo lloraba en tu hombro cuando María no me pelaba. ¿Cómo se te
ocurre hacerme esta mamada?
¡Sí!
Lloraba en su hombro cada que me bateabas, ¡soy más sensible que ese pendejo!
Pinche
José, te pudiste buscar a cualquier otra para hacer tus jaladas, ¿tenías que
agarrar a María?
¡Pinche
María!
Chale,
váyanse a chingar a su madre.
La puerta de casa se abre. Entra
Pastor.
PASTOR:
Te
callas, cabrón. O te parto la madre.
Pastor vuelve al departamento y
cierra.
Borrego mira callado hacia la puerta.
Pasea un poco la mirada.
Camina por el lugar. Voltea y mira a
la puerta.
Se seca las lágrimas.
Mira la puerta por última vez y sale
en silencio.
LUZ
LUZ:
Ay,
sí, así como digo. Tal cual. Yo no entiendo, la verdad. Porque una cosa es una
y otra, otra. ¿No? Lo dijo la sabia Chimoltrufia.
Pues
sí, pero yo lo dije. Pero no me quiso oír. Pero bien que le dije, luego que no
diga que no.
¿Qué?
Sí,
ajá.
¿Y
qué voy a hacer? Me vine a mi casa.
No,
acá estoy, me senté un rato a ver la tele.
Ajá.
A
ver qué veo, seguro vuelven a pasar la del Titanic.
Pues
sí, pero me gusta, la voy a ver otra vez.
¿A
dónde?
No,
qué voy a hacer yo ahí. Seguro nunca más me dejan entrar.
Pues
es que se enojó mucho, pues. Rojos se le pusieron los ojos. Ya mero me quema
con la mirada. Parecía Carmen Salinas. Mejor que me callo y salí corriendo.
Como la gacela, pues. Patitas para qué las quiero.
Pues
sí, mujer, pero no es para tanto. ¿O tú cómo ves?
Con
tus ojos... pendeja.
¿Pero
qué tiene que ver una cosa con otra? ¿No para eso son estas fechas?
Eso
mismo le dije, pero no entendía. Es que ya eso de ser extremista de plano ya es
mucho. Pero así es ella, ¿qué se le va a hacer?
No,
te digo que estábamos en la reunión; para colmo estaban casi todas la chicas.
Es que era reunión de final de año. Y pues llegaron casi todas y estaba ella
dando el informe de actividades del año y así. Y pues ya que acabó dijo que si
habían preguntas o comentarios, y como nadie decía nada, pues a mí se me
ocurrió. Y muy que levanto la mano. Y pues ahí fue donde lo dije. Pero es que a
mí me salió del corazón, pues. Digo, me pareció buena idea, pues para convivir
un rato, ¿no? Algo distinto.
Pues
es que ya ves cómo son las reuniones siempre, que te juntas y hablas y expones
tu historia y las demás te dicen algo, un consejo, un apoyo o etc. Y pura
chilladera. Y es bonito, pues, porque te desahogas, pero digo yo, no está mal
hacer algo distinto, ¿no?
¿Las
otras? Pues nada, se quedaron calladas. El problema fue que dos se soltaron a
llorar y yo creo que ahí fue donde se enojó, porque antes no dijo nada, como
que lo dejó pasar; pero en cuanto esas dos se pusieron a chillar fue donde se
encendió y ya, ahí se rompió todo.
Pues
que estaba yo loca, que qué me pasaba, que quién me creía, que si no sabía
dónde estaba, que no había entendido nada en este tiempo que llevo ahí dentro y
así. Casi me dijo de lo que me voy a morir y ya, se acabó la reunión. Que según
iba a haber un pequeño convivio después pero ya ni eso.
Pues
ya ves cómo es, yo qué.
Pues
nada, sólo eso. Que yo proponía que hiciéramos una posada con todas las chicas
para tener una forma diferente de convivir. Digo, son tiempos de Navidad,
celebrar el nacimiento del niño Jesús. Y justo cuando dije eso fue que se
pusieron a llorar las otras dos. Yo creo que no lo han superado, pues. Ya ves,
de esas arrepentidas.
Ay,
sí, fea gente.
Y
pues ahí fue cuando se puso como loca la otra. Pero digo yo, qué de malo tiene
una posada, ¿ah? Una posada es una posada y ya. Cantas, comes, tomas ponche. Es
más, ni era necesario andar paseando a los peregrinos, conque nos juntáramos a
convivir, tal vez romper una piñata, quemar luces de bengala, comer medias
tortas de frijol y chileajo… no sé. Algo así. Con lo sabroso que me queda el
chileajo, yo podía ponerlo, pues. Sólo era cosa de cooperar entre todas y hacer
la posadita. Pero tenían que ponerse a llorar las otras dos.
