Hay momentos en la vida en que todo pareciera conjugarse, momentos en que las cosas por fin parecieran alinearse para que todo esté perfecto, momentos en que gracias a cómo se presenta todo, se te olvida que la vida tiene un acento de sarcasmo y te embarra la felicidad en la cara para reír después con singular gracia.
Fue este momento en que en mi camino se apareció:
MANUEL
Se presume que el mundo gay es un mundo promiscuo, y la verdad, no seré yo quien desmienta esto. Cuando llegué al DF fui descubriendo un ambiente desconocido. En Provincia no hay esas cosas. Tampoco hay Provincia, son estados libres y soberanos, pero vale, se le conoce como Provincia. La cosa es que en Provincia no hay lo que conocí en el DF. Un inmenso mundo de posibilidades. Posibilidades que abarcan todos los aspectos, hasta el sexual.
Ya mencioné un poco el chat, que es una de estas. Otra más son los lugares de encuentro, donde los hombres van a tener relaciones con desconocidos o con conocidos que conocieron en este sitio alguna ocasión anterior.
- Estás muy redundante.
- ¿Sí?
- Sí, con eso de los conocidos y los desconocidos y el conocimiento…
- Y lo de los estados libres y soberanos ya lo habías dicho.
- En cualquier taller literario te hubieran destrozado este párrafo.
- Por eso escribo teatro.
- No pongas pretextos.
- Bueno, ¿no ustedes ya se habían ido?
- ¿Nosotros?
- En el texto anterior no estuvieron.
- ¿Nos extrañaste?
- La verdad, no.
- No te creo.
- Como quieran, ¿puedo seguir?
Uno de estos lugares de encuentro es conocido como La Casita, lugares que se presentan como centro de educación sexual y que sirven como mero lugar de cogedera. Parte de mi etapa de exploración fue visitar estos lugares y otros más. Yo como Santo Tomás, hasta no ver no creer, así que fui a algunos vapores públicos, baños de Sanborns, el último vagón de la línea naranja del metro, la línea verde, la rosa y la verde fuertecito, el camino amarillo, los baños del último piso de la UNAM, etc. Motivo de estas experiencias vouyeristas quise escribir una novela contando lo que había visto y conocido.
- ¿Una novela con eso?
- Sí, vi cosas interesantes y divertidas en las veces que fui, me dieron ganas de escribirlas.
- No funcionaría, la vida sexual de un gay no vende, menos la de un provinciano.
- Al contrario, Gaby me regaló el libro de un español, se llama California, es algo similar pero en otra época y de otra forma.
- ¿Y?
- Nada, yo quise escribir mis historias.
- Termina de escribir esta y no hagas más nada.
- ¿Quieres que termine de escribir ésta?
- Sí.
- Entonces no me interrumpas.
Entré a La Casita y percibí el característico olor a podrido, un pañal usado a veces es más agradable. Entre la poca luz distinguí a algunos clientes frecuentes viendo las películas pornos que ahí se proyectan y que de tanto que pasan las mismas, ya hasta están rayadas. Fui directo al baño de la planta baja y me eché un poco de agua en la cara, me arreglé el cabello y salí.
Al lado del baño, un cuarto oscuro, pero mis pupilas aún no estaban acostumbradas, así que ni para qué entrar. En las escaleras un grupo de chicos platicaba y estorbaba el paso.
Como buena diva, corregí la postura quitando la joroba y poniendo la espalda recta para mostrar la altura normal cuando no ando desgarbado y así, tras un leve carraspeo para anunciarme, pasé entre los chicos interrumpiéndoles la plática. Gracias a ello distinguí entre la penumbra a uno un poco chaparrito, piel clara, joven y con un cabello chinito y largo que me llamó la atención. Pasé frente a él, nos vimos a los ojos directamente e intercambiamos una sonrisa. Seguí subiendo las escaleras mientras los otros chicos le hacían bromas respecto a las sonrisas intercambiadas.
Llegué al primer piso y entré a la sala de tv. Un par de tipos estaban sentados viendo las películas, los vi y voltearon a verme. Entré a la sala de al lado, unos tipos miraban a otros que se encontraban en pleno acto oral y se atendían a sí mismos mientras miraban, alguno más osado se atrevía a acercarse a los que practicaban la oralidad intentando ser parte de ella pero era rechazado; el tipo insistía para ser rechazado de nuevo con mayor contundencia. El tipo insistía y entonces era retado directamente. Yo salí de ahí sonriendo en franca burla.
Entré al otro cuarto oscuro, mis pupilas aún no se dilataban completamente, distinguía algunas siluetas entre las sombras. Unas manos me tocaron. Me retiré y seguí caminando hacia el fondo del cuarto. Las manos se acercaron y comenzaron a tocarme la entrepierna, otras manos me acariciaron el pecho.
Respiraciones agitadas, el calor de los hombres intentando restregarse contra mí. Comenzaron a desabrocharme el pantalón. Los detuve y me aparté. Intentaron detenerme tomándome de la mano y agarrándome la entrepierna. Los retiré amablemente y salí del cuarto oscuro.
Subí al segundo piso. En las escaleras, un chacalito y yo cambiamos miradas, seguí subiendo y noté que el chacalito se detuvo a verme, me siguió con la mirada mientras yo me perdía en el cuarto oscuro de la derecha. O mis pupilas ya se acostumbraron o acá hay más luz.
Unos tipos fajan contra la pared, otros dos los miran mientras se estimulan. La tele está apagada y no se ve mucho, paso a la otra parte del cuarto oscuro. Dos tipos cogen libremente en la plancha mientras otros los miran. En el fondo uno le hace sexo oral a otro y otro más intenta estar cerca mientras se masturba.
Uno voltea a verme y se acerca poco a poco. Se pone frente a mí y estira lentamente la mano. Antes que me toque, doy la vuelta y salgo del lugar. Camino por el pasillo hacia la cosa esa que parece terraza. Me asomo. Un tipo fuma mientras otros dos platican acarameladamente.
En el baño de enfrente, otro se lava la cara y se peina, voltea a verme mientras yo lo miro, me sonríe. Entro al cuarto oscuro del fondo donde están las láminas con los hoyos de placer. Algunos tipos recargados en la pared o en las láminas. Un par se besa. Voy a salir y el chacalito de las escaleras me intercepta. Se pone frente a mí y me toma la entrepierna, me arrincona contra la pared y me toca el pecho. Un tipo se nos acerca y comienza a tocarme el trasero, le quito la mano pero el tipo insiste. El chacalito comienza a desabrocharme el pantalón y el otro tipo se coloca detrás de mí arrimándome el paquete. Me separo y los dejo, el tipo de atrás intenta retenerme tomándome del pantalón y comienza a bombear. Lo rechazo y me retiro. El chacalito me sigue pero no le doy bola.
Bajo al primer piso. El chinito de la entrada está parado en la entrada del cuarto oscuro de las literas, me mira y sonríe. Le sonrío y entro al cuarto oscuro, él me sigue. Hago como que reviso, no hay nadie. Volteo y el chaparrito está parado detrás de mí, me mira tímido y le sonrío. Me toma de la cintura y me recarga contra la pared. Acerca sus labios a los míos y comenzamos a besarnos.
Sus manos recorren mi cuerpo, me acaricia el pecho, las piernas, las caderas. Mete sus manos bajo la playera y las dirige a los pezones. Yo lo tomo de las nalgas y lo acerco a mí. Su lengua recorre mi boca y mi lengua la suya. Le acaricio el cabello, me encantan sus chinitos. Se quita la chamarra, me toma de la mano y me conduce hacia la plancha. No pongo resistencia y me dejo conducir. Me recarga en la plancha y seguimos besándonos.
Me gusta que él decida, que esté llevando las cosas, no como los que he conocido que se desvisten y abren las piernas esperando que uno haga todo.
Me sube a la plancha o intenta hacerlo. Sonrío y subo. Se quita la camisa, yo la playera. Me desabrocha el pantalón y pongo las piernas flojas para dejar que me lo quite. Se desviste y sube a la plancha, hago lo mismo. Desnudos seguimos el contacto de cuerpos, siento su piel sudada en mi piel, su piernas juegan entre las mías, su esbelto cuerpo intenta oprimir el mío y mis dedos se trenzan con su cabello chino.
Un tipo entra y nos mira, mantiene su distancia. El chinito y yo seguimos con lo nuestro, acariciándonos, besándonos, mezclando el sudor en una gota que escurre por la espalda. Me besa mientras me acaricia el falo, yo le acaricio la cintura y mi lengua juega con la suya.
Ahora son tres tipos viéndonos, mantienen la distancia. Uno se masturba mientras mira. El chinito y yo seguimos, no nos importan los demás mientras no se acerquen. El chinito se sienta sobre mí y comienza a estimularse, intenta entrar poco a poco, se coloca la punta en la entrada e intenta meterla. Lo detengo y sonrío. Saco un condón del pantalón. Me lo pone y regresa a lo mismo.
