Paco Reyes
A Bernardo
Sánchez.
PERSONAJES:
Hermana
Hermano
Abuela
Mujer
de lentes obscuros
Vigilante
Maquinista
Hombre
con sombrero
Don
Caracol
Mujer
del otoño
El
padre
Atardecer.
Andén de tren. Los hermanos de pie, con una pequeña maleta. Miran las vías del
tren que marchan hacia el horizonte. Hermana mira a Hermano.
HERMANA: ¿Estás
enojado?
HERMANO: No.
HERMANA: Te ves
enojado.
HERMANO: No estoy
enojado.
HERMANA: Pero… tu cara/
HERMANO: Vamos a
sentarnos (Se sientan) No estoy enojado.
HERMANA: Bueno.
HERMANO: ¿Tienes
hambre?
HERMANA: Un poquito.
HERMANO: (Jalando la
maleta) A ver qué hay.
HERMANA: No. Es para
él.
HERMANO: Pero tienes
hambre.
HERMANA: Ya no tengo,
mira (Abre la boca y saca la lengua). ¿Ves?
HERMANO: ¿Segura?
HERMANA: Sí. Segura (Se
acuesta en las piernas de Hermano).
¿Y si no viene?
HERMANO: Va a venir.
HERMANA: ¿Y si no?
HERMANO: Deja de decir
eso o de verdad no va a llegar.
HERMANA: ¿Se ceba?
HERMANO: Sí, se ceba.
Silencio.
HERMANA: ¿Por qué nos
dejó?
HERMANO: No sé.
HERMANA: Sí sabes.
Dime.
HERMANO: No sé y no
sigas con eso.
HERMANA: No te enojes…
HERMANO: Pues deja de
preguntarme y no me enojo.
HERMANA: ¿Me perdonas?
HERMANO: Sí (le da un
beso en la frente). Duérmete. Necesitas descansar.
HERMANA: Cuéntame un
cuento.
HERMANO: Ya estás
grande para que te cuenten cuentos.
HERMANA: Por favor.
HERMANO: No me sé
ninguno.
HERMANA: Él me contaba.
HERMANO: Él. Pero yo no
soy él.
HERMANA: ¿No?
HERMANO: No.
Yo no te voy a
abandonar.
HERMANA: ¿Por qué se
fue?
Silencio.
Hermana mira fijamente a Hermano.
HERMANO:
(Se
levanta) Voy a ver si ya llega el tren (Sale).
Hermana
permanece acostada. Cierra los ojos.
ABUELA: Eres frágil, pequeña y débil. Pero
debes saber. No puedes crecer engañada. Vivir sin madre es difícil. Cuando
naciste, tu madre murió. Al llegar como hija, me quitaste a la mía. La gente
dijo que tú la mataste. No lo sé. No sabría si de verdad culparte. A veces las
cosas pasan. Sólo pasan. O pasan por
algo. Ahora tu padre se fue y no creo que puedas asimilarlo. No estás hecha
para esto. Eres frágil. Desde nacida. No pudiste respirar sola. Abrir los ojos,
caminar sola. Hablar, te cuesta. Pero debes saberlo. No mereces crecer
engañada. Estarán solos a partir de ahora. Aprende a crecer con ello. Acá nada
se ha detenido, sólo la soledad está más presente. Hoy no habrá cuento. Deberás
dormir sin escuchar. En la ausencia de palabras. Abrazando la almohada. Mañana
será otro día.
Hermana
abre los ojos.
Hermano
entra.
HERMANO. El tren va a
tardar.
HERMANA: ¿Sí?
HERMANO: Sí.
HERMANA: ¿Cuánto?
HERMANO: No sé. Hay que
esperar.
HERMANA: ¿Pero sí viene?
HERMANO: Sí.
Hermano
se sienta a su lado. Toma la maleta.
HERMANO: Comamos algo.
Después vemos qué hacemos.
HERMANA: No. Es para
él.
Entra la Mujer de lentes obscuros llevando una
pequeña maleta.
Hermano la mira. La mujer se para distante a ellos.
HERMANA: ¿Quién es?
HERMANO: No sé.
HERMANA: ¿Está esperando?
HERMANO: Seguramente.
Silencio.
Los hermanos la miran. La ignoran y siguen comiendo.
Entra el vigilante.
VIGILANTE: ¡Boletos, por favor!
La Mujer saca su boleto y lo entrega. Se aparta con
su maleta.
Vigilante va con los hermanos.
VIGILANTE: ¿Boletos?
Los hermanos se miran.
VIGILANTE: ¿Boletos?
HERMANO: No tenemos.
VIGILANTE: ¿Por?
…
VIGILANTE: ¿Qué hacen acá? ¿Esperan a alguien?
HERMANO: No, vamos.
HERMANA: A buscar a mi papá.
VIGILANTE: ¿Buscarlo? ¿A dónde van a buscarlo?
HERMANO: Lejos.
VIGILANTE: ¿Van solos?
HERMANA: No.
VIGILANTE: ¿Con quién vienen?
HERMANA: Con mi hermano.
VIGILANTE: Los niños sólo pueden viajar
acompañados de un adulto.
HERMANO: Vamos… con mi mamá.
HERMANA: ¿Con mi mamá?
HERMANO: Sí. Tú cállate.
VIGILANTE: ¿Dónde está su mamá?
HERMANO: Ahí (Señala a la Mujer de lentes
oscuros).
VIGILANTE: ¿Estos niños son suyos?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: …
HERMANO: No la moleste. No le puede contestar.
VIGILANTE: ¿Por qué?
HERMANO: Perdimos a mi padre recientemente y
desde entonces dejó de hablar. No le responde a nadie. Está triste. La luz se
le fue de la cara y sus ojos se volvieron un mar. Por eso trae los lentes, porque
no quiere que la vean llorando.
VIGILANTE: (Viendo a la Mujer de lentes oscuros) Bien.
Entonces no hay que molestarla.
HERMANO: Gracias.
…
VIGILANTE: Un momento. ¿No iban a buscar a su
padre?
HERMANA: Sí.
VIGILANTE: ¿Entonces cómo es que recientemente lo
perdieron?
HERMANO: …
HERMANA: Pues por eso vamos a buscarlo, porque
lo perdimos.
HERMANO: Claro. Si no lo hubiéramos perdido, no
lo buscaríamos.
HERMANA: Claro.
VIGILANTE: Claro... Bien, esperen un momento. El
tren tardará en llegar.
HERMANOS: Sí. Gracias
El Vigilante sale. Hermano ríe. Hermana lo mira. La
mujer se aleja un poco más.
HERMANA: ¿Ella es mamá?
HERMANO: No.
HERMANA: ¿Quién es?
HERMANO: No sé.
HERMANA: ¿Cómo era mamá?
HERMANO: Muy linda.
HERMANA: ¿Por qué se fue?
HERMANO: Por que sí. Tenía cosas que hacer.
HERMANA: ¿Papá fue a buscarla?
HERMANO: No. Papá sólo se fue.
Ya.
Duérmete.
HERMANA: No quiero dormir.
HERMANO: El viaje será largo. ¿Ves las vías del
tren?
HERMANA: Sí.
HERMANO: Vamos hasta donde acaban.
HERMANA: Es mucho.
HERMANO: Por eso, necesitas descansar.
HERMANA: …
Sí,
hermanito (Cierra los ojos).
ABUELA: Y ahora sola con ustedes dos. Tu
hermano, un pequeño vago. Me sorprenderé si logra algo en la vida. Tú, una
pequeña intentando vivir. No lo lograrás. ¿Qué voy a hacer con ustedes? Ya
estoy vieja para encargarme de lo que no puedo. Yo una carga, ustedes una
carga. Él, despreocupado. Arregló sus cosas y se fue. Sin decir nada. No
esperes que los busque o volver a verlo. No habrá llamadas. Ahora sólo el
silencio y nada más. Vivirás sola, pero si lo logras, serás independiente. ¿Lo
lograrás? Creciendo sin escuchar, sin palabras lindas en los oídos, sin historias
por la noche. Ya no más cuentos, sólo tu tristeza.
Silbato de un tren.
Hermano se incorpora.
HERMANA: ¿Viene el tren?
HERMANO: Creo que sí. Ya es hora.
Entra el tren. Se va deteniendo poco a poco soltando
vapor. Se estaciona. Los hermanos lo miran, buscan alrededor. Nadie.
HERMANO: Vamos, antes de que venga el
vigilante.
Los hermanos suben corriendo. La Mujer de lentes
obscuros los mira. Busca al vigilante. No ve a nadie. Sube con su pequeña
maleta.
Los hermanos escondidos en el vagón.
La Mujer intenta reconocer el lugar. Silbato de
tren. Sonido de vapor. La Mujer decide bajar pero el tren empieza a andar. Los
hermanos salen de su escondite.
HERMANA: Nos vamos.
HERMANO: Sí.
Celebran. Hermana se tapa la nariz. Hace gesto de
asco.
HERMANO: (Ríe) Eres una cochina.
HERMANA: No, yo no fui. Mentiroso.
HERMANO: Se lo echó el que tenga las orejas
calientes.
HERMANA: (Tocándose las orejas) Yo no fui.
HERMANO: ¿Ves? Tú fuiste. Cochina.
HERMANA: No es cierto, yo no fui.
HERMANO: ¿Entonces quién fue?
HERMANA: (Buscando. Después señala a Mujer de
lentes obscuros) Fue ella.
Los hermanos ríen. Miran a Mujer de lentes obscuros.
HERMANA: ¿Va con nosotros?
HERMANO: No.
HERMANA: ¿A dónde va?
HERMANO: No sé.
HERMANA: ¿A dónde va?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Déjenme bajar.
Necesito bajar. Debo salir. No es acá donde debo estar. Abran la puerta. Hubo
un error. Hay un error. Estamos en un error. Y el error crece. Necesito salir.
Salir del error. Quiero bajarme pero no puedo. Por favor, paren el tren y abran
la puerta. Abran la puerta (Cae rendida).
