SOBREVIVIRÉ

Parte 3
De las que fueron. .
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Pasé la noche en el Hospital. El collarín duro me lastimaba, me ahogaba y no me dejaba dormir. El cuello me dolía pero… prefiero dormir adolorido que dormir sofocado. Me quité el collarín y a dormir. Apenas puse la cabeza en la almohada… chau.
Amanece.
No despierto.
Va pasando la mañana. Entra una enfermera y me saluda. Alcanzo a verla por la ranura que hacen mis ojos. No despierto, apenas y la veo. Me hace preguntas que alcanzo a contestar como puedo. Una de ellas es ¿por qué me quité el collarín? No podía dormir. Checa mi suero y se va. Cierro los ojos.
Un tiempo.
Entra mi primo Neto. Despierto.
Me pongo el collarín de nuevo. Platico con mi primo un poco. Las palabras se me salen en mi estado adormilado, apenas y logran formar cadenas de sentido. Tengo hambre. Ayer sólo comí los churros con champurrado en la mañana y el poco de arroz en la tarde. Y ahora tengo hambre. En verdad que tengo hambre.
Recuerdo a “la morena”: oyes, poli, traime un chesco, ¿no? Es que tengo sed y tengo hambre.
Sonrío.
Platico con mi primo. Estoy pensando que tengo hambre.
Entra una enfermera llevando la charola con el desayuno. ¡El poder de la mente! La enfermera coloca la charola en la mesita y se retira. Entra un enfermero y me ayuda a subir la cama para poder comer. Mi primo quiere comprar una cama de estas. Me ayudan a colocar la mesa frente a mí para comer. Neto tiene cosas que hacer, se despide y se va. Al rato pasará de nuevo. Me dispongo a despachar el desayuno. Gelatina, atole de arroz, un pan tostado y puré de papaya.
Me enferma. Esto no es comida. Los hospitales enferman.
Te quieren tener adentro el mayor tiempo posible para que pagues más. Esto no es comida. Enferma.
Pero bueno, como la teta de la abuela: no nutre pero consuela. Apenas estoy empezando a quejarme por la comida cuando me doy cuenta que ya me la acabé.
No aguantó ni para la queja. Pero milagrosamente me siento satisfecho. Bueno, algo es algo.
Me recuesto un poco.
Enciendo la TV.
Hago zapping.
Nada que ver. Lo de siempre. Ya lo vi.
Dr. House. Me encanta Dr. House. ¡Quiero que me atienda Gregory House! Dos capítulos al hilo.
Cambio.
E.R. El doctor Romano pierde el brazo. Antes de Dr. House, E.R. era mi serie favorita de doctores. Me envició en ella mi primo el Neto. Pero apareció en la pantalla Dr. House. Lo conocí en Argentina cuando estaba en cuarentena por Hepatitis. No podía salir de casa y sólo me quedaba viendo la TV y conocí al Dr. House. Ese día conocí el amor.
JAAAAAAAAAAAAAAA!
Llegan mi mamá y mi hermana. Mi hermana vive en el DF, apenas se enteró que el más pequeño de sus hermanos se había accidentado, tomó un bus a Oaxaca.
¡Eso es amor, no chingaderas!
Platicamos un poco. Sale mi hermana, se queda mi mamá. Entra el doctor encargado del piso a verme. Me revisa, me pregunta.
Resulta que el doctor conoce a mi madre. Ella fue maestra de la hija del doctor. Platican mientras el doctor ve mis placas. Todo está bien. Me manda a hacer una tomografía para descartar cualquier cosa.
Dado que mi mamá fue maestra de la hija del doctor, él dice que me van a tener hospitalizado hasta que el problema legal se arregle. Si en este momento me dieran de alta, como aún estoy detenido, me regresan a los separos del M.P.
Horror.
El doctor promete tenerme ahí hospitalizado. Mi madre le agradece, pero yo le agradezco más todavía.
La ventaja de las relaciones, dice mi tía Rebe. Trato VIP en los separos, hospitalización hasta arreglo de problemas legales. El doctor se despide. Entra la enfermera con una silla de ruedas. Me lleva a hacerme la tomografía. El cuello aún me duele, ya no tanto como ayer pero molesta. Me ayuda a levantarme y sentarme en la silla de ruedas. No estoy tan jodido como para no poder hacer eso pero me dejo querer.