Los demás nos miran, pero ahora son cinco. Un tipo se acerca. Me acaricia las piernas. Las retiro. El tipo insiste y le retiro la mano con los pies, se aleja y sale del cuarto. El chacalito se adelanta y me mira sonriente, extrañamente cuida que no se nos acerque ningún otro, le sonrío agradecido y sigo en lo mío con el chinito mientras el chacalito nos cuida. Seis tipos nos miran, tres de ellos se masturban, los otros se limitan a mirar y el chacalito cuida.
El chinito sube y baja mientras cierra los ojos, lo tomo de la cintura y le beso el pecho, le acaricio los pezones con la lengua. Cambiamos posiciones, el chinito sabe moverse y es bastante elástico.
Siete tipos nos miran, o seis, o cuatro, o siete de nuevo, u ocho. Nuestro raiting varía mientras el chacalito se mantiene al pie cuidando.
El chinito y yo sudamos, no me da tregua y no pretendo dársela, a ver quién se cansa primero y gracias a ser tauro, suelo durar, así que esto promete. Diferentes posiciones, manos recorriendo la piel caliente, su hoyo extra dilatado, sus chinitos sudados brincando por el movimiento, sus piernas aferradas a las mías y los mirones extasiados.
El chinito se detiene, siento que se cierra, entiendo lo que pasa y lo miro sonriente, él me besa y me toma la cara, me besa y en ese momento sucede, se viene sobre mi pecho. Me excita y también termino. Nos abrazamos y permanecemos abrazados, nos besamos. Algunos mirones se van, otros siguen ahí y el chacalito aún cuida. Curioso tipo, ¿dónde los venderán?
El chinito y yo permanecemos sentados en la plancha uno frente al otro, nos acariciamos y comenzamos a platicar entre besos.
- ¿Cómo te llamas?
- Francisco, ¿tú?
- Manuel.
Silencio.
- ¿Cuántos años tienes?
- 24, ¿tú?
- Muchos más que tú.
- ¿Cuántos más?
- Muchos.
- ¿200?
- Jaja, no seas tonto.
- Tonto es el que hace tonterías, dijo Forrest Gump.
- Bueno, tengo muchos más que tú, ¿como de cuántos me veo?
- No soy bueno para adivinar edades y no me gusta.
- Di un número.
- ¿Del 1 al 10?
- ¿Parezco de 10 años?
- No sé, estás chaparrito, en una de esas…
- Jajaja, no seas tontito.
- Bueno, al menos ahora es tontito y no tonto… te ves como de 29.
- No, no tengo 29…
Y así estuvimos un rato. Curiosamente, algo de lo que me río cuando he ido a ese lugar es que al final de coger te pregunten tonterías como esas y sobre todo la bien sabida:
- ¿Tienes pareja?
O sea… uno va a descargar cierta tensión y a evitar el cáncer de próstata por falta de sexo, no a buscar pareja, o al menos en mi caso así ha sido. Me causan risa las pláticas como:
- Es que vengo acá porque estoy solo.
- Es que el mundo gay es muy difícil.
- Es que nadie está dispuesto a comprometerse.
- Es que sólo quieren modelos.
O sea… así como hay lugares de encuentro, debería haber un rascacielos desde donde estos tipos se aventaran, o una especie de club leather donde se mutilaran y dejaran de estar jorobando a los que simplemente van por una cogida y punto. Pero bueno, cada uno hace sus cosas en la viña del señor.
La cosa es, que aunque no me gusta platicar, con Manuel comencé a hacerlo. Estábamos aún desnudos y un par de tipos insistían en vernos. A punto estuve de decirle al chacalito que les cobrara la entrada, pero mejor optamos por vestirnos y ante eso, los tipos se retiraron. Mientras nos vestimos seguimos platicando.
- ¿A qué te dedicas?
- Soy dramaturgo.
- No es cierto.
- ¿Por qué no?
- Todos mis ex han sido escritores, o bueno, periodistas.
- Los periodistas no son escritores.
- No seas tan duro.
- Es lo que se dice.
- Bueno, me gustaste, pero ahora que dices que eres escritor, me encantas.
- Yuju!!!
- No te burles.
- Ok.
- Yo estudio letras inglesas, quiero hacer la maestría, y también me dedico a la danza.
- Wow, qué bien, yo anduve con dos streepers, que digamos que los streepers son a la danza lo que los periodistas a la literatura.
- ¿Por qué anduviste con streepers?
- Por caliente, supongo.
- Yo no andaría con un streeper.
- No te lo recomiendo.
Terminamos de vestirnos y bajamos. Me dio su cel y mail en una servilleta.
- ¿Ya te vas?
- Ya.
- ¿Por dónde vives?
- Cerca, por Metro Xola.
- Ya me voy, ¿te acompaño?
- Si quieres.
Y salimos del lugar. En el camino me tomó de la mano y no hice nada por evitarlo. Con la luz del día pude verlo bien, no se veía tan joven como en la oscuridad pero tampoco tan grande, delgado y de caminar gracioso, digno caminar de bailarín. Me acompañó hasta la casa. Llegamos y abrí la puerta, mi primo miraba la tele, Manuel no quiso entrar, le di las gracias por la compañía y nos besamos nuevamente atrás de la puerta, esperando que mi primo no nos viera. Rico. Lo acompañé a Tlalpan a tomar un taxi y nos volvimos a besar de despedida, a plena luz del día, frente a los taqueros que me ven pasar diario y no me importó. Se fue y regresé a la casa.
- Wow, deja respiro.
- Cambiaste de giro, esto parece cuento porno.
- Está un poco fuerte, pueden leerte juguetes preescolares.
- ¿Vas a dejarlo así?
- O sea… se van un texto y regresan como editores y representantes de la buena conciencia.
- No.
Ok, de acuerdo, si esto suena perverso confieso que lo soy, pero no por haber tenido sexo de diferentes formas sino por escribirlo. Todo mundo ha tenido sexo, todos menos los feos, y a veces hasta los feos, pero unos lo niegan y otros lo aceptan, no me refiero a los feos sino todo el mundo en general.
- Entonces lo vas a dejar así.
- Claro.
- Allá tú.
Por la noche entré a internet y busqué información del grupo de danza donde estuvo. Aunque he escuchado mucho respecto a ese grupo, nunca lo había visto. Y sí, ahí en unas fotos estaba él. Después busqué su nombre y encontré varias cosas. Excelente, alguien digno de admirarse, la cosa promete.
Por las vacaciones de Semana Santa me fui a Oaxaca, así que no volvimos a vernos pero empezamos a intercambiar mensajes por el cel. Cada vez me emocionaba más el recibir alguno y me gustaban sus respuestas.
Sentado estaba debajo de los framboyanes de Sto. Domingo cuando me sorprendí pensando demasiado en Manuel y con una cierta necesidad por entrar a Sto. Domingo. Respiré y me encaminé hacia el templo.
Al entrar el efecto de siempre, la grandiosidad abrumadora de esa iglesia ahora fresa. El árbol genealógico de Sto. Domingo, los retablos de oro, las pinturas, la altura… Todo invita a quedarte callado. Camino a la mitad y tímido me siento. Sigo mirando, paseo la vista por la iglesia sin dejar aún de sorprenderme. Hermosa.
Mis ojos caen ante el retablo y miro el sagrario, guarda el preciado tesoro y todo lo que puedo hacer es intentar mirarlo tímidamente. ¿Orar? Algo así hacía cuando estaba en el seminario, recuerdo, creo que eso hacía. Junto las manos y bajo la vista hacia mis dedos que juguetean nerviosos entre ellos. Mis piernas juntas como niña de colegio de monjas. Y empiezo a platicar con ese ser que sé existe y del que no me importa demostrar su existencia. Lo he tenido en la vida y me ha acompañado a pesar de mis carbonerías. Si alguien no lo ha tenido consigo, no es culpa mía.
- Oye. Le digo. No sé qué pedo contigo y conmigo respecto a los giros que ha tomado mi vida. Los curas dicen que es malo ser gay. La gente dice que es malo ser gay. Mi vida antes de dejar el seminario era radicalmente diferente a lo que es ahora. Era un buen muchacho, “hijo de familia”, comportado, relajiento pero serio cuando debía serlo, tranquilo a pesar de todo. Hasta pordría decir que inocente. Ahora… sabes el desmadre en el que me he convertido, me soltaron la correa, definitivo, me soltaron la correa. Pero… a pesar de todo esto, me siento pleno, o al menos me siento más vivo que cuando estaba dentro intentando dedicarte la vida. Sé que he hecho muchas cosas que son malas, o no lo sé, no sé qué pedo con la bondad y la maldad, la moral y la ética, la filosofía me dejó confundido y hay cosas que intento ir resolviendo.