HERMANA: ¿Qué le pasa a mamá?
HERMANO: Ella no es mamá.
HERMANA: ¿Cómo era mamá?
HERMANO: Distinta.
HERMANA: ¿En qué?
HERMANO: …Siéntate y duerme. Hay que descansar.
Es noche.
HERMANA: No quiero cerrar los ojos.
HERMANO: Como quieras. Te dará sueño en
cualquier momento. Yo sí voy a dormirme (Se acuesta a dormir).
Hermana permanece viendo a la Mujer de lentes
obscuros. Se acerca a ella.
La Mujer la nota y abraza su pequeña maleta. Se aleja.
HERMANA: ¿No le desagrada este olor?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: …
HERMANA: ¿Está triste?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: …
HERMANA: Yo estoy triste. Y mi tristeza me
llena el cuerpo. ¿Cuánta tristeza cabe en el cuerpo de una niña?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: …
HERMANA: Él es mi hermano. El que está acostado
en el piso. Ahora duerme. Yo no quiero cerrar los ojos. Tengo miedo. ¿Usted
tiene miedo?
MUJER DE LENTES OSCUROS: …
HERMANA: ¿A dónde va?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: …
HERMANA: Yo voy con mi hermano a buscar a mi
padre. ¿Usted tiene padre?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: …
HERMANA: El mío se fue. Agarró su maleta y
guardó todo. Y se fue llevándose lo que tenía. Menos a mi hermano y a mí. Yo
soy pequeña. Hubiera cabido en la maleta. Mi hermano también. Pero no nos guardó.
Cerró la maleta, cerró la puerta y simplemente se fue. Lo extraño, ¿sabe? Su
ausencia alimenta mi tristeza. Y mi tristeza aumenta mi temor.
¿Usted tiene
miedo?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Sí.
HERMANA: ¿De qué?
Silencio.
HERMANA: Mi madre se fue antes que mi padre. Mi
hermano dice que era linda. A veces me habla de ella, pero cada día que pasa la
va olvidando. Yo ni siquiera la recuerdo. Por eso quiero ir con mi papá. Porque
no quiero olvidarlo.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: ¿Van solos?
HERMANA: No. Vamos juntos.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Bien.
HERMANA: ¿Usted con quién va?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Con nadie.
HERMANA: Nadie es muy afortunado de ir con
usted.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Sí.
HERMANA: ¿A dónde van?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: A un lugar.
HERMANA: ¿Lejos?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Sí.
HERMANA: Es a donde fue mi papá. Lejos. Podemos
acompañarnos si vamos al mismo lugar.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Sí…
HERMANA: ¿Si yo busco a mi papá, usted qué
busca?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Nada.
…
Lo busco a Él.
HERMANA: ¿A él?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Sí. A Él.
HERMANA: ¿Para qué?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Necesito
arreglar cuentas.
HERMANA: ¿Qué cuentas?
Silbato del tren.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Lo siento. Ya
he hablado demasiado. No puedo hablar. No debo hablar.
HERMANA: ¿Está bien?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Yo no he dicho
nada. Tú no has escuchado nada. Ve con tu hermano y duerme. Cierra los ojos y
al despertar, verás que esto fue un sueño. Yo no estaré acá. Nunca estuve acá.
HERMANA: ¿Se va a ir?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Sí.
HERMANA: Como mi mamá.
Y
como mi papá.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Como todo. Tarde
o temprano todo se acabará yendo. Acostúmbrate.
HERMANA: ¿Usted es mi mamá?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: No.
HERMANA: ¿Quiere ser mi mamá?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Detengan el
tren y déjenme salir. Me quiero bajar. Necesito bajar. Éste no es mi camino.
¿Qué hago yo acá? ¿A dónde voy? No es acá donde pertenezco. ¡Paren el tren y
abran las puertas!
El tren se detiene. Sonido de vapor liberándose.
Hermano despierta. Pasos. La mujer de lentes obscuros abre la puerta y se va.
Llega el Maquinista y mira a los hermanos.
MAQUINISTA: ¿Qué hacen acá?
Los hermanos se miran.
MAQUINISTA: No pueden estar en este tren. Este
tren es exclusivo para las vacas. No pueden venir personas a bordo. Deben
bajar.
HERMANO: ¿Cuáles vacas?
MAQUINISTA: Las que vienen en el tren.
HERMANA: ¿Las vacas viajan en tren?
MAQUINISTA: Claro. ¿Cómo querías que viajaran?
HERMANO: Que caminen.
MAQUINISTA: Silencio. No digas eso. Podrías
molestarlas y son viajeras distinguidas. Si las molestas, pondrán una queja. No
puedo permitirme una más. Perdería el empleo.
Abandonen el
tren.
HERMANA: Necesitamos ir con mi papá.
MAQUINISTA: Yo no puedo llevarlos. Las reglas son
las reglas. ¿Vienen solos?
HERMANA: Veníamos con mi mamá.
HERMANO: Ella no es mamá.
MAQUINISTA: ¿Y dónde está?
HERMANA: Se fue y nos ha dejado.
MAQUINISTA: Bueno, no pueden ir en este tren. Lo
siento, niños, deben bajarse.
HERMANO: ¿Dejaría a dos niños solos quién sabe
en dónde a mitad de la noche?
MAQUINISTA: Sí.
HERMANO: Podría pasarnos algo.
MAQUINISTA: ¿Intentas moverme el corazón?
HERMANO: (Sonriendo) Sí.
MAQUINISTA: El corazón me lo movieron hace mucho y
lo he perdido. Ahora bajen. Debo seguir mi camino.
Los hermanos bajan. El maquinista sube al tren.
Vapor saliendo. Silbato de tren. El tren avanza y se va.
HERMANA: ¿Qué vamos a hacer?
HERMANO: Esperar a que pase otro tren.
HERMANA: …
¿Tardará
mucho?
HERMANO: No sé.
HERMANA: Si tarda, me quedaré dormida y no
quiero cerrar los ojos.
…La
abuela.
HERMANO: ¿La ves?
HERMANA: Sí.
HERMANO: Tranquila. Ella no está acá.
…
HERMANA: ¿Qué hacemos?
HERMANO: Esperar. No podemos hacer otra cosa.
HERMANA: Caminar.
HERMANO: ¿Caminar?
HERMANA: Sí, caminar.
HERMANO: Es muy lejos. Y es noche.
HERMANA: Pero al menos iremos avanzando, en
lugar de estar en el mismo lugar.
HERMANO: ¿Segura?
HERMANA: Sí.
HERMANO: ¿Y si te cansas?
HERMANA: No me voy a cansar.
Empiezan a caminar. Hermano abraza a Hermana.
HERMANA: ¡La maleta!
HERMANO: ¿Qué?
HERMANA: ¡Se quedó en el tren!
HERMANO: ¿Y ahora?
HERMANA: Vamos a correr tras él.
HERMANO: No lo vamos a alcanzar.
HERMANA: ¿Qué vamos a hacer?
HERMANO: No importa. Es mejor. Caminaremos sin cargar
cosas.
HERMANA: Debemos recuperarla.
HERMANO: No importa.
HERMANA: Sí, sí importa.
HERMANO: Ya, olvídalo (La abraza). Sigamos. Mira,
la noche avanza.
Siguen caminando.
HERMANO: ¿Tienes frío?
HERMANA: Un poquito.
HERMANO: El suéter se fue en la maleta.
HERMANA: Mamá dijo que todo acabaría yéndose.
HERMANO: Ella no es mamá. Mamá era… era
diferente. La sonrisa más clara del mundo. Los ojos le brillaban como las
estrellas. Su cabello era como un tobogán por el que podías bajar los domingos
de verano. Sus mejillas eran dos manzanas y sus brazos eran tibios y fuertes.
HERMANA: La estás olvidando.
HERMANO: …
Sí.
A lo lejos, un silbido.
HERMANO: ¿Qué es eso?
HERMANA: ¿Qué?
HERMANO: No sé. ¿Un silbido?
HERMANA: Es el tren. Podemos alcanzarlo.
HERMANO: No es el tren. ¿Qué será?
HERMANA: Son grillos.
HERMANO: Los grillos no suenan así.
HERMANA: Son pájaros.
HERMANO: Los pájaros no silban de noche.
HERMANA: ¿Un murciélago?
HERMANO: Los murciélagos no silban.
HERMANA: ¿Entonces qué es?
HERMANO: No sé. ¿Vamos a ver?
HERMANA: ¿Y si es algo malo?
HERMANO: ¿Tienes miedo?
HERMANA: Sí. Y estoy triste.
HERMANO: Estoy contigo.
Vamos
a ver qué es.
HERMANA: No.
HERMANO: Bueno, yo voy a ver y tú quédate acá.
Hermana llora.
HERMANO: ¿Qué tienes?
HERMANA: Ahora te irás tú. Primero mamá,
después papá. Como todo.
HERMANO: No. Yo no te voy a dejar.
HERMANA: Entonces no te vayas.
Se abrazan.
Se escucha el silbido.
HERMANO: Ven. Vamos a ver (Toma a Hermana de la
mano y siguen el silbido).
A lo lejos, Hombre con sombrero sentado en un
muelle. Pesca a la luz de la luna. Silba.
Los hermanos se acercan poco a poco. Hombre con
sombrero los mira y sonríe. Silba más fuerte. Y mueve su caña de pescar. Los
saluda levantándose el sombrero y sigue pescando. Silba.
HERMANO: Buenas noches.
HOMBRE CON SOMBRERO: Buenas noches.
Silencio.
HERMANO: ¿Usted silba?
HOMBRE CON SOMBRERO: Sí.
HERMANO: ¿Para qué?
HOMBRE CON SOMBRERO: Me ayuda a pescar.
HERMANO: ¿Peces?
HOMBRE CON SOMBRERO: En los ríos ya
no hay peces. Murieron hace mucho. De cualquier forma, es mejor. Los peces
nunca se dejan tocar.