La verdad es que da pena bajar en silla de ruedas mientras la enfermera me lleva, pero más pena da bajar con esta bata horrible color verde pistache con abertura en la espalda.
Llegamos.
Bajo de la silla de ruedas.
Me acuestan en el aparato aquél.
Me introducen en la máquina.
Me toman mis cosos.
Me sacan de la máquina.
Me suben a la silla de ruedas.
Me regresan a mi cuarto.
Me ayudan a subir a la cama.
Me acuestan.
Cambian el collarín duro por uno blando.
La enfermera se va.
Mi mamá sigue un rato y se va a ayudar a mi papá y a mi hermana con los papeles del seguro y demás cosas.
Cambio de guardias.
Mis custodios nuevos van a verme. Checan la ventana para ver si no puedo escapar por ella. Me burlo por dentro.
Llegan de visita mi tía Rebe con los tíos de Puebla. Platicamos un momento.
Se van.
Al rato va a verme mi tío César. Platicamos un momento.
Se va.
Sigo acá acostado. Me empieza a doler la espalda. Me cansa ver la TV. No tengo nada para leer. No tengo a Sophía para escribir. Duermo, despierto, veo la TV.
Me cansa.
Pienso un poco en lo que estoy escribiendo ahora, cómo resolver ciertas cosas de mis textos. Pero sólo le doy vuelta a las ideas en la cabeza, no tengo donde apuntarlas. De vez en vez entran los enfermeros a checar mi venoclisis y a ponerle el medicamento correspondiente. Pienso un poco. La ociosidad es la madre de todos los vicios.
Y pienso un poco.
Si la de malas hubiera sido y Sn. Pedro me hubiera llamado en ese momento, seguramente ahora no estaría narrando esto, mis padres no andarían viendo lo del seguro sino lo de la funeraria, en casa andarían como locos viendo lo de los tamales, el chocolate y el pan para darle a las visitas. Estarían haciendo llamadas para avisar a la familia y a mis amigos. Es muy ocioso pensar todo esto pero yo soy ocioso. Y debo confesar que a pesar de mi morbo, me da cierto miedo pensarlo. Pero… si Sn. Pedro me hubiera requerido en ese momento: ¿alguien me lloraría?
Apenas tengo 25 años pero, ¿han sido 25 años que han valido la pena? Definitivamente he hecho muchas cosas en este tiempo. He conocido a mucha gente a la que quiero, he desperdiciado mucho tiempo pero también he vivido y aprendido. Tengo amigos a los que quiero y que estoy seguro que me quieren. Parezco pavo real sacando las plumas, pero creo que sí habría por ahí un par que me lloraría. Aún me quedan muchas cosas por hacer pero creo que hasta ahora mi vida ha valido la pena. Al menos para mí. ¿Y si no para mí, para quién?
Y cierto es que me quedan aún muchas cosas por hacer. En lo inmediato y a largo plazo. Así que dejo mis pensamientos tanatológicos (de tanates) y enciendo la TV.
Animal planet. Documentales Estelares.
Es increíble la cantidad de animales que hay en el mundo y todos andan filmando a los de África. Tantas y tantas horas de filmación dedicadas a los leones, las hienas, los leopardos, los chitas, los ñúes, las cebras, las jirafas, los elefantes, las gacelas, los cocodrilos, los hipopótamos… y todos esos ya salieron en El Rey león pero los siguen filmando. Algún día alguien filmará a los zorrillos del cerro de atrás de mi casa y hará un documental sobre ellos. Ése día se entenderá en verdad la naturaleza.
Sigo viendo el animal Planet.
Discovery Chanel.
Lemur Street.
El reino del suricato. Me encanta el clan bigotes, con más problemas que las historias de Silvia Pinal.
Tengo hambre.
Llega mi primo Neto. Platicamos un rato.
Tengo hambre.
La enfermera entra con la comida. ¡El poder de la mente! Eso o mi primo atrae la comida.
En la mañana tenía hambre, él llegó y trajeron el desayuno. Ahora tengo hambre, él vino y trajeron la comida. Voy a decirle que venga en la noche para la cena. Como y sigo platicando con mi primo. Caldo de pollo con verduras, agua de limón, arroz blanco y gelatina. Todo en presentación mini. Apenas me da tiempo de describirlo cuando ya me lo terminé.
Un rato.
Mi primo se duerme.
Sigo viendo la TV.
Hueva.
Pero estar acá o estar en los separos…
Mi primo despierta y se va.
Al rato llega Fabiola.