Ajá.
Sí.
¿Pero
qué con eso, pues? ¿Yo las mandé a que lo hicieran? No. Ahora para qué se andan
arrepintiendo. Si eso es una elección. Pero lo que no me gusta de esa mujer es
que parece que es una obligación, pues. Como que cada mes tienes que ir a ver si ya estás lista para hacerlo.
Digo
yo, abortar está bien. ¿Qué de malo tiene? Es decisión de cada mujer si quiere
abortar o no. Pero ella pareciera que si un día se te retrasa, ya tienes que ir
a abortar porque has de estar embarazada. Como si fuera obligación de cada
mujer andar abortando. Una vez que lo hagas en la vida, está bueno. Dos. Chance
y tres.
Digo,
al final, son experiencias que vas acumulando, algo que contarle a los nietos.
Pero yo creo que tan mal está que no te dejen hacerlo como también que quieran
que todo el tiempo lo hagas. Y ella es muy de esas. Ya ves que organiza sus
marchas y todo a favor del aborto. Si la otra vez hasta quería hacer una cosa,
“performans”, dijo. Que en plena marcha una de las chicas abortara frente a la
gente. Así bien intensa. Ya veía yo presa a la chica que abortara en la vía
pública. Por suerte nadie quiso. O bueno, en realidad no hubo quién, porque
todas las chicas que estábamos en el grupo en ese momento, estábamos limpias.
Nomás la prima de una es que estaba embarazada, pero ella quería tener al niño
y dijo que no se prestaba a eso. Así que ya no se hizo. Nomás nos embarramos
cátsup en la entrepierna.
Asco
me dio, me quedó todo pegajoso el pantalón.
Sí,
así.
Ajá.
Sí,
fue cuando a esa chica le lamió el perro. Yo creo que le gustó, porque hasta se
lo llevó a su casa.
Ajá.
Pero
digo yo, por mucho que te guste el aborto, ¿qué de malo tiene celebrar la
Navidad?
Yo
creo que a ella le cae mal la virgen María porque siendo madre soltera, se
animó a tener al niño. Ha de pensar que lo que hubo entre la virgen y el
Espíritu santo fue violación. Y encima el Espíritu se fue sin reconocer al
niño. Ni se hizo cargo.
Nombre,
si esta mujer hubiera vivido en esa época, nos quedamos sin niño dios. Hubiera
ido corriendo a provocarle legrado a la virgen en defensa de sus derechos como
mujer.
Sí,
es muy intensa. Muy de ésas.
Yo
por eso ya me estaba pensando si sigo en el grupo o no.
Sí,
así, pues.
No,
sí se pasa.
Ajá.
Pues
nada, voy a estar acá en casa viendo la tele.
¿Sola?
¡Qué te pasa! Yo sí me voy a ir a celebrar.
No,
yo no soy como esos amargados antinavideños que no les gusta la Navidad.
No,
no lo digo por ti.
Que
no, mujer.
No.
Es
que ya ves que hay gente que dice que no le gusta la Navidad y que es puro
consumismo y pura mentira, que si el niño ni nació en estas fechas y eso. Pero
yo digo que es porque están amargados, nadie los quiere y no los invitan a
cenar, por eso se ponen su mecanismo de defensa de que no les gusta y no hay
nada qué celebrar. Yo, como sí tengo quién me quiera y a quién querer…
Ajá.
Sí,
así como tú.
Pues
voy a estar acá en la casa un rato viendo la tele. Ya empezó la del Titanic.
¿No te digo?
Ay,
sí, ahí estaba bien guapo. Ahora ya no me gusta mucho. Ya ves que sigue
teniendo cara de niño pero arrugado. Así se ve feo. Mejor jovencito con su
cabello rubio. Que me agarre en un auto para que empañemos el vidrio.
Sí.
Ajá.
Sí,
porque esos especiales de Navidad ni me gustan. O las posadas de las estrellas.
Chale. Están re feas. Las posadas y las estrellas.
¿Ah?
Pues
como a las ocho me meto a bañar y me voy.
No,
viene mi hermano por mí. Y ya nos vamos juntos.
Sí.
¿Tú?
¿Qué vas a hacer?
A
poco.
Está
bien.