El punto es (para no enredarte), hay una posibilidad que se está abriendo. Podría decir que en verdad me siento pleno en este momento de la vida pero no es verdad, me hace falta alguien al lado. Sí, así están las cosas. Nunca fui muy dependiente de los demás, pero creo que me gustaría compartir mis cosas con alguien, no sé.
Hay un chico, se llama Manuel, y aunque lo conocí en un lugar totalmente opuesto a éste, creo que es alguien que vale la pena. Me empieza a ilusionar, platico con él por mensajes de cel y tuvimos un sexo delicioso. Lo lamento, no sé si es información de más, pero de todos modos, si dicen que estás en todos lados y todo lo oyes, todo lo ves y todo lo hueles, ya estás perfectamente al tanto de esto que te estoy diciendo. Estaba allá afuera sentado pendejeando un rato, lo sabes, y me dieron ganas de entrar acá. Ahora tenía ganas de decirte estas cosas y pues acá me tienes despepitando.
La cosa es… no sé en verdad si ser gay sea correcto o no, lo único que te puedo decir es que ese cuento de Adán y Eva hace rato no me lo chupo. Me convence más el hecho de sentir algo por alguien y que creo es bueno, en verdad lo creo. Lo único que quiero es que me eches la mano, ¿vale? Te lo agradecería profundamente.
El chico comienza a gustarme, eso creo, no nos conocemos bien y justo cuando lo conozco me debo venir a Oaxaca para pasar la semana santa. Sólo te pido eso, no quiero otra cosa, al menos por el momento.
No sé cómo esté la relación ahorita entre tú y yo. Sé que te tengo bastante abandonado, es imposible ocultarlo, pero hay muchas cosas que me estoy replanteando, que me tienen no muy conforme. Quiero los valores en que crecí, y pese a la redundancia, valoro mis valores, pero también de vez en cuando es necesario cuestionarlos. Al menos eso creo. Oye, al final, como sea que sucedan las cosas… échame la mano, ¿no?
Respiré un momento, paseé una última mirada por la iglesia y salí caminando. Afuera la gente caminaba y el sol comenzaba a esconderse.
- Momento!!!!!
- No entiendo, o sea, primero haces tu narración porno y ahora te pones de San Cirilo Mártir.
- Sí, así pasaron las cosas.
- No te creo, no suena lógico.
- No me importa, estoy relatando yo y es lo que me pasó a mí, si no te gusta, escribe tú lo tuyo.
- Yo no hubiera entrado a la iglesia, no suena lógico, tú sabes de eso, eres Dramaturgo.
- No sé, soy un ser complejo, así sucedió esto.
- Mmmmm… no termina de convencerme.
- Oye, ¿por qué no revisas ortografía mientras yo termino de escribir?
Pasé las vacaciones de Semana Santa en Oaxaca mientras seguía en contacto con Manuel por medio de mensajes de celular. Al regresar al DF quedamos en vernos el lunes del regreso. Vamos al cine, nos vemos en Plaza Universidad.
Por la mañana le platiqué a Denisse lo que pasaba y le emocionó.
- Ánimo, nene.
Me acompañó a Plaza Universidad y entramos a una librería en lo que daba la hora. Siendo ya la hora de la cita, salí y ella me dio ánimo. Manuel ya estaba sentado esperando. Me acerqué queriendo sorprenderlo pero me descubrió, me abrazó y entramos a la Plaza.
Nos sentamos a esperar que iniciara la función y estuvimos platicando un poco acerca de cómo me fue en Oaxaca y esas cosas. Después entramos al cine. ¿Qué película vimos? La neta ni me acuerdo, además no la vi completa. Salimos del cine y fuimos a tomar café al Vips. Me enseñó un par de fotos donde estaba bailando y estuvimos platicando. Me regaló una paleta de chocolate con forma de corazón… bueno.
Prácticamente agandallé toda la charla. Él sólo me miraba atento y sonreía con mis pendejadas. Le platiqué de la Royal Court, de Televisa, de la Fundación, etc. Mi tema de conversación era mi vida dramatúrgica. Él platicó un poco… Ups, algo pasa. No sé, es raro. Ahora que lo tengo enfrente no siento chispa, como que le hace falta pasión a esto. Es lindo, tierno, pero, no sé. Hace falta algo. Estuvimos un rato más y nos fuimos.
Entramos al metro y nos despedimos con un beso en pleno andén. Yo tomé una dirección y él se fue por la otra pues vivía en Coapa con sus papás. Un mensaje de cel después y ya.
A la mañana siguiente encuentro un mensaje en el cel:
- Me robaste el sueño.
Me encantó eso.
Platico con Denisse en la Fundación.
- ¿Qué tal, nene?
- Bien, pero no sé, hay algo raro, de pronto siento como que él se está clavando y yo no, o al menos no como él.
- Con calma, morro, apenas se están conociendo.
- En eso tienes razón.
Manuel y yo nos llamábamos, nos mandábamos mensajitos. Volvimos a vernos el sábado. Vino a la casa y fuimos a tomar un café al Sanborns que está cerca, pero como no nos daban mesa, salimos y regresamos a la casa. Pasamos por una pizzería que está a una cuadra y ahí nos quedamos. Estuvimos charlando mientras unos chicos platicaban. Al salir, por supuesto empezaron a reírse y hacerse burla entre ellos respecto a nosotros. Me molestó un poco pero decidí no darle importancia.
Llegamos a la casa y mi hermana no estaba. Comenzamos a besarnos y terminamos en mi cuarto. Justo le estaba quitando el pantalón cuando mi hermana entró a la casa y empezamos a vestirnos como locos. Salió, se lo presenté a Judy y él la saludó rápidamente, después se fue.
- ¿Él es Manuel?
- Sí.
- ¿Ya está grande, no?
- Sí.
- Ay, Paco, tú y tus gustos.
- ¿Qué?
- Nada.
Al otro día Judy y yo veíamos Will & Grace. En ese capítulo Will se enamora de un negrito y los demás lo molestan diciéndole “disparejos”. Judith volteó inmediatamente y me dijo “disparejos” para después empezar a cagarse de la risa. Ay, mi hermana, por eso la quiero.
En la semana platiqué con Vanesa y quedamos en ir el jueves a Lipstick y así le presentaba a Manuel. Le llamé para decirle si podía ir y dijo que estaba perfecto. Confirmé con Vanesa y el jueves nos vimos en Lipstick.
Manuel y yo llegamos antes pues Vanesa debía salir de Televisa. Mientras estábamos formados platicamos un poco. Pasaron unos chicos y bromeé diciendo que uno de ellos estaba guapo.
- Pues si quieres vete con él.
- ¿Sí?, sale, jaja.
- Francisco…
Y me puso su cara de enojado, me encantó. Entramos a Lipstick, se lo presenté a Vanesa cuando ella llegó y estuvimos bailando, pobre Vane, prácticamente terminamos ignorándola. Empezó a besarme, no sé cómo salió el tema… algo de los novios.
- No sé, a mí nadie me ha preguntado nada.
Se me quedó viendo directo mientras me abrazaba por la cintura y entonces lo dijo:
- ¿Quieres ser mi novio?
- Vane!!! Ya tengo novio.
- ¿A poco?, ni se notaba.
- Bueno, pero ya es oficial.
Después acompañamos a Vanesa un poco y de ahí lo llevé a su casa hasta Coapa. Había una especie de cabinita de vigilancia en la entrada del Fraccionamiento, así que se despidió con un beso rapidísimo y bajó del carro. Yo regresé a la casa. Ya tengo novio… ¿pero por qué no estoy emocionado como esperaba estarlo? Quisiera estar radiante, con la puta sonrisa que no me cupiera en la cara, no sé, pero es como si fuera algo normal… tengo novio.
La hermana de mi carnalito el Chol se casaba y Huicho me invitó a la fiesta. Le pregunté si podía ir con Manuel y dijo que sí. Le avisé a Manuel.
- Nene, no tengo ropa formal.
- Yo tampoco, no te preocupes.
- No me gustan las bodas.
- A mí menos, pero anda, vamos.
Quedamos en confirmarnos.
Durante la semana más que sentirme contento por la novedad en mi vida me empecé a sentir confundido. De pronto empecé a sufrir un poco el hecho de saber que iría con Manuel a la boda más que disfrutarlo. Huicho no llamaba para confirmar el lugar donde sería todo.
- Nene, ¿qué pasó con la boda?
- No sé, no me ha llamado mi amigo.
- ¿Entonces?
- No sé.
Al final, Huicho nunca confirmó y ya no fuimos, pero Manuel quiso que saliéramos ese día. Estuvo un poco extraño, dijo que estaría fuera de su casa. Quedamos de vernos en zona rosa en la noche. Le pedí el carro prestado a mi hermana.