HERMANO: ¿Para qué los quiere tocar?
HOMBRE CON SOMBRERO: Para saber que
están ahí.
HERMANA: ¿Están ahí?
HOMBRE CON SOMBRERO: No lo sé si no
los toco.
HERMANO: Pero los ve.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Y?
HERMANO: ¿No le basta con eso?
HOMBRE CON SOMBRERO: No. No.
HERMANA: Usted es extraño.
HOMBRE CON SOMBRERO: Y ustedes son
unos fantasmas muy preguntones.
HERMANA: No somos fantasmas.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿No?
HERMANO: No.
HERMANA: ¿Por qué seríamos fantasmas?
HOMBRE CON SOMBRERO: Es de noche. Sólo
los fantasmas vienen por acá.
HERMANO: ¿Fantasmas?
HOMBRE CON SOMBRERO: Sí. ¿Los han
visto?
HERMANA: No. A ninguno.
HOMBRE CON SOMBRERO: Curioso.
Siempre andan por ahí como manchas. De cualquier forma, lo mejor es no
molestarlos. Ellos en lo suyo y yo en lo mío. ¿Están seguros de que no son
fantasmas?
HERMANO: Sí.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Puedo
tocarlos?
HERMANO: ¿Para qué?
HOMBRE CON SOMBRERON: Para ver que
no son fantasmas.
HERMANA: No somos.
HOMBRE CON SOMBRERO: (Poniéndose de
pie) Entonces los tocaré.
Hombre con sombrero se acerca a ellos. Los toca.
Ellos son un poco reticentes. Después comienzan a reír mientras el Hombre con
sombrero los examina.
HOMBRE CON SOMBRERO: Los he tocado
y veo que son reales. Ahora sólo falta algo. ¿Puedo olerlos?
HERMANO: ¿Olernos?
HOMBRE CON SOMBRERO: ¡Claro!
HERMANO: Guácala. ¿Para qué?
HOMBRE CON SOMBRERO: Para confirmar
que existen. ¿Puedo olerlos?
HERMANO: No.
HERMANA: Yo no huelo.
HOMBRE CON SOMBRERO: Todo lo que
está vivo tiene olor.
HERMANO: ¿Y lo muerto?
HOMBRE CON SOMBRERO: Huele más. Y
no son olores agradables. Si ustedes están vivos, deben oler bien.
HERMANA: (Oliéndose) Yo huelo bien.
HERMANO: Yo también.
HOMBRE CON SOMBRERO: Sólo lo sabré
al olerlos. ¿Puedo olerlos?
HERMANO: Me da asco.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Por?
HERMANO: No sé.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Qué escondes?
La gente que no se deja oler es porque esconde algo.
HERMANO: No escondo nada.
HOMBRE CON SOMBRERO: Entonces te
dejarás oler.
HERMANO: Bueno…
HOMBRE CON SOMBRERO: (Los huele.
Después, se arregla el sombrero) Bien. No son fantasmas.
HERMANA: Se lo dijimos.
HOMBRE CON SOMBRERO: No se puede
confiar mucho en estos días.
HERMANA: Bien.
HERMANO: (Oliéndose discretamente) ¿Qué hace
acá?
HOMBRE CON SOMBRERO: Ya te dije. Estoy
pescando.
HERMANA: ¿Ha pescado mucho?
HOMBRE CON SOMBRERO: Un poco. Un
mucho. Un algo.
HERMANO: ¿Qué ha pescado?
HOMBRE CON SOMBRERO: Algunas cosas.
Puedo enseñárselas si prometen guardar silencio.
HERMANA: Sí.
HERMANO: Prometido.
HOMBRE CON SOMBRERO: Bien. He pescado
esto (Saca distintos objetos: latas, zapatos, basura en general).
HERMANO: ¿Para qué quiere eso?
HOMBRE CON SOMBRERO: Es mi tesoro.
Todo lo que poseo. Lo tengo acá conmigo y puedo tocarlo una y otra vez. Nunca
dejaré de tocarlo. Ni de olerlo.
HERMANO: Es pura basura.
HOMBRE CON SOMBRERO: Cuida tus
modales, jovencito. Es de mis propiedades de lo que estás hablando.
HERMANO: Perdón.
HOMBRE CON SOMBRERO: Perdonado.
HERMANO: Gracias.
HOMBRE CON SOMBRERO: Bien, yo ya
hablé, es su turno. ¿Qué hacen ustedes acá?
HERMANO: Vamos a buscar a mi papá.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Su papá?
¿Tuvieron un papá?
HERMANO: Claro.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Lo tocaron?
HERMANO: No.
HERMANA: Algunas veces.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Lo olieron?
HERMANOS: No.
HERMANO: ¿Para qué?
HOMBRE CON SOMBRERO: Para
comprobar. ¿En dónde van a buscarlo?
HERMANA: Lejos.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Fue para
allá?
HERMANO: Sí.
HOMBRE CON SOMBRERO: Todos van para
allá.
HERMANA: ¿Sí?
HOMBRE CON SOMBRERO: Claro. Como
Don Caracol.
HERMANA: ¿Don Caracol?
HOMBRE CON SOMBRERO: (Señalando el
piso del muelle) Don Caracol.
HERMANA: Es muy pequeño.
HOMBRE CON SOMBRERO: En realidad,
para su especie, es muy grande.
HERMANO: ¿Es su amigo?
HOMBRE CON SOMBRERO: Nos llevamos.
Platicamos de vez en vez. No me gusta interrumpirlo en lo que está. Necesita
concentrarse.
HERMANA: ¿Qué hace?
HOMBRE CON SOMBRERO: Está viajando.
HERMANO: ¿A dónde va?
HOMBRE CON SOMBRERO: Lejos.
HERMANA: ¿También?
HOMBRE CON SOMBRERO: Claro. Todos
van para allá. Él lleva exactamente dos semanas desde que inició su camino. Y
desde entonces hasta ahora ha recorrido de aquí, a acá.
HERMANO: ¿Sólo eso?
HOMBRE CON SOMBRERO: ¡Es mucho!
HERMANO: Es nada.
HOMBRE CON SOMBRERO: Nada para ti.
Para él es gran parte de su vida.
HERMANO: Así no va a llegar nunca.
HOMBRE CON SOMBRERO: Claro que va a
llegar. Tarde pero va a llegar.
HERMANO: Sería más rápido si nosotros lo
llevamos.
HOMBRE CON SOMBRERO: Tranquilo,
pequeño. No lo toques o podría molestarse y tiene un carácter terrible. Como
sea, lo mejor es no enfadarlo.
HERMANO: Sería para hacerle un favor.
HOMBRE CON SOMBRERO: Hace dos
semanas, estaba yo acá sentado, intentando sacar del agua una llanta que se
resistía cuando él llegó levantando sus antenas y dijo que vino a despedirse.
Me dijo que se iba, me extendió la mano y empezó el camino. Una semana después,
estaba sentado acá intentando sacar del agua un calcetín cuando una tormenta se
miró a lo lejos. Tuve poco tiempo, apenas el necesario para poner a resguardo
mis cosas. El aire llegó fuerte trayendo consigo la lluvia. Corrí para
protegerme y recordé a Don Caracol. Así que regresé, quise tomarlo para
llevarlo conmigo pero me retó con la mirada. Y sin pestañear siquiera, dijo:
DON CARACOL: Déjame en paz.
HOMBRE CON SOMBRERO: Pero debo
protegerte.
DON CARACOL: Yo iré solo.
HOMBRE CON SOMBRERO: Hombre, pero
te vas a mojar.
DON CARACOL: Mejor. Me gusta la lluvia.
HOMBRE CON SOMBRERO: Sólo es un
favor.
DON CARACOL: El favor será que me dejes hacer mi
recorrido.
HOMBRE CON SOMBRERO: Pero a esta
velocidad…
DON CARACOL: En la vida cada quien tiene su ritmo.
Yo encontré el mío y me viene bien. Esta velocidad me permite conocer
perfectamente todo el espacio que recorro. Me da tiempo para ver y entender el
mundo por el que paso.
HOMBRE CON SOMBRERO: Como quieras.
Sería más fácil si te ayudo a adelantar un poco.
DON CARACOL: Para poder llegar, tienes que
recorrer. No hay camino si no pasas por. Ayúdame a hacer mi camino dejándome
recorrerlo.
HOMBRE CON SOMBRERO: Y continuó
marchando. Ese día no pude hacer más que sentarme a su lado y mirarlo andar.
Acompañándolo en sus pasos, dejando que fuera él quien moviera las piernas, y
yo sólo dando ánimo con mi presencia. Fue una buena noche. Al terminar la
lluvia, salieron las estrellas.
HERMANO: ¿Cuáles piernas? Yo sólo veo que se
arrastra.
HOMBRE CON SOMBRERO: Porque le
gusta la tierra.
HERMANA: ¿Y algún día va a llegar?
HOMBRE CON SOMBRERO: ¡Claro que va
a llegar! Apuesto todas mis riquezas a que llega. A su debido momento, lo hará.
Como ustedes. ¿Ustedes van a llegar?
HERMANO: Eso espero. Aunque perdimos el tren.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿El tren?
¿Para qué quieres el tren? Hay muchas formas de llegar. Basta con que en verdad
quieras hacerlo. Cuando no quieres, nada es posible. Cuando quieres, todo
sucede. Es así.
HERMANA: Sí vamos a llegar. ¿Verdad, hermanito?
HERMANO: …Sí.
HOMBRE CON SOMBRERO: Bien,
entonces… ¿qué hacen aquí?
HERMANA: Estamos en camino.
HERMANO: Veníamos en un tren de vacas pero nos
descubrieron y nos hicieron bajar.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Vacas?
HERMANO: Sí, vacas.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Las tocaron?
HERMANA: Las olimos.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Qué hacían en
un tren de vacas?
HERMANO: Queríamos hacer el viaje.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Los vieron
las vacas?
HERMANA: No.