Pues
luego a ver qué hacemos, ¿no?
Pues
te aviso. Porque déjame decirte, hubo varias chicas del grupo que se me
acercaron a decirme que a ellas sí les gustaría hacer una posada o algo para
celebrar la Navidad.
Digo,
una cosa es que te guste abortar y otra que no celebres el nacimiento del niño
Jesús.
Ya
lo dijo la sabia Chimoltrufia. Una cosa es una y otra cosa es otra.
Santa
la deberían hacer.
Ay,
no, este Papa no me gusta. Tiene su cara muy así. Fea, pues.
Parece
que se quedó atorado en el estornudo.
Pues
así, pues.
A mí
me gustaba el otro. Se ve que de joven fue bien guapo. ¿Así serán todos en su
tierra?
Fuéramos,
manita, a ver si así sales ya por fin. Que nos agarre un wero. Ya ves que allá
les gustan exóticas.
Como
tú, pendeja, yo qué. Al menos que te tomen como artesanía. Ya ves que en la
posada del año pasado te metí a la piñata para ver si alguien te recogía y te
llevaba, pero nada. Te confundieron con un cacahuate y te dejaron tirada. Yo te
vi, abrazando un tepalcate.
Pendeja.
Pues
sí, manita, para que te hagan el favor al menos una vez.
¿Si
te embarazas? Pues abortas.
Y
sí, no todas somos la virgen María.
Cual
malo, es experiencia de vida. Yo sí creo que todas habríamos de pasar por eso
al menos una vez. ¿Pues qué?
Sí,
así.
Ajá.
Chale,
qué chulo está ese wero.
No,
manita, el de la película. Uno así sí dejaba que me hiciera un hijo.
No,
ése sí me lo quedo. Un niño werito sí estaría chido.
Sale,
manita, te mando besos, abrazos y que es te año que viene, esté lleno de dicha
y felicidad. Lo mejor para ti y los tuyos y ya sabes que te quiero mucho.
No,
ya en un rato voy a lavar la cuchara.
Por
si se usa.
Sale,
pues. Pásalo muy bonito y nos llamamos. Vamos por un café para ponernos al día.
Negro,
pues, si no te gusta café.
Yope
que eres.
Ya
pues, te mando besos.
Me
saludas a tu hermano.
Vale,
bye.
EL CAMINO DE LOS CIELOS
El Padre José parado en el ambón.
¿CREES QUE LA NAVIDAD APESTA?
Julieta, Citlali, Borrego, el fantasma
de Diego, Luz y los chambelanes entran con luces de bengala y soplando sus
silbatos como en posada navideña. Se paran en fila y comienzan a cantar.
ELLOS:
Noche
de paz, noche de amor.
Todo
duerme en derredor.
Entre
los astros que esparcen su luz.
Viene
anunciando al niñito Jesús.
Brilla
la estrella de paz.
Brilla
la estrella de amor.
Entra la señora Claus. Lleva un
vestido lleno de hollín. La cara y brazos manchados. Un gorro de navidad en las
manos. Ellos la miran un momento.
SEÑORA CLAUS:
¿Ya
terminaron?
Bien.
Qué bueno. Perdonarán que venga sin invitación. Yo sé que en estas reuniones no
tengo nada qué hacer. Pero los estuve escuchando y no pude evitar la necesidad
de venir un momento. Sólo un momento.
Verán…
yo sé que en la vida no todo es como uno quisiera, ¿verdad?
A
veces nos toca vivir algo lindo, otras veces no. Y la mayoría de las veces
nunca nos toca lo que queremos. Si queremos una cosa, nos dan otra. Esperamos
algo y no nos llega. Nos gusta eso y nos lo gana el otro. Es así. La vida no es
justa. Yo ya lo entendí.
Mi
esposo… verán.
Él
trabajaba sólo un día al año. Un día.
Y todo
el mundo lo reconoce.
Un día
al año.
El
resto del tiempo lo pasaba mirando la tele. Sentado en su sillón. Y no hacía
nada más.
Yo,
claro, debía trabajar todo el año. Sin un solo día de descanso. Ninguno.