- Llegas temprano, mañana llegan papá y mamá a las 6 am y hay que ir por ellos.
- Sí, no te preocupes.
- ¿Vas con Manuel?
- Sí…
- ¿No estás enamorado, verdad?
- No sé.
- Bueno, no te emociona.
- Creo que no.
- Ay, Ni.
Durante el camino a Zona Rosa no podía dejar de pensar en mi falta de entusiasmo respecto a esto, no sé. Manuel es todo lo que había pedido en algún momento, un chavo lindo, hiper cariñoso, detallista, mayor que yo, tierno, atento, se notaba enamorado, por primera vez siento lo que es que alguien esté enamorado de mí… pero yo no siento algo más allá de eso.
Llegué a Zona Rosa. Manuel ya estaba. Le pedí pasar a saludar a Ricardo al café y se lo presenté. Me aparté un poco con Ricardo.
- ¿Qué pasó?
- No sé, estoy confundido, creo que mejor voy a terminar con esto.
- ¿Por qué?
- No sé, está raro, pero no me siento enamorado, me cae muy bien, lo admiro, pero no va más allá de ello.
- Pues suerte, nene, te dejo, regreso a trabajar.
Manuel y yo fuimos a otro café y empezamos a platicar. Me habló sobre la maestría, que estuvo estudiando toda la tarde para presentar el examen de ingreso, de lo emocionado que estaba. Yo sólo sonreía, me agradaba lo que decía pero me empezó a doler un poco la cabeza, no encontraba el momento para sacar el tema y ponerlo en la mesa. Me preguntó por la Fundación y le comenté cómo me habían destrozado un texto. Me dio ánimo, dijo que siguiera adelante. Wow, qué chico tan extraordinario, ¿por qué carajo no puedo sentirme babeando por él?
- Estaba a punto de decirlo cuando en eso…
- Pollo, ¿qué crees que hice?
(Por cierto, a veces le daba por decirme pollo).
- ¿Qué?
- No estuve todo el día en mi casa.
- ¿Y eso?
- Renté un cuarto en un hotel, quiero que pasemos la noche juntos.
- Manuel, yo me debo ir temprano, mis papás llegan mañana y le prometí a mi hermana llegar temprano para ir por ellos.
- Es que para que no te sintieras mal por no haber ido a la boda, quise hacer esto por ti.
Me mata, este tipo me mata, pero en lugar de brincar a sus brazos para agradecérselo y llenarlo de besos, sólo puedo recargarme en mi silla y quedarme callado.
- No te sientas presionado, igual debí consultarte antes, pero tú me dijiste que estas cosas se hacen, no se consultan.
- Sí, lo siento.
- No te preocupes.
- Manuel, en serio lo siento…
- Bebé, no te pongas así, no quiero que te pongas triste, esto era para alegrarte, si no se puede hoy, lo haremos después.
Salimos del café y pasé a despedirme de Ricardo.
- ¿Cómo lo tomó?
- No se lo dije.
- ¿Por qué?
- Hizo esto y esto y esto.
- Paco, no puedes cortarlo.
- Ya sé.
- ¿Qué vas a hacer?
- No sé.
Fuimos hacia el carro y antes se encontró a un amigo, lo saludó y estuvieron platicando. Ni siquiera me presentó con el amigo.
- ¿Qué? ¿Te vas a poner de exquisito siendo que rentó el cuarto del hotel y todo eso y tú quieres cortarlo? Creo que no te corresponde.
- Bueno, como sea.
Llegamos al carro y subimos.
- ¿Por qué estás tan callado?
- Me siento extraño.
- Bebé, no te preocupes por eso, en serio, ya otro día será.
- Ok, ¿a dónde te llevo?
- Al hotel.
Camino al hotel fuimos platicando. Llegamos y no era cualquier hotel, no diré el nombre para no meter más goles publicitarios de todos los que ya metí, pero está sobre Tlalpan y División del Norte. Llegamos y dejamos el carro en el estacionamiento.
- ¿Quieres pasar?
- Sólo un momento.
Subimos al cuarto. Entramos y su libro estaba sobre el escritorio.
- Estuve estudiando para mi examen.
- Qué bien.
Empezamos a platicar un momento, un momento más, y más, y más. Descorchó una botella de tinto y seguimos platicando. Se terminó la botella y descorchó otra. Pasaron como cuatro horas mientras platicábamos.
¿Qué coño me pasa? Este tipo es genial, es maravilloso, tiene todo lo que quiero. A huevo que me voy a enamorar, así como es, debería ser muy sencillo. Ok, nos conocimos teniendo sexo, quizá es eso, no hemos vuelto a hacerlo desde aquella vez. Manuel se acostó en la cama. Me acerqué y le quité los zapatos para que descansara. Sonrió. Me acosté junto a él y comenzamos a besarnos. Terminamos haciéndolo.
- Francisco… Cuando estoy tomado no me excito. Lograste lo que ninguno.
Y yo, sólo sintiéndome peor.
- Ya, este tono Pepe el toro me está cansando.
- A mí también.
- Si no estabas enamorado, pues adiós.
- Es lo que hice.
Me despedí y me acompañó al carro. Al llegar a la casa recibí un mensaje: hoy no voy a dormir sólo por el coraje de saber que si te hubieras quedado, no hubiera pegado el ojo en toda la noche.
En la mañana fui por mis papás a Tasqueña junto con mi hermana. Esos días fueron familiares y no vi a Manuel.
En la Fundación llevamos un taller de encuadernación y estábamos aprendiendo a hacer libretas, así que le hice una especial para sus apuntes de la maestría. Verde. Me encantaba esa libreta, la neta me quedó muy, muy padre.
- Mira, Denisse, es la de despedida.
- ¿En serio, morro?
- Sí, nena, es lo mejor. Es un gran tipo y no se merece esto, así que bueno, mejor darle prisa.
Nos vimos en Coyoacán. Llegó con una diadema puesta pues venía de clase de danza. Fuimos a un café que él conocía y nos sentamos en dos sillones distintos, cada sillón era para mínimo dos personas.
- Bebé, ven, siéntate conmigo.
- No, estoy bien.
Empezamos a platicar de la Fundación, me volvió a dar ánimo pues me seguían destrozando mi texto.
- Mira, te traje algo. Le entregué la libreta. Es para tus apuntes de la maestría.
- Dedícamela.
“Para tus apuntes de la maestría. Con cariño, Paco”.
Vio la escueta dedicatoria y apenas esbozó una sonrisa. Guardó la libreta agradecido por el detalle. Estuvimos platicando un rato más y de plano ya no pude.
- Manuel, tengo que hablar contigo.
Comencé. Solté todo en cuanto a cómo me sentía, esa extraña sensación de no estar bien, de no estar enamorado… y seguí, y seguí, y seguí. La cara le fue cambiando. Se quedó mirando por la ventana y me interrumpió.
- No te preocupes, pasa cuando debe pasar, el amor tampoco se obliga. Gracias por la sinceridad.
Me abrazó y salimos del café. Fuimos caminando hacia la parada del pesero y me dijo que iba hacia otra parte. Por el rumbo, pude intuir que a casa de su mejor amigo. Al salir del café comenzó a lloviznar y vi que unas gotas se le deslizaban por las mejillas… ¿lluvia? No. Yo regresé a casa sintiéndome bastante mal por Manuel pero extrañamente aliviado.
- Judy, terminé con Manuel.
- ¿Y eso?
- Pues…
Manuel me dijo que quería seguir tratándome. Pasaron un par de semanas y recibí un mensaje de él. Empezamos a platicar por mensajitos y el último suyo fue:
- Pollo, te extraño.
No respondí. Otra vez platicamos de la misma forma para que terminara con:
- Estoy tomándome unas chelas con unos amigos y no sé qué hacer para dejar de pensar en ti.
Pero yo sí sé. Si no puede dejar de pensar en mí… mejor me alejo para facilitarle el trabajo. No volví a responderle los mensajes.
Se acercaba mi cumpleaños y decidí hacer una fiesta. Invité a mis amigos y no sabía si decirle a Manuel o no. Bueno, si me llama, lo invito, total que la fiesta es el 5 y mi cumple es el 2.
2 de mayo estaba yo en el gimnasio cuando el celular sonó. Manuel.
- ¿Bueno?
- Hola, Francisco, felicidades.
- Gracias, en verdad, gracias.
- Bueno, pues… que te la pases muy bien y…. felicidades y…. ya, bye.
Colgó, no me dio tiempo decirle de la fiesta. Aunque pensándolo bien, no quiero que esté incómodo y yo estar incómodo.
Después de eso, no volvimos a vernos o llamarnos.
Cuando uno quiere, el otro no y así pasa cuando pasa. La naturaleza es caprichosa, aunque eso de echarle la culpa a la naturaleza… bueno.
- ¿Entonces así terminó?