HOMBRE CON SOMBRERO: Tal vez los
olieron.
HERMANO: No creo. Nos bajaron.
HERMANA: Y olvidamos nuestra maleta.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Una maleta?
¿Traían una maleta?
HERMANA: Sí.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Para qué?
HERMANA: Para llevar comida a mi papá. Lo que a
él le gusta.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿La tocaron?
HERMANO: ¿La comida?
HOMBRE CON SOMBRERO: Y la maleta.
HERMANA: La olimos.
HOMBRE CON SOMBRERO: Contundente.
HERMANO: En el tren venía una mujer.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿La tocaron?
HERMANO: No, y tampoco la olimos.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Y cómo saben
que venía?
HERMANA: Yo hablé con ella.
HOMBRE CON SOMBRERO: Hablar no es
confiable.
HERMANO: Estás hablando con nosotros.
HOMBRE CON SOMBRERO: Pero antes ya
los he tocado. Y los he olido.
HERMANA: Yo la escuché.
HOMBRE CON SOMBRERO: Bien. Yo tenía
un amigo. Hace algún tiempo. Creía que éramos buenos amigos. Era mi mejor
amigo. Yo siempre le hablaba y él siempre me respondía. Aunque repetía una y
otra vez exactamente lo mismo que yo decía. Al inicio me molestaba, pero
terminé acostumbrándome. Pensé que era su forma de relacionarse. Yo nunca lo
veía, pero le escuchaba contestarme. Un día quise conocerlo y le empecé a
hablar. En silencio fui siguiendo el sonido de su voz sin que se diera cuenta.
No quería asustarlo. Poco a poco me fui acercando y su voz se hacía cada vez
más fuerte y resonaba en las paredes. Hasta que llegué a donde estaba. Y no. No
lo vi. Nunca estuvo. Sólo descubrí que llevaba tiempo hablando con mi eco.
Haciéndome preguntas a mí mismo. Creyendo tener un amigo, un gran amigo, a mi
mejor amigo… cuando en realidad, estaba completamente solo. Desde entonces todo
lo toco y lo huelo. Es mejor estar seguro.
…
HERMANA: Lo siento.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Qué?
HERMANA: Lo de tu amigo.
HOMBRE CON SOMBRERO. No fue tu
culpa, no te preocupes. Como sea, lo mejor siempre es oler y tocar.
HERMANA: Pero yo sí la vi. Y hablé con ella.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿De qué
hablaron?
HERMANA: De muchas cosas. Hablar con ella fue
como hablar con mi mamá.
HERMANO: Ella no es mamá. Tú ni siquiera
conociste a mamá.
HERMANA: Tú la estás olvidando.
Silencio.
HOMBRE CON SOMBRERO: Bueno… ¿y de
qué hablaron?
HERMANA: Me dijo cosas de ella.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Cómo qué?
HERMANA: Chismoso.
HOMBRE CON SOMBRERO: Son las
primeras noticias que me llegan sin que el río me las traiga. O las primeras
noticias que tendré que no son de fantasmas.
HERMANO: Los fantasmas no existen.
HOMBRE CON SOMBRERO: Acá vienen
muchos.
HERMANO: ¿Los has tocado?
HOMBRE CON SOMBRERO: No.
HERMANO: ¿Y los has olido?
HOMBRE CON SOMBRERO: Tampoco.
HERMANO. ¿Entonces cómo estás seguro?
HOMBRE CON SOMBRERO: Porque son
fantasmas. No los puedes oler ni tocar.
HERMANO: …
HOMBRE CON SOMBRERO: Bien. Cuéntame
algo. Un poco, al menos. Necesito saber. Saber de la gente. Recordar a la
gente.
HERMANA: Pero son cosas de ella.
HOMBRE CON SOMBRERO: Si me cuentas
algo, te daré algo a cambio.
HERMANA: ¿Sí?
HOMBRE CON SOMBRERO: Sí. ¿Qué
quieres?
HERMANA: No sé. ¿Qué tienes?
HERMANO: No le digas nada.
HOMBRE CON SOMBRERO: Tengo…
zapatos, sombreros, corcholatas, bolsas, llantas, botellas, papalotes, tazas,
tenedores, cucharas, muñecas viejas, teteras, zapatillas, balones desinflados,
redes de pescar, troncos, bacinicas, adornos para fiestas, botellas de
plástico, abanicos, platos desechables… cualquier cosa que el hombre le regale
al río, el río me lo regala. Se garantiza su completa satisfacción y en caso de
inconformidades podemos tratar algún arreglo que convenga a ambas partes.
Salida la mercancía no se aceptan reclamos o devoluciones. Cheque bien su
cambio y no aceptamos pagos en efectivo.
Bien, ahora dime
qué deseas y obtendré a cambio tus palabras.
HERMANA: (Lo mira. Mira las cosas que hay) Quiero
tu caña de pescar.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Qué?
HERMANA: Tu caña de pescar.
HOMBRE CON SOMBRERO: Pero… si te la
doy, ya no podré sacar nada.
HERMANA: Está bien. Entonces tendrás más cosas
pero no tendrás noticias.
HOMBRE CON SOMBRERO: Las niñas son
buenas, son bonitas y son obedientes... Una niña no puede ser mala. Una niña no
debe ser mala. Las niñas no deben cometer faltas a un adulto y deben obedecer a
los adultos.
HERMANA: ¿Sí?
HOMBRE CON SOMBRERO: ¡Claro!
HERMANO: Y las niñas tampoco pueden estar
contando cosas que no son suyas.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Serían
capaces de dejar a este hombre en la necesidad de noticias y recuerdos?
HERMANO: Sí.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Dejarían así
a un pobre hombre que ha estado solo y al fin recibe algo que no llega por el
agua?
HERMANO: ¿Nos quieres mover el corazón?
HOMBRE CON SOMBRERO: …Sí.
HERMANO: No está funcionando.
HERMANA: ¿Por qué no sabes nada de nadie?
HOMBRE CON SOMBRERO: Porque he
estado acá solo. Antes mi compañero era Don Caracol. Y ha decidido irse.
HERMANO: ¿Por qué no te vas?
HOMBRE CON SOMBRERO: No puedo.
…
Por la noche.
…
Yo amo la noche. Es mi momento
favorito en la vida. Un día pedí que me regalaran una noche hermosa y eterna. Y
el río me trajo a este muelle, donde la noche impregnó mi vida. Desde entonces
estoy acá y soy feliz, pero no me puedo ir o la perderé. Sólo puedo tenerla
estando acá. Ahora vivo en mi noche estrellada, pero ya no puedo ver a nadie.
Es mi premio. Y mi castigo.
HERMANA: ¿No extrañas?
HOMBRE CON SOMBRERO: Algunas veces.
Pero el río es bueno. El río me trae cosas. Cosas que me ayudan a recordar. Aunque
no es lo mismo. Nunca es lo mismo.
HERMANA: Está bien. Te voy a contar de esta
mujer.
HOMBRE CON SOMBRERO: Gracias.
HERMANO: No lo hagas.
HERMANA: Lo necesita.
HOMBRE CON SOMBRERO: Dime, ¿cómo
era?
HERMANA: Era… muy alta, con los cabellos
dorados como el sol.
HOMBRE CON SOMBRERO: No me gusta el
sol.
HERMANA: Ella era así.
HERMANO: Es mentira.
HERMANA: Es mi historia. Tú cállate.
Vestía toda de
negro y tenía unos lentes obscuros que le tapaban la cara.
HOMBRE CON SOMBRERO: Por el sol. Es
lo que hace, te obliga a cubrirte. Y a veces no te deja ver.
HERMANA: Ella era así.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Qué hacía en
el tren?
HERMANA: Estaba buscando.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Qué buscaba?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Lo busco a Él.
HERMANA: ¿A él?
MUJER DE LENTES OBCUROS: Sí. A Él.
HERMANA: ¿Para qué lo busca?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Ajustar
cuentas.
HERMANA: ¿Qué cuentas debe ajustar?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Estoy enojada
con la vida.
HERMANA: ¿Por qué?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Porque me
duele el dolor humano. Me duele ver que a todos nos falta algo. Si somos a su
imagen, Él está incompleto. ¿Entonces para qué nos mandó al mundo? ¿Qué sentido
tiene?
HERMANA: ¿Quién es él?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Nuestro padre.
HERMANA: ¿Nuestro padre?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Claro. Y es
hora de ajustar cuentas. Hay que acabar con el dolor.
HERMANA: ¿Cómo?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Si el dolor es
una manifestación del mundo, el dolor se acabará terminando con el mundo.
Entonces hay que matar al mundo.
HERMANA: ¿Eso se puede?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Estamos en
camino.
HERMANA: Pero… a mí me gusta el mundo.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Porque eres
pequeña. Pero crecerás y te irán llegando las tristezas.
HERMANA: ¿Es necesario?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: ¿Qué?
HERMANA: Que te lleguen las tristezas.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: A todos nos
tiene que llegar la tristeza en la vida.
HERMANA: A mí me llegaron desde que nací.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Niña precoz.
HERMANA:
¿Hay que destruir el mundo para destruir el dolor?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: La única forma
de salvar el mundo sería encontrarlo a Él.
HERMANA: ¿Dónde está?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Se fue. O se
escondió. Es lo mismo.
HERMANA: ¿En dónde?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Lejos.
HERMANA: Allá está mi papá.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Claro, es
nuestro padre.
HERMANA: ¿Nuestro padre?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Todos somos
sus hijos.
HERMANA: No es cierto. Yo sólo tengo un
hermano.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: ¿Ves? Hay
mucho que reclamarle... Cosas que decirle.
HERMANA: ¿Qué le va a decir?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: …
En esta maleta,
traigo una bomba.
HERMANA: ¿Una bomba?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Para acabar
con todo. Empezando con Él.
HERMANA: Pero es mi papá.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Es necesario.
Silencio.
HERMANA: ¿Y si no lo encuentra?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Entonces
destruiré el mundo. La bomba sirve para lo mismo.