Después llega Leila. Mis mujeres van a verme. Platicamos, les empiezo a contar cómo estuvo el madrazo. Echamos desmadre un rato.
Llega mi tío César. La flaca y la wera se despiden, tienen que ir a ensayo.
Mi tío me lleva unas galletitas, según para darle a quien me vaya a visitar, pero estamos platicando cuando me doy cuenta que ya casi me las termino.
Llega mi tía Judy. Seguimos platicando un poco. La tía Judy se va. Mi tío César se despide, le pido que avise a mis custodios que voy a bañarme, no vayan a pensar que me di a la fuga.
Entro a bañarme, jalo mi tubo con el suero. Me las arreglo como puedo. La tripita del suero comienza a llenarse de sangre. Ya al rato entrará de nuevo en mi cuerpo, supongo.
Salgo de bañarme.
Me acuesto.
Llegan Paola y Jorge, platicamos un poco. A mi custodio se le ocurre entrar a verme. Se pone a platicar con nosotros. Nos habla de sus cosas y enseña fotos de su cuerno de chivo. Tenemos que escuchar a mi Kevin Costner región 4 en lugar de platicar entre Paola, Jorge y yo. Pero ante todo, ser amable. Paola y Jorde se despiden. El custodio sigue en el chisme.
Llegan mis papás con los abogados del seguro. Me llevan unos papeles a firmar. Leo lo que dicen. Resulta que…
Hicieron el peritaje y me han dado como culpable. A ver… supuestamente que en los accidentes de crucero siempre es difícil decir quién tuvo la culpa, entonces, como los otros venían sobre la avenida principal, les han dado la preferencia.
Ok.
Estoy completamente de acuerdo en que las avenidas tienen la preferencia, pero… pequeño detalle: los semáforos estaban funcionando. Si estuvieran sólo en preventivas, vale, ni pío digo, pero yo tenía el verde y ya casi había pasado la calle. ¿Y cómo saber que los semáforos estaban funcionando? ¡Pues vayan a las 4 AM a ver!
Total que llegaron a un acuerdo entre aseguradoras, cada quien paga sus daños automotrices, jurídicos y hospitalarios. Los del otro carro me firman un acta de perdón donde me liberan de culpas y listo, pero yo quedo como el culpable del choque. La neta es que me molesta. Tanto me ha costado manejar como señora para que ahora me pongan de culpable. Resulta que querer ser un buen conductor sirve para un carajo. Ahora bien, puedo ponerme al tiro y decir que ni madres, que la culpa la tuvieron ellos y subirme en mi mula y decir que la tuvieron ellos y que no estoy de acuerdo. ¿Esto a qué conduce? A que se tenga que hacer el peritaje de nuevo, el proceso se alargue indefinidamente y mientras las cosas no se aclaren, seguiré detenido. ¿Entonces? Firmar y aceptar las cosas como las han decidido, decir que yo tuve la culpa, que los del otro carro me perdonan, llevan los papeles a la Procu, se cierra el caso, me liberan y me dan de alta o… me pongo heavy, exijo que hagan bien su peritaje, esto se alarga, nos vamos a juicio, sigo detenido, me dan de alta y me llevan a los separos, a ver hasta cuando se soluciona y seguimos en este desmadre un rato más…
¿Firmar significa venderme? No sé, por lo pronto ya firmé.
Los licenciados se llevan los papeles y dicen que en un rato más me liberan. Que dudan que tenga que pasar la noche en el hospital.
Olvidaba un dato. Mi hermano llevó a “Daniel”- Isaías a declarar. Resulta que el tipo insiste en no recordar nada.
Uno: estaba muy borracho y en serio no se acuerda. Lo que pongo en tela de juicio porque tan pedo no estaba cuando se levantó al Fabián.
Dos: El golpe sí lo dejó mal y tiene algún trauma por ahí. Que puede ser viable dado que en sí, el madrazo se lo llevó él casi de lleno.
Tres: Es closetera y no quiere confesar. Lo que me parece más viable.
Malditos tehuanos.
¿Qué con los tehuanos?
Pues que “Daniel”-Isaías es tehuano, estaba de visita en la ciudad cuando se levantó al Fabián y por caliente terminó hospitalizado. Ahora resulta que no se acuerda de nada. Mira tú, cha papá.
Pero bueno, ya hizo su declaración. Ya me liberó de culpas y ya se fue a su casa. A él lo dieron de alta en la tarde mientras que yo sigo acá.