- No.
- ¿No?
- No, pasaron más cosas. Bueno, sólo otra cosa que dio el punto final a la historia.
Al menos para mí, definitivo.
Fue este momento en que en mi camino se apareció:
MANUEL
Se presume que el mundo gay es un mundo promiscuo, y la verdad, no seré yo quien desmienta esto. Cuando llegué al DF fui descubriendo un ambiente desconocido. En Provincia no hay esas cosas. Tampoco hay Provincia, son estados libres y soberanos, pero vale, se le conoce como Provincia. La cosa es que en Provincia no hay lo que conocí en el DF. Un inmenso mundo de posibilidades. Posibilidades que abarcan todos los aspectos, hasta el sexual.
Ya mencioné un poco el chat, que es una de estas. Otra más son los lugares de encuentro, donde los hombres van a tener relaciones con desconocidos o con conocidos que conocieron en este sitio alguna ocasión anterior.
- Estás muy redundante.
- ¿Sí?
- Sí, con eso de los conocidos y los desconocidos y el conocimiento…
- Y lo de los estados libres y soberanos ya lo habías dicho.
- En cualquier taller literario te hubieran destrozado este párrafo.
- Por eso escribo teatro.
- No pongas pretextos.
- Bueno, ¿no ustedes ya se habían ido?
- ¿Nosotros?
- En el texto anterior no estuvieron.
- ¿Nos extrañaste?
- La verdad, no.
- No te creo.
- Como quieran, ¿puedo seguir?
Uno de estos lugares de encuentro es conocido como La Casita, lugares que se presentan como centro de educación sexual y que sirven como mero lugar de cogedera. Parte de mi etapa de exploración fue visitar estos lugares y otros más. Yo como Santo Tomás, hasta no ver no creer, así que fui a algunos vapores públicos, baños de Sanborns, el último vagón de la línea naranja del metro, la línea verde, la rosa y la verde fuertecito, el camino amarillo, los baños del último piso de la UNAM, etc. Motivo de estas experiencias vouyeristas quise escribir una novela contando lo que había visto y conocido.
- ¿Una novela con eso?
- Sí, vi cosas interesantes y divertidas en las veces que fui, me dieron ganas de escribirlas.
- No funcionaría, la vida sexual de un gay no vende, menos la de un provinciano.
- Al contrario, Gaby me regaló el libro de un español, se llama California, es algo similar pero en otra época y de otra forma.
- ¿Y?
- Nada, yo quise escribir mis historias.
- Termina de escribir esta y no hagas más nada.
- ¿Quieres que termine de escribir ésta?
- Sí.
- Entonces no me interrumpas.
Entré a La Casita y percibí el característico olor a podrido, un pañal usado a veces es más agradable. Entre la poca luz distinguí a algunos clientes frecuentes viendo las películas pornos que ahí se proyectan y que de tanto que pasan las mismas, ya hasta están rayadas. Fui directo al baño de la planta baja y me eché un poco de agua en la cara, me arreglé el cabello y salí.
Al lado del baño, un cuarto oscuro, pero mis pupilas aún no estaban acostumbradas, así que ni para qué entrar. En las escaleras un grupo de chicos platicaba y estorbaba el paso.
Como buena diva, corregí la postura quitando la joroba y poniendo la espalda recta para mostrar la altura normal cuando no ando desgarbado y así, tras un leve carraspeo para anunciarme, pasé entre los chicos interrumpiéndoles la plática. Gracias a ello distinguí entre la penumbra a uno un poco chaparrito, piel clara, joven y con un cabello chinito y largo que me llamó la atención. Pasé frente a él, nos vimos a los ojos directamente e intercambiamos una sonrisa. Seguí subiendo las escaleras mientras los otros chicos le hacían bromas respecto a las sonrisas intercambiadas.
Llegué al primer piso y entré a la sala de tv. Un par de tipos estaban sentados viendo las películas, los vi y voltearon a verme. Entré a la sala de al lado, unos tipos miraban a otros que se encontraban en pleno acto oral y se atendían a sí mismos mientras miraban, alguno más osado se atrevía a acercarse a los que practicaban la oralidad intentando ser parte de ella pero era rechazado; el tipo insistía para ser rechazado de nuevo con mayor contundencia. El tipo insistía y entonces era retado directamente. Yo salí de ahí sonriendo en franca burla.
Entré al otro cuarto oscuro, mis pupilas aún no se dilataban completamente, distinguía algunas siluetas entre las sombras. Unas manos me tocaron. Me retiré y seguí caminando hacia el fondo del cuarto. Las manos se acercaron y comenzaron a tocarme la entrepierna, otras manos me acariciaron el pecho.
Respiraciones agitadas, el calor de los hombres intentando restregarse contra mí. Comenzaron a desabrocharme el pantalón. Los detuve y me aparté. Intentaron detenerme tomándome de la mano y agarrándome la entrepierna. Los retiré amablemente y salí del cuarto oscuro.
Subí al segundo piso. En las escaleras, un chacalito y yo cambiamos miradas, seguí subiendo y noté que el chacalito se detuvo a verme, me siguió con la mirada mientras yo me perdía en el cuarto oscuro de la derecha. O mis pupilas ya se acostumbraron o acá hay más luz.
Unos tipos fajan contra la pared, otros dos los miran mientras se estimulan. La tele está apagada y no se ve mucho, paso a la otra parte del cuarto oscuro. Dos tipos cogen libremente en la plancha mientras otros los miran. En el fondo uno le hace sexo oral a otro y otro más intenta estar cerca mientras se masturba.
Uno voltea a verme y se acerca poco a poco. Se pone frente a mí y estira lentamente la mano. Antes que me toque, doy la vuelta y salgo del lugar. Camino por el pasillo hacia la cosa esa que parece terraza. Me asomo. Un tipo fuma mientras otros dos platican acarameladamente.
En el baño de enfrente, otro se lava la cara y se peina, voltea a verme mientras yo lo miro, me sonríe. Entro al cuarto oscuro del fondo donde están las láminas con los hoyos de placer. Algunos tipos recargados en la pared o en las láminas. Un par se besa. Voy a salir y el chacalito de las escaleras me intercepta. Se pone frente a mí y me toma la entrepierna, me arrincona contra la pared y me toca el pecho. Un tipo se nos acerca y comienza a tocarme el trasero, le quito la mano pero el tipo insiste. El chacalito comienza a desabrocharme el pantalón y el otro tipo se coloca detrás de mí arrimándome el paquete. Me separo y los dejo, el tipo de atrás intenta retenerme tomándome del pantalón y comienza a bombear. Lo rechazo y me retiro. El chacalito me sigue pero no le doy bola.
Bajo al primer piso. El chinito de la entrada está parado en la entrada del cuarto oscuro de las literas, me mira y sonríe. Le sonrío y entro al cuarto oscuro, él me sigue. Hago como que reviso, no hay nadie. Volteo y el chaparrito está parado detrás de mí, me mira tímido y le sonrío. Me toma de la cintura y me recarga contra la pared. Acerca sus labios a los míos y comenzamos a besarnos.
Sus manos recorren mi cuerpo, me acaricia el pecho, las piernas, las caderas. Mete sus manos bajo la playera y las dirige a los pezones. Yo lo tomo de las nalgas y lo acerco a mí. Su lengua recorre mi boca y mi lengua la suya. Le acaricio el cabello, me encantan sus chinitos. Se quita la chamarra, me toma de la mano y me conduce hacia la plancha. No pongo resistencia y me dejo conducir. Me recarga en la plancha y seguimos besándonos.
Me gusta que él decida, que esté llevando las cosas, no como los que he conocido que se desvisten y abren las piernas esperando que uno haga todo.
Me sube a la plancha o intenta hacerlo. Sonrío y subo. Se quita la camisa, yo la playera. Me desabrocha el pantalón y pongo las piernas flojas para dejar que me lo quite. Se desviste y sube a la plancha, hago lo mismo. Desnudos seguimos el contacto de cuerpos, siento su piel sudada en mi piel, su piernas juegan entre las mías, su esbelto cuerpo intenta oprimir el mío y mis dedos se trenzan con su cabello chino.
Un tipo entra y nos mira, mantiene su distancia. El chinito y yo seguimos con lo nuestro, acariciándonos, besándonos, mezclando el sudor en una gota que escurre por la espalda. Me besa mientras me acaricia el falo, yo le acaricio la cintura y mi lengua juega con la suya.
Ahora son tres tipos viéndonos, mantienen la distancia. Uno se masturba mientras mira. El chinito y yo seguimos, no nos importan los demás mientras no se acerquen. El chinito se sienta sobre mí y comienza a estimularse, intenta entrar poco a poco, se coloca la punta en la entrada e intenta meterla. Lo detengo y sonrío. Saco un condón del pantalón. Me lo pone y regresa a lo mismo.