HERMANA: ¿Nos va a matar a todos?
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Sí, lo siento.
Pero no es por ser mala persona, es porque quiero salvarte.
HERMANA: Pero… yo quiero encontrar a mi papá.
Si destruye el mundo, no podré encontrarlo.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Si nuestro
padre no se hubiera ido, no tendrías que buscarlo. Todo es su culpa. Una
pequeña como tú no se merece esto. Por eso es mejor acabar con todo. Así no
sufrirás más por las ausencias.
Silbato del tren.
MUJER DE LENTES OBSCUROS: Lo siento. Ya
he hablado demasiado. No puedo hablar. No debo hablar.
HERMANA: Y empezó a gritar. Y el tren paró y
nos bajaron. Ella se fue. Tal vez en este momento ya haya llegado. Tal vez ya
lo haya encontrado... O tal vez esté queriendo explotar al mundo.
HERMANO: Estás inventando todo.
HERMANA: Tú estabas dormido.
HERMANO: No era rubia.
HERMANA: Yo la vi.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿La tocaste?
HERMANA: No. Pero la olí.
HOMBRE CON SOMBRERO: (Entregando su
caña de pescar a Hermana) Ten. Te la has ganado. Cumpliste tu palabra.
HERMANA: Gracias.
HOMBRE CON SOMBRERO: De nada. Sólo
te pido un favor. Si el mundo no explota, cuídala (Regresa a su lugar en el
muelle. Se sienta y mira el reflejo de la luna en el río).
HERMANO: Vámonos.
HERMANA: ¿Estarás bien?
HOMBRE CON SOMBRERO: Sí. Que el
mundo se termine, será lo mejor. Tal vez en la muerte nos encontremos.
HERMANA: Tal vez.
HOMBRE CON SOMBRERO: Así volveré a
verla.
HERMANO: ¿A quién?
HOMBRE CON SOMBRERO: (Señalando el
río) A ella.
HERMANO: ¿Cuál ella?
HOMBRE CON SOMBRERO: Miren el río,
¿qué ven?
HERMANA: La luna.
HOMBRE CON SOMBRERO: No es la luna.
Es el brillo de sus ojos. Es lo único que puedo recordar de ella en esta bella
noche. Desde que la vi, paso el tiempo en este muelle, intentando sacar el
brillo del agua, pero sólo logro pescar cosas que he ido atesorando, esperando
el momento para obtener lo que verdaderamente quiero: A ella. Algún día vendrá
a mí.
HERMANA: ¿Dónde está?
HOMBRE CON SOMBRERO: No sé. La
estoy esperando.
HERMANO: ¿Va a venir?
HOMBRE CON SOMBRERO: Ella me
encontrará.
HERMANO: ¿Sabe que está acá?
HOMBRE CON SOMBRERO: Ella me
encontrará.
HERMANA: Cuénteme de ella.
HOMBRE CON SOMBRERO: Si quieres
saber, deberás dar algo a cambio.
HERMANA: ¿Qué quiere?
HOMBRE CON SOMBRERO: Podría ser esa
caña tan bonita que tienes.
HERMANA: Pero ésta me la dio usted.
HOMBRE CON SOMBRERO: Es lo que me
gustaría a cambio de mi historia.
HERMANO: Dásela. A ti no te sirve para nada.
HERMANA: Está bien.
Se la daré
cuando nos cuente.
HERMANO: Vámonos ya. ¿Para qué quieres que te
cuente?
HERMANA: Papá me contaba historias en la noche.
HERMANO: Si quieres ver a papá, vámonos. Aún
tenemos mucho camino.
HERMANA: Cuenta.
HOMBRE CON SOMBRERO: Bien. Esto es
así. Era ese momento en el año en que la brisa pasa y las hojas de los árboles
comienzan a caer.
Atardecer. Hojas de árboles cayendo.
MUJER DEL OTOÑO: (Recoge una hoja, la huele y
dice un nombre. Así con cada hoja) Roberto… Bernardo… Manuel… Iván… Jorge…
Alejandro… Pablo… Oscar…
Hombre con sombrero la mira atento. La sigue.
MUJER DEL OTOÑO: Alberto.
HOMBRE CON SOMBRERO: No. Abeto.
Se miran.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Perdón?
HOMBRE CON SOMBRERO: Abeto. Esa
hoja es de un Abeto.
MUJER DEL OTOÑO: No. Es de Alberto. Esta es la
carta que me escribió al irse.
HOMBRE CON SOMBRERO: No es una
carta. Es una hoja de árbol. De un Abeto. Caen ahora por el otoño. Empieza el
otoño.
MUJER DEL OTOÑO: (Con sonrisa incómoda) Sí,
claro (Silencio breve y sigue recogiendo hojas). Emiliano… Jaime… Edgardo…
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Perdón… qué
hace?
MUJER DEL OTOÑO: Perdón… ¿puedo ayudarle en
algo?
HOMBRE CON SOMBRERO: La veo un poco
preocupada. ¿Puedo ayudarle yo?
MUJER DEL OTOÑO: No, gracias. Estoy bien.
HOMBRE CON SOMBRERO: No me gustaría
incomodarla.
MUJER DEL OTOÑO: No me incomoda.
HOMBRE CON SOMBRERO: Entonces le
ayudo.
MUJER DEL OTOÑO: Estoy bien, gracias.
HOMBRE CON SOMBRERO: No es ninguna
molestia.
MUJER DEL OTOÑO: No, para nada.
HOMBRE CON SOMBRERO: Entonces le
ayudo.
MUJER DEL OTOÑO: No, gracias.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿De verdad?
MUJER DEL OTOÑO: Sí (Mujer del otoño se aleja.
Sigue recogiendo hojas. Cada hoja la revisa con cuidado, la huele y dice un nombre
distinto).
HOMBRE CON SOMBRERO: (Mira a Mujer
del otoño. Toma una hoja y la huele) Encino (tira la hoja).
MUJER DEL OTOÑO: (Se acerca corriendo, recoge la
hoja, la huele y la protege) No tiene derecho.
HOMBRE CON SOMBRERO: Usted perdone.
Me dio curiosidad.
MUJER DEL OTOÑO: Él no tuvo la culpa. Todo
sucedió así.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Él?
MUJER DEL OTOÑO: Rodrigo. Tuvo que irse.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿A dónde se
fue?
MUJER DEL OTOÑO: Tuvo que volver.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿A dónde?
MUJER DEL OTOÑO: Allá.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Y qué hace
allá?
MUJER DEL OTOÑO: Trabaja.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Por qué no
trabaja acá?
MUJER DEL OTOÑO: Porque es allá donde se debe
trabajar. Acá no es posible. No es lo mismo.
HOMBRE CON SOMBRERO: El trabajo es
lo mismo. Sea donde estés.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Sí? Qué bien.
…
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Por qué
levanta hojas?
MUJER DEL OTOÑO: ¿Hojas?
HOMBRE CON SOMBRERO: Sí, hojas. De
los árboles. Las que lleva en la falda.
MUJER DEL OTOÑO: …Una dama no habla con
desconocidos.
HOMBRE CON SOMBRERO: Perdone. Es
verdad que no me presenté. Soy yo.
MUJER DEL OTOÑO: Mucho gusto.
HOMBRE CON SOMBRERO: El gusto es
mutuo. Ahora ya podemos hablar.
MUJER DEL OTOÑO: Claro.
HOMBRE CON SOMBRERO: Antes de todo…
¿puedo tocarla?
MUJER DEL OTOÑO: ¡Soy una dama!
HOMBRE CON SOMBRERO: Eso no lo
dudo. Sólo quiero saber que existe. Para eso debo tocarla.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Puedo olerlo?
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Olerme?
MUJER DEL OTOÑO: Para saber que no lo conozco.
HOMBRE CON SOMBRERO: Bien. Si usted
permite que la toque.
Mujer del otoño mira con desconfianza a Hombre con
sombrero. Tras un momento, extiende su brazo. Hombre con sombrero se acerca y
lo toca discretamente. Ella lo huele.
MUJER DEL OTOÑO: Su olor es nuevo.
HOMBRE CON SOMBRERO: Y usted es
real.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Qué hace por acá?
HOMBRE CON SOMBRERO: Venía.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Venía?
HOMBRE CON SOMBRERO: Y pasaba.
MUJER DEL OTOÑO: Claro.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Usted qué
hace acá?
MUJER DEL OTOÑO: Me deshago.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Cómo?
MUJER DEL OTOÑO: En partes. Voy cayendo. E
intento recogerme (Sigue levantando hojas, las huele y dice un nombre con cada
una).
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Por qué se
deshace?
MUJER DEL OTOÑO: Porque ya no puedo mantenerme
en pie. Ha sido tanto el tiempo. Sólo puedo recordarlos a ellos.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Ellos?
MUJER DEL OTOÑO: Recuerdos que se van muriendo y
piden irse.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Y por qué no
les deja irse?
MUJER DEL OTOÑO: Porque me quedaría sola. Ya se
fueron ellos, al menos que los recuerdos me queden (Levanta una hoja, la
huele). Edgar. Llegó una tarde en que no esperaba. Estaba sentada ahí, oliendo
el aire. Y él apareció. Fue amor a primera vista. Estuvimos juntos, caminando,
tomados de la mano. Y cuando mejor estábamos, tuvo que partir. Problemas con su
madre, debía atenderla. Así que se fue y prometió volver.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Volvió?
MUJER DEL OTOÑO: (Sonríe. Mira a su alrededor.
Toma otra hoja. La huele). Leonardo. Pasó buscando aventuras y detuvo su vida
por un momento en la mía. Tras terminar su aventura, se fue en busca de otras
más.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Prometió
volver?
MUJER DEL OTOÑO: (Mira fijamente a Hombre con
sombrero. Toma otra hoja y la huele). Edgardo. Nos vimos una vez en lo alto de
un puente. El primer beso fue maravilloso. Los siguientes fueron perdiendo
frescura. Hasta que se secaron. Terminó yéndose. (Toma otra hoja, la huele. Un
momento) Él es Jorge. De él prefiero no hablar (Guarda la hoja).