Los licenciados se van. Mi papá se va con ellos para llevarlos a la Procu y terminar de ver los trámites. Mi mamá y mi hermana se quedan conmigo. Platicamos un poco. Mi hermana regresa al rato al DF, mañana va a trabajar. Faltó hoy por venir a verme y a ayudar a mis viejos con los trámites.
GRACIAS, carnala.
Al rato llega mi viejo para llevar a mi hermana al ADO.
Resulta que no sacaron el acta de liberación y tendré que pasar una noche más en el hospital. Me despido de mi hermana, de mis papás, de mi hermano. Lo peor de haber sido criado en una familia con un sentido del humor “algo” sarcástico es que tendré que padecer por un buen rato las burlas de mis hermanos. Ni modo, aquí nos tocó vivir.
Se van a descansar.
Los miro partir agradecido.
Yo sigo en el hospital con mis guaruras que ya quieren irse a su casa. Habrá que pasar una noche más acá.
Respiro y cierro los ojos.
En la tele, el ruido de los videos de MTV.
Respiro, ya mañana veremos.
Duermo.
Nuevo día. La enfermera me despierta. ¿Cómo está mi pacientito? Checa mi suero y me pone el medicamento. Al rato llega el doctor. Checa mi tomografía. Pregunta cómo van los trámites legales. Firma el alta y le dice a la enfermera que me tendrán ahí hasta que lleguen mis papás por mí. Me manda medicamento y me da una cita para la próxima semana. Tendré el collarín hasta entonces. Se despide y manda saludos a mi mamá. Le doy las gracias por todo. No es el Dr. House pero me ha caído muy bien.
Le marco a mis papás para preguntar. Dicen que van hacia allá.
A las 00:30 hrs salió el acta de liberación. A esa hora se fueron los guardias y ni se despidieron. Pasé la noche sin mis guaruras y yo ni en cuenta.
Mis papás llegan y me cambio. Me quito la bata verde horrenda y me visto.
Vamos con la enfermera encargada de piso para que firme no sé qué. Me da los medicamentos que mandó el doctor. Le doy las gracias y me despido.
En el pasillo me despido de los otros enfermeros que me atendieron y les doy las gracias.
Bajamos.
Mis papás firman en recepción el no sé qué del cual y salimos. Miro la calle.
Respiro.
Tomamos un taxi y vamos rumbo a la casa. Esto aún no termina pero lo fuerte ya pasó. Quedan sólo trámites con el seguro para que la Procu libere el carro y la aseguradora pague el monto. Fue pérdida total así que estamos sin carro.
Me encantaba ese carro.
El golpe fue muy duro y la verdad es que nos salvó bastante bien. Lo voy a extrañar. Ya lo había extrañado un par de veces en Argentina. Pero ni pex. Así son las cosas. Así pasa cuando pasa. Ahora, recuperarme y seguir con la vida.
Que no, no señor, no se acaba.
No por ahora.
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PD1: A los 5 días de usar el collarín, me ha irritado el cuello y me han salido ronchitas.
PD2: Este sábado fui a una boda, me salí para ir a ensayo. Voy caminando, escucho unos ladridos atrás pero no les doy importancia. Sigo caminando. De pronto, siento en la pierna una punzada y algo que me jala. Duele. Escucho ladridos. Un perro me está mordiendo la pierna mientras otro está a punto de darme alcance. Los golpeo con la mochila. El perro que mordió no logró perforar la piel pero me ha destrozado el pantalón. Insisten en querer morder. La dueña de los perros sale angustiada y gritando. Los espanta. Me pide disculpas y tiembla, dice que están vacunados, que no me preocupe, a cada rato se disculpa y tiembla. Le digo que no hay problema. Dice que cualquier cosa, puedo ir a su casa. Tengo prisa para ir a ensayo. Me voy. Los perros se fueron a pasear como si no hubieran hecho nada. El que mordió ni pena ha de tener. Sólo se le olvidó orinarme para cerrar el caso. ¡Sólo falta que me orine un perro! La mordida duele, me ha dejado marcados los colmillos y los dientes pero no perforó. Pero duele y se me ha inflamado. Ya me puse la antitetánica.
PD3: El mismo sábado que me mordió el perro, alguien cargó crédito a su celular y por error, en lugar de escribir su número, escribió el mío. Ahora tengo 100 pesos de crédito en el celu que algún despistado me donó. Una de cal por las que van de arena.