Los demás nos miran, pero ahora son cinco. Un tipo se acerca. Me acaricia las piernas. Las retiro. El tipo insiste y le retiro la mano con los pies, se aleja y sale del cuarto. El chacalito se adelanta y me mira sonriente, extrañamente cuida que no se nos acerque ningún otro, le sonrío agradecido y sigo en lo mío con el chinito mientras el chacalito nos cuida. Seis tipos nos miran, tres de ellos se masturban, los otros se limitan a mirar y el chacalito cuida.
El chinito sube y baja mientras cierra los ojos, lo tomo de la cintura y le beso el pecho, le acaricio los pezones con la lengua. Cambiamos posiciones, el chinito sabe moverse y es bastante elástico.
Siete tipos nos miran, o seis, o cuatro, o siete de nuevo, u ocho. Nuestro raiting varía mientras el chacalito se mantiene al pie cuidando.
El chinito y yo sudamos, no me da tregua y no pretendo dársela, a ver quién se cansa primero y gracias a ser tauro, suelo durar, así que esto promete. Diferentes posiciones, manos recorriendo la piel caliente, su hoyo extra dilatado, sus chinitos sudados brincando por el movimiento, sus piernas aferradas a las mías y los mirones extasiados.
El chinito se detiene, siento que se cierra, entiendo lo que pasa y lo miro sonriente, él me besa y me toma la cara, me besa y en ese momento sucede, se viene sobre mi pecho. Me excita y también termino. Nos abrazamos y permanecemos abrazados, nos besamos. Algunos mirones se van, otros siguen ahí y el chacalito aún cuida. Curioso tipo, ¿dónde los venderán?
El chinito y yo permanecemos sentados en la plancha uno frente al otro, nos acariciamos y comenzamos a platicar entre besos.
- ¿Cómo te llamas?
- Francisco, ¿tú?
- Manuel.
Silencio.
- ¿Cuántos años tienes?
- 24, ¿tú?
- Muchos más que tú.
- ¿Cuántos más?
- Muchos.
- ¿200?
- Jaja, no seas tonto.
- Tonto es el que hace tonterías, dijo Forrest Gump.
- Bueno, tengo muchos más que tú, ¿como de cuántos me veo?
- No soy bueno para adivinar edades y no me gusta.
- Di un número.
- ¿Del 1 al 10?
- ¿Parezco de 10 años?
- No sé, estás chaparrito, en una de esas…
- Jajaja, no seas tontito.
- Bueno, al menos ahora es tontito y no tonto… te ves como de 29.
- No, no tengo 29…
Y así estuvimos un rato. Curiosamente, algo de lo que me río cuando he ido a ese lugar es que al final de coger te pregunten tonterías como esas y sobre todo la bien sabida:
- ¿Tienes pareja?
O sea… uno va a descargar cierta tensión y a evitar el cáncer de próstata por falta de sexo, no a buscar pareja, o al menos en mi caso así ha sido. Me causan risa las pláticas como:
- Es que vengo acá porque estoy solo.
- Es que el mundo gay es muy difícil.
- Es que nadie está dispuesto a comprometerse.
- Es que sólo quieren modelos.
O sea… así como hay lugares de encuentro, debería haber un rascacielos desde donde estos tipos se aventaran, o una especie de club leather donde se mutilaran y dejaran de estar jorobando a los que simplemente van por una cogida y punto. Pero bueno, cada uno hace sus cosas en la viña del señor.
La cosa es, que aunque no me gusta platicar, con Manuel comencé a hacerlo. Estábamos aún desnudos y un par de tipos insistían en vernos. A punto estuve de decirle al chacalito que les cobrara la entrada, pero mejor optamos por vestirnos y ante eso, los tipos se retiraron. Mientras nos vestimos seguimos platicando.
- ¿A qué te dedicas?
- Soy dramaturgo.
- No es cierto.
- ¿Por qué no?
- Todos mis ex han sido escritores, o bueno, periodistas.
- Los periodistas no son escritores.
- No seas tan duro.
- Es lo que se dice.
- Bueno, me gustaste, pero ahora que dices que eres escritor, me encantas.
- Yuju!!!
- No te burles.
- Ok.
- Yo estudio letras inglesas, quiero hacer la maestría, y también me dedico a la danza.
- Wow, qué bien, yo anduve con dos streepers, que digamos que los streepers son a la danza lo que los periodistas a la literatura.
- ¿Por qué anduviste con streepers?
- Por caliente, supongo.
- Yo no andaría con un streeper.
- No te lo recomiendo.
Terminamos de vestirnos y bajamos. Me dio su cel y mail en una servilleta.
- ¿Ya te vas?
- Ya.
- ¿Por dónde vives?
- Cerca, por Metro Xola.
- Ya me voy, ¿te acompaño?
- Si quieres.
Y salimos del lugar. En el camino me tomó de la mano y no hice nada por evitarlo. Con la luz del día pude verlo bien, no se veía tan joven como en la oscuridad pero tampoco tan grande, delgado y de caminar gracioso, digno caminar de bailarín. Me acompañó hasta la casa. Llegamos y abrí la puerta, mi primo miraba la tele, Manuel no quiso entrar, le di las gracias por la compañía y nos besamos nuevamente atrás de la puerta, esperando que mi primo no nos viera. Rico. Lo acompañé a Tlalpan a tomar un taxi y nos volvimos a besar de despedida, a plena luz del día, frente a los taqueros que me ven pasar diario y no me importó. Se fue y regresé a la casa.
- Wow, deja respiro.
- Cambiaste de giro, esto parece cuento porno.
- Está un poco fuerte, pueden leerte juguetes preescolares.
- ¿Vas a dejarlo así?
- O sea… se van un texto y regresan como editores y representantes de la buena conciencia.
- No.
Ok, de acuerdo, si esto suena perverso confieso que lo soy, pero no por haber tenido sexo de diferentes formas sino por escribirlo. Todo mundo ha tenido sexo, todos menos los feos, y a veces hasta los feos, pero unos lo niegan y otros lo aceptan, no me refiero a los feos sino todo el mundo en general.
- Entonces lo vas a dejar así.
- Claro.
- Allá tú.
Por la noche entré a internet y busqué información del grupo de danza donde estuvo. Aunque he escuchado mucho respecto a ese grupo, nunca lo había visto. Y sí, ahí en unas fotos estaba él. Después busqué su nombre y encontré varias cosas. Excelente, alguien digno de admirarse, la cosa promete.
Por las vacaciones de Semana Santa me fui a Oaxaca, así que no volvimos a vernos pero empezamos a intercambiar mensajes por el cel. Cada vez me emocionaba más el recibir alguno y me gustaban sus respuestas.
Sentado estaba debajo de los framboyanes de Sto. Domingo cuando me sorprendí pensando demasiado en Manuel y con una cierta necesidad por entrar a Sto. Domingo. Respiré y me encaminé hacia el templo.
Al entrar el efecto de siempre, la grandiosidad abrumadora de esa iglesia ahora fresa. El árbol genealógico de Sto. Domingo, los retablos de oro, las pinturas, la altura… Todo invita a quedarte callado. Camino a la mitad y tímido me siento. Sigo mirando, paseo la vista por la iglesia sin dejar aún de sorprenderme. Hermosa.
Mis ojos caen ante el retablo y miro el sagrario, guarda el preciado tesoro y todo lo que puedo hacer es intentar mirarlo tímidamente. ¿Orar? Algo así hacía cuando estaba en el seminario, recuerdo, creo que eso hacía. Junto las manos y bajo la vista hacia mis dedos que juguetean nerviosos entre ellos. Mis piernas juntas como niña de colegio de monjas. Y empiezo a platicar con ese ser que sé existe y del que no me importa demostrar su existencia. Lo he tenido en la vida y me ha acompañado a pesar de mis carbonerías. Si alguien no lo ha tenido consigo, no es culpa mía.
- Oye. Le digo. No sé qué pedo contigo y conmigo respecto a los giros que ha tomado mi vida. Los curas dicen que es malo ser gay. La gente dice que es malo ser gay. Mi vida antes de dejar el seminario era radicalmente diferente a lo que es ahora. Era un buen muchacho, “hijo de familia”, comportado, relajiento pero serio cuando debía serlo, tranquilo a pesar de todo. Hasta pordría decir que inocente. Ahora… sabes el desmadre en el que me he convertido, me soltaron la correa, definitivo, me soltaron la correa. Pero… a pesar de todo esto, me siento pleno, o al menos me siento más vivo que cuando estaba dentro intentando dedicarte la vida. Sé que he hecho muchas cosas que son malas, o no lo sé, no sé qué pedo con la bondad y la maldad, la moral y la ética, la filosofía me dejó confundido y hay cosas que intento ir resolviendo.