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Por qué las
huele?
MUJER DEL OTOÑO: Cada quien tiene su propio
olor. Pero ya son tantas las que han caído… podría confundirlas. Oliendo las
reconozco. ¿Tú no hueles?
HOMBRE CON SOMBRERO: La verdad, no.
MUJER DEL OTOÑO: Oler es necesario. ¿Cómo puedes
ir en la vida sin oler?
HOMBRE CON SOMBRERO: Puedo ver,
puedo tocar.
MUJER DEL OTOÑO: Pero oler… ¿para qué tienes
entonces tu nariz?
HOMBRE CON SOMBRERO: Para respirar.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Un mundo sin oler? El olor es
lo que diferencia una cosa de otra. ¿No sabes oler?
HOMBRE CON SOMBRERO: Supongo que
sí.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Qué hueles?
HOMBRE CON SOMBRERO: Las flores… la
tierra mojada… el café… la comida rica… algunos malos olores…
MUJER DEL OTOÑO: Desperdicias tu nariz.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Para qué más
podría usarla?
MUJER DEL OTOÑO: Para recordar y saber que
existes. ¿Cómo sabes que existes si no tienes aroma? ¿Cómo sabes que algo es si
no lo hueles?
HOMBRE CON SOMBRERO: Puedo tocarlo.
MUJER DEL OTOÑO: Debes olerlo. Tocar no basta.
El olor te permite recordar. No es el olor de las cosas lo que en realidad importa,
es lo que te hace recordar. Debes oler. Promételo.
HOMBRE CON SOMBRERO: Si usted me lo
pide, prometo que lo haré.
MUJER DEL OTOÑO: Bien (Levanta otra hoja, la
huele). Luis.
HOMBRE CON SOMBRERO: Ha conocido a
muchos hombres.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Qué estás queriendo decir?
HOMBRE CON SOMBRERO: No, nada.
Perdón.
MUJER DEL OTOÑO: Un poco de respeto, por favor.
HOMBRE CON SOMBRERO: No quise
faltarlo. Es sólo que la veo perdiendo y recogiendo. Y…
MUJER DEL OTOÑO: Y así paso los días.
Deshaciéndome. Cayéndome. Buscándome. Esperando el momento en que por fin
llegue.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Qué?
MUJER DEL OTOÑO: Él. Llegará y echará raíces. Y
bajo la tierra nos uniremos para no separarnos más. Juntos para toda la vida.
Hasta que la muerte por fin nos una.
HOMBRE CON SOMBRERO: Hombre… eso
suena muy bonito.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Crees que sea imposible?
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Qué?
MUJER DEL OTOÑO: ¿Echar raíces con alguien?
HOMBRE CON SOMBRERO: No, claro que
no. Menos para alguien tan hermosa como usted.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Me ves hermosa?
HOMBRE CON SOMBRERO: Mucho. Es muy
linda. Y sus ojos… tienen un brillo muy particular. Tan inmenso…Si pudiera
tocarlo, sería el hombre más feliz. Cualquier hombre estaría bien a su lado. En
especial, alguien como yo.
MUJER DEL OTOÑO: No digas mentiras. De tanto
esperar, se me están cayendo las hojas y tengo ya la piel arrugada.
HOMBRE CON SOMBRERO: Eso le hace
ver más hermosa aún.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Tardará? Ese hombre… ¿tardará?
HOMBRE CON SOMBRERO: Tal vez ya
llegó.
MUJER DEL OTOÑO: (Oliendo el aire) ¿Dónde está?
HOMBRE CON SOMBRERO: Muy cerca de
usted.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Crees que quiera echar raíces?
¿Sabré yo aún echar raíces? Ha pasado tanto tiempo… A veces el árbol crece
tanto que las raíces se le olvidan.
HOMBRE CON SOMBRERO: Eso deberán
descubrirlo los dos. Deberemos.
MUJER DEL OTOÑO: ¿No me engañas?
HOMBRE CON SOMBRERO: No.
MUJER DEL OTOÑO: Entonces parte pronto. No sea
que te vea acá y lo asustes. Podría pensar mal y yo soy una dama.
HOMBRE CON SOMBRERO: Pero…
MUJER DEL OTOÑO: Nada. Gracias por acompañarme
en esta espera. Pero ahora déjame sola. Si es verdad que ya viene, debo prepararme.
HOMBRE CON SOMBRERO: Pero…
MUJER DEL OTOÑO: Gracias por las buenas nuevas.
Al fin… echar
raíces y empezar a retoñar.
Silencio.
El Hombre con sombrero levanta su sombrero como
despedida y empieza el camino. Cabizbajo.
MUJER DEL OTOÑO: Perdón… he sido una descortés.
Debí preguntar también sobre ti. Las relaciones se establecen entre dos
personas. ¿Dime, qué haces tú por acá?
HOMBRE CON SOMBRERO: Venía.
MUJER DEL OTOÑO: Cierto, me lo dijiste. ¿A dónde
vas?
HOMBRE CON SOMBRERO: A buscar una
noche eterna.
MUJER DEL OTOÑO: ¿Con estrellas en el cielo?
HOMBRE CON SOMBRERO: Muchas.
Tintineando a cada momento.
MUJER DEL OTOÑO: Y uno sentado viéndolas.
HOMBRE CON SOMBRERO: A la orilla de
un muelle.
MUJER DEL OTOÑO: Mojando los pies en el río.
HOMBRE CON SOMBRERO: Oliendo la
brisa.
MUJER DEL OTOÑO: Qué hermoso. Ojalá él tenga tus
mismos gustos para poder compartirlos. ¿Te imaginas? Una noche eterna, sentados
a la orilla de un muelle y mojando los pies. Con la brisa trayendo aromas.
Una hoja cae.
MUJER DEL OTOÑO: Ahora tengo ya otro recuerdo.
HOMBRE CON SOMBRERO: (Viendo una
hoja seca) Fue así como la dejé. Y por fin llegué a donde en verdad quería
estar. Tal vez un día ella se canse de esperar y venga. O despierte. Tal vez
saque los pies del suelo y decida empezar a andar. Entonces me encontrará acá,
tendré en mí el brillo de sus ojos y miraremos las estrellas mientras/
HERMANO: ¿Y si no viene?
HOMBRE CON SOMBRERO: …
Seguirán cayendo
las hojas.
HERMANA: Lo siento.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Por qué? Tú
no tienes la culpa.
Silencio.
HOMBRE CON SOMBRERO: (Guardando su
hoja) Bien, ustedes deben continuar su camino.
HERMANO: Sí.
HERMANA: Gracias.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿De qué?
HERMANA: Por la historia.
HOMBRE CON SOMBRERO: De nada. Pero
ahora debes entregar algo.
HERMANA: Claro (Le entrega la caña). ¿Estará
bien?
HOMBRE CON SOMBRERO: Estoy en mi
noche. No puedo estar mejor.
HERMANA: ¿La esperará?
HOMBRE CON SOMBRERO: Claro.
Siempre.
HERMANO: Debería olvidarse de eso. Ella nunca
vendrá.
HERMANA: Tal vez usted deba irse. Como todo.
HOMBRE CON SOMBRERO: No. Acá es a
donde pertenezco.
HERMANO: Usted ya echó raíces. (A Hermana)
Vámonos.
HERMANA: Sí.
Hermano inicia el camino. Hermana regresa con Hombre
con sombrero.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Olvidaste algo?
HERMANA: No pero… es como si no me pudiera ir.
HOMBRE CON SOMBRERO: Anda.
Encuentra a tu papá antes que se destruya el mundo.
HERMANA: Tal vez no se acabe.
HOMBRE CON SOMBRERO: Dependerá de
esa mujer.
HERMANA: Cuando el tren se detuvo…
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Sí?
HERMANA: Cambié la maleta. Ella se llevó la
nuestra.
HOMBRE CON SOMBRERO: Está muy mal.
No debiste hacer eso. Ella quiere acabar con su padre.
HERMANA: Por eso. Debía protegerlo.
HOMBRE CON SOMBRERO: Si debe pasar,
pasará. Las cosas pasan por algo. O sólo pasan.
HERMANA: Eso dice mi abuela.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Qué?
HERMANA: Que las cosas pasan por algo. O sólo
pasan.
HOMBRE CON SOMBRERO: Hazle caso.
Las abuelas hablan con verdad.
HERMANA: La mía no me gusta. Me da miedo.
HOMBRE CON SOMBRERO: Aprende a
vivir con eso.
HERMANA: Sí… Gracias.
HOMBRE CON SOMBRERO: De nada.
Ahora, ve. Tu hermano te espera.
HERMANA: Sí. Si algún día decide irse de acá,
puede venir a visitarme.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Por qué me
iría de acá?
HERMANA: Para dejar de recordar. Y volver a
vivir (Va con Hermano).
Hombre con sombrero los mira irse. Levanta el
sombrero en despedida. Silba. Pesca.
HERMANO: ¿Qué le dijiste?
HERMANA: Nada. Vamos.
HERMANO: ¿Estás bien? ¿Estás cansada?
HERMANA: Muy poco.
HERMANO: Bien.
HERMANA: ¿Hacia dónde vamos?
HERMANO: Sigamos las vías.
Silbato del tren.
HERMANO: Viene el tren.
HERMANA: ¿Qué hacemos?
HERMANO: Quedémonos en la vía. Obligaremos al
maquinista a que se detenga.
HERMANA: ¿Cómo?
HERMANO: Quedándonos parados en la vía.
HERMANA: ¿Y si no se detiene?
HERMANO: Lo hará.
HERMANA: ¿Y si no?
HERMANO: Brincamos.
HERMANA: ¿Seguro?
HERMANO: Sí. Ven. Agárrate a mí.
HERMANA: ¿Te abrazo?