El día
que mi esposo trabajaba, era el peor de todos. Y no sólo ése, sino los
anteriores y los posteriores. Había que revisar las cartas, hacer listado de
regalos, hacer los pedidos, empaquetarlos, hacer la estrategia de reparto,
alimentar a todos los duendes, alimentar a los renos, ordenar los regalos,
acomodar en los sacos, lavar y planchar el traje, preparar comida para el
camino, revisar toda la ejecución de la entrega…
Y al
volver, recoger y guardar, sacar cuentas, pagar a los duendes, guardar y dar de
comer a los renos, guardar el trineo, recoger y guardar los sacos, llevar
saldos a bodega y hacer inventario, prepararle la cena a mi esposo, calentarle
el agua para el baño y alistar sus pantunflas, lavar el traje hasta sacarle
todo el hollín, reciclar todas las cartas recibidas…
Y al
otro día, despertar temprano para seguir con la vida. Todo el año, encargarse
de la casa, encargarse de él, encargarse de los renos, encargarse de las quejas
por lo no entregado o lo entregado mal, encargarse de un hombre que sólo come y
ve la tele en espera de volver a trabajar el año siguiente…
Y
esperando que el tiempo se alargue, que octubre no llegue. Octubre… cuando todo
empieza otra vez. Hacer acuerdos, enviar publicidad, firmar convenios, enviar
productos, hacer campañas, sacar fotos, marketing y más marketing…
Y él
sentado viendo la tele, en espera de que le caliente el agua para el baño, le
sirva la cena, le planche el traje, le ayude a ponérselo, arregle todo y
nuevamente se inicie la rutina del año anterior. Año tras año. De miles de
cartas, juguetes y más juguetes, duendes corriendo por casa, luces, nieve,
cantos, esferas, chocolates, comida…
En el
poco tiempo que me queda libre, viendo por la tele a la gente reunida,
celebrando, cenando, bebiendo; abriendo los regalos, abrazándose, viendo a la
familia, sonriendo, llorando… y yo corriendo, envolviendo más regalos,
preparando más entregas, respondiendo quejas, sin poder comer algo o darme un
respiro. Mientras él recorre el mundo riendo y todos lo reconocen, lo alaban,
le dan las gracias…
¿Y yo?
¿A mí?
¿Qué?
Y así
pasa el tiempo y año tras año es lo mismo.
¿Y yo?
¿A mí?
¿Qué?
Y este
año que él ha muerto…
…
¿Qué?
¿No
sabían?
Lo
siento. Es así.
No se
molesten en darme el pésame. No lo espero.
En realidad,
nadie me lo ha dado, o dicho algo. Y no espero que lo hagan, la verdad.
El
reconocimiento siempre fue suyo, no mío. Las palabras sólo para él. Ya estoy
acostumbrada.
Pero
ahora que él ya no está… ¿qué va a ser? ¿Qué voy a hacer?
Pensé
que sería genial, por fin libre. Me iría de viaje, agarraría los renos, el
trineo y me iría de viaje por las playas del mundo. Recorrería todos los
lugares que quisiera y reiría, como él.
Pero
yo de felicidad.
De una
felicidad reprimida por tantos años y que al fin sale a flote. Explotando.
Irradiando todo mi mundo.
Pero
en lugar de explotar sólo siento un terrible vacío. Y no encuentro cómo
llenarlo.
¿Creen
que la navidad apesta?
…
Ayer
estuve bañando a los renos y sólo me provocaron tristeza. Hoy los vendí a una
casa productora de abrigos.
Abrí
la bodega y al ver tanto juguete quedado, sólo pude hacer una cosa muy simple.
Los puse a todos juntos y les prendí fuego.
Y
estuve por más de dos horas parada frente al fuego, esperando que las llamas
consumieran mi tristeza, pero no pasó nada. Cuando el fuego terminó, tomé
cenizas y me las embarré en el cuerpo, para dejar mi ropa justo como él la
traía. Y sentir que tal vez él estaría así en mí.
Pero
nada.
…
¿Creen
que la navidad apesta?
No
pude dejar de oírlos. Estaba allá en casa cambiando canales en la tv y los vi.
Parada junto a su sillón. Su sillón. Ni siquiera puedo sentarme en él. Sólo me
quedo parada al lado y ahí permanezco. Y cambiando canales, los vi. Y me quedé
viéndolos. No pude evitarlo.
Y me
dieron ternura.
¿De
verdad creen que la navidad apesta?
…
Ustedes
no saben siquiera lo que es la navidad.
Ò Monólogo representado dentro del proyecto “Cuentos
negros de Navidad” Codirigido por Boris Schoemann y Mahalat Sánchez, donde
Julieta asiste a la primer reunión de Antinavideños Anónimos.
Publicado
en Pliego 16, N. 1. Revista de la
Fundación para las Letras Mexicanas.