El punto es (para no enredarte), hay una posibilidad que se está abriendo. Podría decir que en verdad me siento pleno en este momento de la vida pero no es verdad, me hace falta alguien al lado. Sí, así están las cosas. Nunca fui muy dependiente de los demás, pero creo que me gustaría compartir mis cosas con alguien, no sé.
Hay un chico, se llama Manuel, y aunque lo conocí en un lugar totalmente opuesto a éste, creo que es alguien que vale la pena. Me empieza a ilusionar, platico con él por mensajes de cel y tuvimos un sexo delicioso. Lo lamento, no sé si es información de más, pero de todos modos, si dicen que estás en todos lados y todo lo oyes, todo lo ves y todo lo hueles, ya estás perfectamente al tanto de esto que te estoy diciendo. Estaba allá afuera sentado pendejeando un rato, lo sabes, y me dieron ganas de entrar acá. Ahora tenía ganas de decirte estas cosas y pues acá me tienes despepitando.
La cosa es… no sé en verdad si ser gay sea correcto o no, lo único que te puedo decir es que ese cuento de Adán y Eva hace rato no me lo chupo. Me convence más el hecho de sentir algo por alguien y que creo es bueno, en verdad lo creo. Lo único que quiero es que me eches la mano, ¿vale? Te lo agradecería profundamente.
El chico comienza a gustarme, eso creo, no nos conocemos bien y justo cuando lo conozco me debo venir a Oaxaca para pasar la semana santa. Sólo te pido eso, no quiero otra cosa, al menos por el momento.
No sé cómo esté la relación ahorita entre tú y yo. Sé que te tengo bastante abandonado, es imposible ocultarlo, pero hay muchas cosas que me estoy replanteando, que me tienen no muy conforme. Quiero los valores en que crecí, y pese a la redundancia, valoro mis valores, pero también de vez en cuando es necesario cuestionarlos. Al menos eso creo. Oye, al final, como sea que sucedan las cosas… échame la mano, ¿no?
Respiré un momento, paseé una última mirada por la iglesia y salí caminando. Afuera la gente caminaba y el sol comenzaba a esconderse.
- Momento!!!!!
- No entiendo, o sea, primero haces tu narración porno y ahora te pones de San Cirilo Mártir.
- Sí, así pasaron las cosas.
- No te creo, no suena lógico.
- No me importa, estoy relatando yo y es lo que me pasó a mí, si no te gusta, escribe tú lo tuyo.
- Yo no hubiera entrado a la iglesia, no suena lógico, tú sabes de eso, eres Dramaturgo.
- No sé, soy un ser complejo, así sucedió esto.
- Mmmmm… no termina de convencerme.
- Oye, ¿por qué no revisas ortografía mientras yo termino de escribir?
Pasé las vacaciones de Semana Santa en Oaxaca mientras seguía en contacto con Manuel por medio de mensajes de celular. Al regresar al DF quedamos en vernos el lunes del regreso. Vamos al cine, nos vemos en Plaza Universidad.
Por la mañana le platiqué a Denisse lo que pasaba y le emocionó.
- Ánimo, nene.
Me acompañó a Plaza Universidad y entramos a una librería en lo que daba la hora. Siendo ya la hora de la cita, salí y ella me dio ánimo. Manuel ya estaba sentado esperando. Me acerqué queriendo sorprenderlo pero me descubrió, me abrazó y entramos a la Plaza.
Nos sentamos a esperar que iniciara la función y estuvimos platicando un poco acerca de cómo me fue en Oaxaca y esas cosas. Después entramos al cine. ¿Qué película vimos? La neta ni me acuerdo, además no la vi completa. Salimos del cine y fuimos a tomar café al Vips. Me enseñó un par de fotos donde estaba bailando y estuvimos platicando. Me regaló una paleta de chocolate con forma de corazón… bueno.
Prácticamente agandallé toda la charla. Él sólo me miraba atento y sonreía con mis pendejadas. Le platiqué de la Royal Court, de Televisa, de la Fundación, etc. Mi tema de conversación era mi vida dramatúrgica. Él platicó un poco… Ups, algo pasa. No sé, es raro. Ahora que lo tengo enfrente no siento chispa, como que le hace falta pasión a esto. Es lindo, tierno, pero, no sé. Hace falta algo. Estuvimos un rato más y nos fuimos.
Entramos al metro y nos despedimos con un beso en pleno andén. Yo tomé una dirección y él se fue por la otra pues vivía en Coapa con sus papás. Un mensaje de cel después y ya.
A la mañana siguiente encuentro un mensaje en el cel:
- Me robaste el sueño.
Me encantó eso.
Platico con Denisse en la Fundación.
- ¿Qué tal, nene?
- Bien, pero no sé, hay algo raro, de pronto siento como que él se está clavando y yo no, o al menos no como él.
- Con calma, morro, apenas se están conociendo.
- En eso tienes razón.
Manuel y yo nos llamábamos, nos mandábamos mensajitos. Volvimos a vernos el sábado. Vino a la casa y fuimos a tomar un café al Sanborns que está cerca, pero como no nos daban mesa, salimos y regresamos a la casa. Pasamos por una pizzería que está a una cuadra y ahí nos quedamos. Estuvimos charlando mientras unos chicos platicaban. Al salir, por supuesto empezaron a reírse y hacerse burla entre ellos respecto a nosotros. Me molestó un poco pero decidí no darle importancia.
Llegamos a la casa y mi hermana no estaba. Comenzamos a besarnos y terminamos en mi cuarto. Justo le estaba quitando el pantalón cuando mi hermana entró a la casa y empezamos a vestirnos como locos. Salió, se lo presenté a Judy y él la saludó rápidamente, después se fue.
- ¿Él es Manuel?
- Sí.
- ¿Ya está grande, no?
- Sí.
- Ay, Paco, tú y tus gustos.
- ¿Qué?
- Nada.
Al otro día Judy y yo veíamos Will & Grace. En ese capítulo Will se enamora de un negrito y los demás lo molestan diciéndole “disparejos”. Judith volteó inmediatamente y me dijo “disparejos” para después empezar a cagarse de la risa. Ay, mi hermana, por eso la quiero.
En la semana platiqué con Vanesa y quedamos en ir el jueves a Lipstick y así le presentaba a Manuel. Le llamé para decirle si podía ir y dijo que estaba perfecto. Confirmé con Vanesa y el jueves nos vimos en Lipstick.
Manuel y yo llegamos antes pues Vanesa debía salir de Televisa. Mientras estábamos formados platicamos un poco. Pasaron unos chicos y bromeé diciendo que uno de ellos estaba guapo.
- Pues si quieres vete con él.
- ¿Sí?, sale, jaja.
- Francisco…
Y me puso su cara de enojado, me encantó. Entramos a Lipstick, se lo presenté a Vanesa cuando ella llegó y estuvimos bailando, pobre Vane, prácticamente terminamos ignorándola. Empezó a besarme, no sé cómo salió el tema… algo de los novios.
- No sé, a mí nadie me ha preguntado nada.
Se me quedó viendo directo mientras me abrazaba por la cintura y entonces lo dijo:
- ¿Quieres ser mi novio?
- Vane!!! Ya tengo novio.
- ¿A poco?, ni se notaba.
- Bueno, pero ya es oficial.
Después acompañamos a Vanesa un poco y de ahí lo llevé a su casa hasta Coapa. Había una especie de cabinita de vigilancia en la entrada del Fraccionamiento, así que se despidió con un beso rapidísimo y bajó del carro. Yo regresé a la casa. Ya tengo novio… ¿pero por qué no estoy emocionado como esperaba estarlo? Quisiera estar radiante, con la puta sonrisa que no me cupiera en la cara, no sé, pero es como si fuera algo normal… tengo novio.
La hermana de mi carnalito el Chol se casaba y Huicho me invitó a la fiesta. Le pregunté si podía ir con Manuel y dijo que sí. Le avisé a Manuel.
- Nene, no tengo ropa formal.
- Yo tampoco, no te preocupes.
- No me gustan las bodas.
- A mí menos, pero anda, vamos.
Quedamos en confirmarnos.
Durante la semana más que sentirme contento por la novedad en mi vida me empecé a sentir confundido. De pronto empecé a sufrir un poco el hecho de saber que iría con Manuel a la boda más que disfrutarlo. Huicho no llamaba para confirmar el lugar donde sería todo.
- Nene, ¿qué pasó con la boda?
- No sé, no me ha llamado mi amigo.
- ¿Entonces?
- No sé.
Al final, Huicho nunca confirmó y ya no fuimos, pero Manuel quiso que saliéramos ese día. Estuvo un poco extraño, dijo que estaría fuera de su casa. Quedamos de vernos en zona rosa en la noche. Le pedí el carro prestado a mi hermana.
- Llegas temprano, mañana llegan papá y mamá a las 6 am y hay que ir por ellos.
- Sí, no te preocupes.
- ¿Vas con Manuel?