HERMANO: No te separes.
Sonido de tren acercándose. Silbato de tren.
HERMANA: Si hay que brincar, me empujas.
HERMANO: Sí.
HERMANA: Fuerte.
HERMANO: No vamos a brincar. Va a detenerse.
HERMANA: ¿Estás seguro?
HERMANO: Debes creer.
Tren más cerca. Silbato. Freno repentino.
Rechinidos.
El tren se detiene junto a los hermanos. Ellos abrazados.
Baja el Maquinista. Intenta regañarlos. Sólo
gesticula con las manos. Eufórico.
Hermanos lo miran.
MAQUINISTA: ¡Argh!
HERMANO: Perdón. Debíamos detenerlo.
MAQUINISTA: ¿Ustedes otra vez?
HERMANA: Sí.
HERMANO: Nosotros.
MAQUINISTA: Los pude matar. ¿Saben lo que hace un
tren a las monedas de un centavo?
HERMANO: No.
MAQUINISTA: Claro. Ya no hay monedas de un
centavo. Las hemos perdido.
HERMANA: No quisimos molestarlo.
MAQUINISTA: Pero si no me han molestado.
HERMANO: ¿No?
HERMANA: Qué bien.
MAQUINISTA: ¡Me han encolerizado! ¡Estoy fuera de
mí!
HERMANA: Lo sentimos.
HERMANO: Sí. Los dos.
MAQUINSITA: ¿Qué hacen acá parados en medio de la
noche?
HERMANA: Usted nos dejó acá.
MAQUINISTA: ¿Yo?
HERMANO: Sí
MAQUINISTA: Cierto…
¿Entonces es mi
culpa?
HERMANO: Pues…
HERMANA: No sé. ¿Es su culpa?
HERMANO: Yo digo que sí.
MAQUINISTA: ¿Entonces es mi culpa?
HERMANO: Sí.
MAQUINISTA: Siendo así… los perdono.
HERMANA: Gracias.
MAQUINISTA: De nada. ¿Por qué no se movieron?
HERMANA: Para detenerlo.
MAQUINISTA: No. ¿Por qué no se movieron de aquí?
Pudieron seguir su camino. ¿Por qué esperar?
HERMANA: No esperamos. Nos fuimos.
MAQUINISTA: Siguen acá.
HERMANO: Pero sí nos fuimos.
HERMANA: Conocimos a un hombre. Con sombrero.
MAQUINISTA: ¿Dónde?
HERMANO: En el muelle.
MAQUINISTA: ¿Cuál muelle?
HERMANA: El que está en el río.
MAQUINISTA: ¿Río? ¿Cuál río? Por acá no hay ningún
río.
HERMANO: Está allá. Detrás de esos árboles.
MAQUINISTA: (Riendo) He recorrido estos caminos
desde hace mucho tiempo, y en este pastizal eterno, no hay árboles. Menos un
río. Y menos un muelle.
HERMANA: Nosotros estuvimos ahí. ¿Verdad,
hermanito?
HERMANO: Sí.
HERMANA: Mire los árboles.
MAQUINISTA: ¿Cuáles árboles?
Nada.
HERMANA: Él estaba ahí…
MAQUINISTA: ¿Quién él?
HERMANO: El hombre con sombrero.
MAQUINISTA: ¿Él? Tal vez a él lo buscaba ella.
HERMANA: ¿Ella?
MAQUINISTA: La encontré caminando al lado de las
vías. Iba como perdida, murmurando. Lo buscaba a él. Al menos eso dijo.
HERMANO: ¿Será ella?
HERMANA: ¿Quién?
HERMANO: La mujer que él espera. La que se va
deshaciendo.
MAQUINISTA: Debe ser. Dijo que había perdido el
rumbo y el sentido. Buscaba.
HERMANA: ¿Qué buscaba?
MAQUINISTA: Una maleta. Subió al tren, la tomó y
se fue de nuevo.
HERMANA: ¿La tomó?
MAQUINISTA: Sí. Pienso que era importante. El
rostro se le iluminó al encontrarla.
HERMANA: ¿Por qué la dejó?
MAQUINISTA: Porque no era mía. Yo respeto.
HERMANA: No debió dejarla…
MAQUINISTA: Lo que no es mío, no tengo por qué
cuidarlo. Bien, quítense que debo seguir mi camino.
Hermana llora.
MAQUINISTA: ¿Qué tiene?
HERMANO: Llora porque necesitamos encontrar a
nuestro padre.
MAQUINISTA: ¿Para qué quieren un padre?
HERMANO: Se fue. Nos dejó.
MAQUINISTA: ¿Y si se fue, para qué quieren volver
con él? Si los dejó, es por algo.
HERMANO: No queremos volver con él.
MAQUINISTA: ¿Entonces? ¿Para qué lo buscan?
HERMANO: Para hablar con él. Sólo quiero saber
por qué nos dejó. Y ya.
MAQUINISTA: ¿Qué ganarás con eso?
HERMANO: No sé. Pero al menos estaré tranquilo.
Creo.
MAQUINISTA: ¿Seguro?
HERMANO: Sí…
MAQUINISTA: Debes tener cuidado con lo que sueñas.
Imagínate, deseas ver a tu padre para preguntarle. Y él de pronto aparece, está
parado frente a ti. ¿Qué le vas a decir? ¿Sabes qué le vas a decir?
HERMANO: No. Me saldrá en ese momento… supongo.
MAQUINISTA: Sólo te quedarás parado enfrente y no
podrás decir nada. Por la mente te pasarán miles de recuerdos, momentos buenos
y malos vividos juntos, opacados por la rabia que traes, verás las palabras
hilvanarse en el aire y romperse sin que puedas pasarlas a tu boca. Y no dirás
nada. Nada.
HERMANO: Yo no tengo rabia.
MAQUINISTA: Se te nota en la cara.
HERMANO: Es mentira.
MAQUINISTA: No te culpo. Te robaron la infancia.
Ahora serás un señorcito.
Me causan
gracia. Sólo por eso, los llevaré en el tren.
HERMANO: ¿…Sí?
MAQUINISTA: Suban.
HEMANO: Las vacas…
MAQUINISTA: Ya han comido y están dormidas. Vamos
(Regresa a la cabina).
HERMANO: Deja de llorar, ya nos vamos. El señor
nos va a llevar.
HERMANA: Pero ella se la llevó.
HERMANO: Ven, vamos.
Hermana se levanta. Van hacia el tren.
MAQUINISTA: Señorcito, si gustas, puedes venir en
la cabina.
HERMANO: ¿Sí?
MAQUINISTA: Sí. Pero sólo tú. Las mujeres no
pueden subir en la cabina. Las cabinas son como las campanas, si una mujer las
toca, se rajan.
HERMANO: No puedo dejar a mi hermana.
MAQUINISTA: Entonces no subirás a la cabina.
HERMANO: …
HERMANA: Si quieres ir, sube. Yo puedo ir
atrás.
HERMANO: Prometí no dejarte.
HERMANA: Vamos en el mismo tren.
Cuando
lleguemos, vienes por mí.
HERMANO: ¿Segura?
HERMANA: Sí.
HERMANO: Gracias…
Te ayudo a
subir.
HERMANA: Sí.
Van para atrás. Hermana sube.
HERMANO: Pero irás sola…
HERMANA: Me dormiré un momento.
HERMANO: ¿Las vacas?
HERMANA: Ya no huelen.
HERMANO: Bien. Si necesitas algo, me gritas.
HERMANA: Sí.
Oye…
HERMANO: ¿Qué?
HERMANA: No, nada.
Hermano va a la cabina.
Hermana se queda sola. Se sienta, se abraza las
piernas.
Silbato de tren. El tren empieza a avanzar.
MAQUINISTA: ¿Todo bien?
HERMANO: Sí.
MAQUINISTA: ¿En dónde está su padre?
HERMANO: Lejos.
MAQUINISTA: ¿Pensaban ir caminando? (Ríe) Nunca
iban a llegar.
HERMANO: Sí llegaríamos. Aunque tardáramos toda
la vida.
MAQUINISTA: Ay, señorcitos…
HERMANO: No nos digas así. Somos niños.
MAQUINISTA: No. Ya no lo son. ¿Dónde está su
madre?
HERMANO: Murió cuando nació mi hermana. Yo la
estoy olvidando.
MAQUINISTA: Una persona empieza a ser niño en el
momento en que la madre le abraza y amamanta. Tu hermana nunca fue niña. Seguro
se le nota en la mirada. Y tú… la perdiste pequeñito, y ahora perdiste a tu
padre. ¿Cómo puedes ser un niño si no tienes padres? Ahora eres un señorcito.
Acostúmbrate.
HERMANO: …
MAQUINISTA: ¿Vivían solos?
HERMANO: Con mi abuela.
MAQUINISTA: ¿Por qué no se quedaron con ella?
HERMANO: No es muy buena. A veces no me gusta.
MAQUINISTA: Los viejos no son buenos. Son así. Un
viejo es alegre o amargado. No hay de otra.
HERMANO: ¿Por qué?
MAQUINISTA: Porque son el resumen de su vida. Son
alegres o amargados y ya. ¿Tú cómo quieres ser?
HERMANO: ¿De qué?
MAQUINISTA: Cuando seas viejo.
HERMANO: …
MAQUINISTA: ¿Me sigues?
¿En qué piensas?
HERMANO: En qué le diré a mi padre cuando lo
vea.
MAQUINISTA: ¿Para qué lo quieres ver?
HERMANO: Reclamarle. Por abandonarnos. Por irse
sin decir nada.
MAQUINISTA: ¿Qué ganarás con eso?
HERMANO: No sé…
MAQUINISTA: ¿Entonces? ¿Para qué lo quieres hacer?
HERMANO: Porque lo quiero.
…
MAQUINISTA: ¿Qué cosa es el amor, no?
…
¿Qué pasa?
HERMANO: ¿Y si no lo veo? ¿Y si mi sueño no se
cumple?