- Sí…
- ¿No estás enamorado, verdad?
- No sé.
- Bueno, no te emociona.
- Creo que no.
- Ay, Ni.
Durante el camino a Zona Rosa no podía dejar de pensar en mi falta de entusiasmo respecto a esto, no sé. Manuel es todo lo que había pedido en algún momento, un chavo lindo, hiper cariñoso, detallista, mayor que yo, tierno, atento, se notaba enamorado, por primera vez siento lo que es que alguien esté enamorado de mí… pero yo no siento algo más allá de eso.
Llegué a Zona Rosa. Manuel ya estaba. Le pedí pasar a saludar a Ricardo al café y se lo presenté. Me aparté un poco con Ricardo.
- ¿Qué pasó?
- No sé, estoy confundido, creo que mejor voy a terminar con esto.
- ¿Por qué?
- No sé, está raro, pero no me siento enamorado, me cae muy bien, lo admiro, pero no va más allá de ello.
- Pues suerte, nene, te dejo, regreso a trabajar.
Manuel y yo fuimos a otro café y empezamos a platicar. Me habló sobre la maestría, que estuvo estudiando toda la tarde para presentar el examen de ingreso, de lo emocionado que estaba. Yo sólo sonreía, me agradaba lo que decía pero me empezó a doler un poco la cabeza, no encontraba el momento para sacar el tema y ponerlo en la mesa. Me preguntó por la Fundación y le comenté cómo me habían destrozado un texto. Me dio ánimo, dijo que siguiera adelante. Wow, qué chico tan extraordinario, ¿por qué carajo no puedo sentirme babeando por él?
- Estaba a punto de decirlo cuando en eso…
- Pollo, ¿qué crees que hice?
(Por cierto, a veces le daba por decirme pollo).
- ¿Qué?
- No estuve todo el día en mi casa.
- ¿Y eso?
- Renté un cuarto en un hotel, quiero que pasemos la noche juntos.
- Manuel, yo me debo ir temprano, mis papás llegan mañana y le prometí a mi hermana llegar temprano para ir por ellos.
- Es que para que no te sintieras mal por no haber ido a la boda, quise hacer esto por ti.
Me mata, este tipo me mata, pero en lugar de brincar a sus brazos para agradecérselo y llenarlo de besos, sólo puedo recargarme en mi silla y quedarme callado.
- No te sientas presionado, igual debí consultarte antes, pero tú me dijiste que estas cosas se hacen, no se consultan.
- Sí, lo siento.
- No te preocupes.
- Manuel, en serio lo siento…
- Bebé, no te pongas así, no quiero que te pongas triste, esto era para alegrarte, si no se puede hoy, lo haremos después.
Salimos del café y pasé a despedirme de Ricardo.
- ¿Cómo lo tomó?
- No se lo dije.
- ¿Por qué?
- Hizo esto y esto y esto.
- Paco, no puedes cortarlo.
- Ya sé.
- ¿Qué vas a hacer?
- No sé.
Fuimos hacia el carro y antes se encontró a un amigo, lo saludó y estuvieron platicando. Ni siquiera me presentó con el amigo.
- ¿Qué? ¿Te vas a poner de exquisito siendo que rentó el cuarto del hotel y todo eso y tú quieres cortarlo? Creo que no te corresponde.
- Bueno, como sea.
Llegamos al carro y subimos.
- ¿Por qué estás tan callado?
- Me siento extraño.
- Bebé, no te preocupes por eso, en serio, ya otro día será.
- Ok, ¿a dónde te llevo?
- Al hotel.
Camino al hotel fuimos platicando. Llegamos y no era cualquier hotel, no diré el nombre para no meter más goles publicitarios de todos los que ya metí, pero está sobre Tlalpan y División del Norte. Llegamos y dejamos el carro en el estacionamiento.
- ¿Quieres pasar?
- Sólo un momento.
Subimos al cuarto. Entramos y su libro estaba sobre el escritorio.
- Estuve estudiando para mi examen.
- Qué bien.
Empezamos a platicar un momento, un momento más, y más, y más. Descorchó una botella de tinto y seguimos platicando. Se terminó la botella y descorchó otra. Pasaron como cuatro horas mientras platicábamos.
¿Qué coño me pasa? Este tipo es genial, es maravilloso, tiene todo lo que quiero. A huevo que me voy a enamorar, así como es, debería ser muy sencillo. Ok, nos conocimos teniendo sexo, quizá es eso, no hemos vuelto a hacerlo desde aquella vez. Manuel se acostó en la cama. Me acerqué y le quité los zapatos para que descansara. Sonrió. Me acosté junto a él y comenzamos a besarnos. Terminamos haciéndolo.
- Francisco… Cuando estoy tomado no me excito. Lograste lo que ninguno.
Y yo, sólo sintiéndome peor.
- Ya, este tono Pepe el toro me está cansando.
- A mí también.
- Si no estabas enamorado, pues adiós.
- Es lo que hice.
Me despedí y me acompañó al carro. Al llegar a la casa recibí un mensaje: hoy no voy a dormir sólo por el coraje de saber que si te hubieras quedado, no hubiera pegado el ojo en toda la noche.
En la mañana fui por mis papás a Tasqueña junto con mi hermana. Esos días fueron familiares y no vi a Manuel.
En la Fundación llevamos un taller de encuadernación y estábamos aprendiendo a hacer libretas, así que le hice una especial para sus apuntes de la maestría. Verde. Me encantaba esa libreta, la neta me quedó muy, muy padre.
- Mira, Denisse, es la de despedida.
- ¿En serio, morro?
- Sí, nena, es lo mejor. Es un gran tipo y no se merece esto, así que bueno, mejor darle prisa.
Nos vimos en Coyoacán. Llegó con una diadema puesta pues venía de clase de danza. Fuimos a un café que él conocía y nos sentamos en dos sillones distintos, cada sillón era para mínimo dos personas.
- Bebé, ven, siéntate conmigo.
- No, estoy bien.
Empezamos a platicar de la Fundación, me volvió a dar ánimo pues me seguían destrozando mi texto.
- Mira, te traje algo. Le entregué la libreta. Es para tus apuntes de la maestría.
- Dedícamela.
“Para tus apuntes de la maestría. Con cariño, Paco”.
Vio la escueta dedicatoria y apenas esbozó una sonrisa. Guardó la libreta agradecido por el detalle. Estuvimos platicando un rato más y de plano ya no pude.
- Manuel, tengo que hablar contigo.
Comencé. Solté todo en cuanto a cómo me sentía, esa extraña sensación de no estar bien, de no estar enamorado… y seguí, y seguí, y seguí. La cara le fue cambiando. Se quedó mirando por la ventana y me interrumpió.
- No te preocupes, pasa cuando debe pasar, el amor tampoco se obliga. Gracias por la sinceridad.
Me abrazó y salimos del café. Fuimos caminando hacia la parada del pesero y me dijo que iba hacia otra parte. Por el rumbo, pude intuir que a casa de su mejor amigo. Al salir del café comenzó a lloviznar y vi que unas gotas se le deslizaban por las mejillas… ¿lluvia? No. Yo regresé a casa sintiéndome bastante mal por Manuel pero extrañamente aliviado.
- Judy, terminé con Manuel.
- ¿Y eso?
- Pues…
Manuel me dijo que quería seguir tratándome. Pasaron un par de semanas y recibí un mensaje de él. Empezamos a platicar por mensajitos y el último suyo fue:
- Pollo, te extraño.
No respondí. Otra vez platicamos de la misma forma para que terminara con:
- Estoy tomándome unas chelas con unos amigos y no sé qué hacer para dejar de pensar en ti.
Pero yo sí sé. Si no puede dejar de pensar en mí… mejor me alejo para facilitarle el trabajo. No volví a responderle los mensajes.
Se acercaba mi cumpleaños y decidí hacer una fiesta. Invité a mis amigos y no sabía si decirle a Manuel o no. Bueno, si me llama, lo invito, total que la fiesta es el 5 y mi cumple es el 2.
2 de mayo estaba yo en el gimnasio cuando el celular sonó. Manuel.
- ¿Bueno?
- Hola, Francisco, felicidades.
- Gracias, en verdad, gracias.
- Bueno, pues… que te la pases muy bien y…. felicidades y…. ya, bye.
Colgó, no me dio tiempo decirle de la fiesta. Aunque pensándolo bien, no quiero que esté incómodo y yo estar incómodo.
Después de eso, no volvimos a vernos o llamarnos.
Cuando uno quiere, el otro no y así pasa cuando pasa. La naturaleza es caprichosa, aunque eso de echarle la culpa a la naturaleza… bueno.
- ¿Entonces así terminó?
- No.
- ¿No?
- No, pasaron más cosas. Bueno, sólo otra cosa que dio el punto final a la historia.
Al menos para mí, definitivo.