MAQUINISTA: Cuando un sueño se rompe, siempre hay
otro que lo remplaza. Podrás seguir caminando.
HERMANO: ¿Todos caminan?
MAQUINISTA: Todos. En el camino vamos. Moviendo
los pies.
HERMANO: Tú vas en tu tren.
MAQUINISTA: Sí.
HERMANO: ¿Es bonito ir acá?
MAQUINISTA: ¡Es lo máximo ir acá! Este tren me
permite llegar a donde quiero. He podido alcanzar mis sueños y a las
velocidades que se me antojen. Me encanta mi tren.
HERMANO: Cuando sea grande, quiero ser
maquinista de tren.
MAQUINISTA: Ya eres grande.
Pero no serás
maquinista. Cada quién tiene algo qué hacer. Yo te debía traer y ya te traje.
Llegamos.
El tren comienza a detenerse. Freno. Vapor.
HERMANO: ¿Llegamos?
MAQUINISTA: Sí. Es aquí.
HERMANO: ¿Seguro?
MAQUINISTA: ¿Tienes miedo?
HERMANO: Un poco.
MAQUINISTA: Los hombres no tienen miedo.
HERMANO: Yo tengo.
MAQUINISTA: Debes entender. Ya no eres un niño.
Dejaste de serlo.
HERMANO: Está bien…
…
MAQUINISTA: Vas a estar bien. Ya verás. Ahora, ve
por tu hermana y sé fuerte. Se necesitan.
HERMANO: ¿Sí?
MAQUINISTA: Todos necesitamos a alguien. No
podemos ir solos. El que se queda solo, se muere.
Ve a hacer con
tu padre lo que tienes que hacer. Pero regresa a donde debes estar. No puedes
vivir esperando. Vuelve con tu abuela y aprende a vivir con lo que tienes.
HERMANO: Pero ella…
MAQUINISTA: Todo depende de cómo la mires. Lo feo
también es bello.
…
HERMANO: Usted no es tan malo.
MAQUINISTA: ¿Malo yo? ¿Por qué?
HERMANO: Porque dijo que perdió el corazón.
MAQUINISTA: ¿Qué tiene que ver el corazón con ser
bueno o malo?
ABUELA: Y la carga se hace grande. La carga
pesa. Y hay quien puede cargarla. Y hay quien no. No creo que tú puedas. Tu
hermano… no sé. Tal vez él sea más fuerte. En las manadas siempre hay alguien
más fuerte y alguien más débil. Y el fuerte se come al débil. A ti te podrán
comer. A menos que crezcas. ¿Podrás crecer? ¿Sabrás crecer? Yo ya estoy vieja.
¿Qué te voy a enseñar? A mí ya se me rompen las ramas. No puedo ni cargarte.
Pero la vida es así. Ahora tal vez te deba llevar yo, pero dentro de poco me
deberás llevar tú. Y te vas a cansar. Te vas a aburrir y me vas a dejar. Y
quedaré sola. Sentada en una silla tomando el sol. Desenredándome las canas,
con las piernas moradas, los pies hinchados, los huesos dolidos... Pidiendo que
me lleves, que me traigas, que me des. Y tú, aburrida. Harta. Molesta. Y yo,
una molestia. Y entonces empezarás a odiarme de verdad. Tú a mí no tienes nada
que temerme. Soy yo la que debo temerte.
MAQUINISTA: Se quedó dormida.
HERMANO: Sí.
MAQUINISTA: Vamos a cargarla.
HERMANO: Yo. La cargo yo.
MAQUINISTA: Te ayudo.
HERMANO: No. Ahora debo hacerme cargo. Yo soy
el hombre de la casa.
MAQUINISTA: Está bien, señorcito.
Hermano carga a hermana. La acuesta en el andén.
MAQUINISTA: ¿Estarán bien?
HERMANO: Sí. Yo estoy a cargo.
MAQUINISTA: Está bien. Ve y deja tu malestar. Deja
ese odio que llevas en la mirada. En la vida, hay que ir ligero.
HERMANO: Gracias.
Maquinista regresa al tren. Silbato de tren. Vapor.
El tren avanza. Hermano se despide.
Mira a Hermana dormir.
HERMANO: ¿Qué le diremos cuando lo veamos? ¿Qué
le dirás tú? ¿Qué le diré yo? No traemos adentro lo mismo.
¿Cuándo lo
tengamos enfrente, qué vamos a hacer?
EL PADRE: ¿Qué haces acá?
HERMANO: …
EL PADRE: No tienes nada qué hacer acá.
HERMANO: …
EL PADRE: Inicié una nueva vida. Esta vida no te
pertenece.
HERMANO: …
EL PADRE: ¿Por qué trajiste a tu hermana?
HERMANO: …
EL PADRE: No tienen nada qué hacer acá.
HERMANO: Te fuiste.
EL PADRE: Y no voy a volver.
HERMANO: ¿Por qué?
EL PADRE: Ya no tenía nada qué hacer ahí.
HERMANO: ¿Y nosotros?
EL PADRE: Sabrán salir adelante.
HERMANO: Te necesitamos.
EL PADRE: ¿Para qué? ¿Qué iba yo a hacer con
ustedes?
HERMANO: …
EL PADRE: ¿Ves?
HERMANO: Eres nuestro padre.
EL PADRE: Yo crecí sin padre y crecí bien.
HERMANO: A mi hermana… ¿qué le dirás?
EL PADRE: Nada. Ella no podrá escuchar. Se
quedará en el silencio. Hoy no tendrán explicaciones. Si venías por ellas, lo
siento. Yo soy así. Ya estoy hecho. Una explicación no podrá cambiarme ni podrá
satisfacerte.
HERMANO: …
EL PADRE: Ahora regresa a casa. Ya no tienes
nada que hacer acá.
HERMANO: …
EL PADRE: Ese odio que sientes por mí, poco a
poco lo irás olvidando. Y aprenderás a crecer.
HERMANO: Yo ya estoy grande.
EL PADRE: Entonces ya no me necesitas (Se va).
HERMANO: (Viendo a Hermana) Te voy a contar una
historia. Una historia para dormir. Una historia de dos hermanos que salieron
en busca de su padre. Y cuando lo encontraron, se dieron un fuerte abrazo. El
padre les pidió disculpas por dejarlos, les acarició el cabello y les dio un
beso en la frente. Después, se despidió. Tenía que irse. Pero prometió mandar
cartas. Para estar en contacto. Cartas donde contaría historias divertidas.
Historias que iba viviendo todos los días. De la gente que conocía. De un
hombre con sombrero, una mujer que tiraba hojas, un caracol en bicicleta, una mariposa
enamorada de un papalote, una flor que al estornudar se le cayeron los pétalos,
un hombre de nieve que quería ir más allá de las montañas, un… (Llora).
Suena el silbato de un tren.
Atardecer. Andén de tren. Una maleta sola.
Hermana abre los ojos. Hermano se incorpora.
HERMANA: ¿Viene el tren?
HERMANO: Creo que sí. Ya es hora.
HERMANA: Me quedé dormida.
HERMANO: Sí. Te vi.
HERMANA: Perdón.
HERMANO: No te preocupes. Yo estoy aquí para
cuidarte.
HERMANA: ¿Dormí mucho?
HERMANO: No. Un poco, solamente.
HERMANA: Creí que me dormí toda la noche.
HERMANO: No. Aún está atardeciendo. Mira el
sol.
HERMANA: Me gustan sus colores.
Silencio.
HERMANA: ¿Estás bien?
HERMANO: Sí.
HERMANA: ¿Quieres comer algo?
HERMANO: Es para él.
HERMANA: Él no está acá. Tú sí.
Entra el Vigilante.
VIGILANTE: El tren no va a llegar. A todos los
pasajeros, pasen por el rembolso de sus boletos.
Entra un Hombre con sombrero y lentes obscuros tocando
todo y orientándose con su bastón.
VIGILANTE: El tren no va a venir.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿No?
VIGILANTE: No. Está el letrero puesto. ¿Qué no lo
ve?
…
Perdón. No quise
ofenderlo.
HOMBRE CON SOMBRERO: (Ríe) No se
preocupe.
VIGILANTE: Puede pasar por el rembolso de su
boleto. O si gusta tomar el tren de mañana, lo puede conservar.
HOMBRE CON SOMBRERO: ¿Mañana?
VIGILANTE: Por la mañana. A primera hora.
HOMBRE CON SOMBRERO: Bien.
Esperaré. Ya he esperado tanto, puedo esperar un poco más.
VIGILANTE: Como guste. ¿Necesita ayuda?
HOMBRE CON SOMBRERO: No. Estoy muy
bien, gracias.
VIGILANTE: ¿Quiere que lo lleve a algún lugar?
HOMBRE CON SOMBRERO: Esperaré acá.
El Vigilante sale.
HERMANO: ¿A dónde va?
HOMBRE CON SOMBRERO: No voy. Vengo.
HERMANO: ¿De dónde?
HOMBRE CON SOMBRERO: De ahí.
HERMANA: Yo lo conozco.
HERMANO: ¿Sí?
HERMANA: He visto su rostro.
HOMBRE CON SOMBRERO: En la noche,
todos los gatos son pardos (Ríe).
HERMANO: ¿Por qué se ríe?
HOMBRE CON SOMBRERO: Porque soy
feliz.
HERMANO: ¿Sí?
HERMANA: ¿Por qué?
HOMBRE CON SOMBRERO: Porque al fin
estaré completo.
HERMANA: ¿Usted sí?
HOMBRE CON SOMBRERO: (Oliendo el
aire) Claro. Llegó el otoño.
Brisa. Una hoja
de árbol cae. Tacones de mujer llegando
al andén.
El atardecer
termina quedando todo en el
Obscuro total.
Obra estrenada con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en el II Encuentro de Discapacidades en San Luis Potosí. Dirección de Juan Carlos Saavedra.
Temporada en el teatro Julio Prieto (antes Xola) marzo - mayo 2012.