SOBREVIVO

Parte 2
De las que son.
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Vamos a hacer una escala antes, me dice el señor de tránsito. Pasamos por otro choque cerca de la Casa de la Cultura. Un taxista que se estampó contra un poste de luz. Levantamos al señor del taxi y seguimos rumbo a Santa Rosa.
El taxista acababa de empezar a trabajar, fue a dejar a un chavo ahí cerca y se durmió. Despertó para trabajar, no despertó bien y se durmió. Resultado: se estampó contra el poste de luz. No pudo darse a la fuga porque justo atrás de él venía una patrulla y al estamparse, la patrulla paró a auxiliarlo y a detenerlo.
Curioso, justo cuando me chocaron venía bajando una patrulla. Podría decir que las patrullas atraen los accidentes para tener trabajo pero mejor no. Gracias a que la patrulla venía, llamaron a la ambulancia y llegaron tan rápido.
Listo, levantamos al señor del taxi y nos vamos rumbo a Santa Rosa. El taxista me dice “carnalito” y me saluda. Pregunta qué me pasó y le cuento. Me habla como si estuviéramos hermanados por un mismo acto. Un choque. El de tránsito dice que es la primera vez que lleva en su patrulla a dos que chocaron sin tener en el cuerpo ni gota de alcohol. Sonríe.
En el camino mi hermano me llama. ¿Cómo estás? El cuello me empieza a doler y siento calor. Me duele el hombro y el costado. Me dice que va a ver si la doctora de tránsito tiene un collarín, pero que de preferencia, ahora que llegue a tránsito en Santa Rosa, finja un poco más de dolor para que me den rápido el collarín o busquen la manera de conseguirlo.
Llegamos a Santa Rosa. Están mi hermano y mi cuñada. Me saludan. Mi hermano me revisa. Conoce al de tránsito y se saludan.
Me mandan a ver a la doctora de tránsito. Mi hermano me recuerda que finja un poco más de dolor y que diga qué me duele y qué siento para que agilicen lo del collarín.
Despiertan a la doctora. La mujer apenas atina a preguntarme cosas y a escribir en la máquina. Yo me quejo del dolor. Me hace la prueba del alcoholímetro. Pone en su cosa que sugiere inmovilización de mi cuello pero no me pregunta nada ni me revisa. Nada de ¿dónde te duele?, o alguna revisadita. Sólo me hace la prueba del alcoholímetro y llena su hojita.
Salgo y justo va llegando la patrulla con los coches. No hay que ser muy listo para darse cuenta que se hicieron mierda. Sobre todo el Corsa que fue el que dio de frente. Con lo que me gusta el carro de mis papás. Mierda.
Le entrego a mi hermano todas mis cosas.
Me llevan a la oficina del de tránsito. Ya están ahí los del seguro del otro carro. Y de nuestra aseguradora ni sus luces.
Mi hermano llama de nuevo para que se apuren.
En el momento del choque no sentía dolor de nada, me preocupaba más por ver que los otros estuvieran bien. Pero ahora que ya estoy acá sentado, me está dando el bajón. No es que tenga ganas de acostarme, necesito acostarme. Me siento extremadamente cansado y los ojos me pesan., me duele el cuello y quiero un dulce. Pero acá no hay donde acostarse.
Es necesario que traigan a los heridos para que el juez los vea y esto no pase al MP, dice el de tránsito. Así se arregla todo más rápido. Al parecer no hay ninguno con heridas graves así que sí se los pueden traer.
Y ahí estamos esperando.
Mi hermano llama a mi papá para preguntar cómo están.
Llamo a Fabián y le digo que se ponga de acuerdo con mi papá.
Llamamos a los del seguro.
Seguimos esperando.
Al rato, una llamada al de tránsito.
Resulta que el conductor del otro carro tiene una fisura en la cabeza. Es considerado herida grave. Ergo: no va a venir y esto se va al MP.
Me llevan con la jueza. La despiertan. La jueza ni me mira, sólo pregunta unas cosas y llena una hoja en los espacios que la lagaña le permite ver.
Mi hermano insiste en el collarín.
Ni lo pelan.
Salimos de la jueza y el de tránsito me llevará a los separos de la Policía Ministerial.
Mi hermano llama a mi papá, al del seguro. Y yo voy en la patrulla rumbo al MP.
Como hay heridos en ambos carros, los dos conductores estamos detenidos, sólo que como el otro se quejó antes, él está detenido en el hospital y yo voy rumbo al MP. Bonita la cosa.
El cuello cada vez presenta mayor dolor. Lo mismo la espalda y los hombros.
Llegamos al MP.
Me llevan a que llenen una hoja más con mi nombre. Llega mi hermano. Él es doctor y trabajó justo acá en el MP. Los polis lo conocen, se saludan. Doc, Doc, Doc, le dicen todos.
Van a meterme a los separos. Un cuartito feo con maya de gallinero donde hay varios monitos metidos. Me hacen una revisión. Me van a meter al separo y mi hermano habla con el de la puerta. Se llevan bien y le pide que no me meta, que me tenga fuera porque traigo una lesión en el cuello y necesitan ponerme collarín. El “puerta” lo manda a hablar con el capitán y el capitán dice que sí, que no hay problema.
No me meten a los separos. Mi hermano trabajó como doctor en la Policía Ministerial y gracias a eso he podido obtener trato VIP. Me dejan sentado afuera de los separos en una banca. Los que están dentro de los separos me miran. Son las 6 AM y hace mucho frío.
Empiezo a cerrar los ojos, me siento muy cansado, adolorido y con frío.
Regla de la moda: los zapatos blancos no se usan con calcetines. Y yo traigo zapatos blancos tipo alpargatas que en realidad son tenis. Zapatillas les llaman en Argentina donde los compré. Y no traigo calcetines. Y tengo frío. Maldito glamour.
Al menos no estoy ahí adentro en los separos. Los chavos y señores que están ahí sacan sus botellas llenas de orines para llevarlas al baño. Los hacen barrer el lugar y parte de las instalaciones. Y los polis son culerones con ellos. Pero conmigo, los polis se portan bien, soy hermano de “el doc”.
Bendito sea el carisma con que Dios bendijo a mi familia.
Amanece.
Mi hermano me lleva un par de churros con un vaso de champurrado caliente. Dicen que la gloria está en el cielo, para mí está en este vaso de champurrado. Mi cuerpo se reactiva. El frío pasa por un momento pero el dolor sigue.
A mi hermano se le cae un churro y lo va a tirar pero uno de los tipos de los separos se lo pide. Me dan ganas de darle un poco de champurrado a los vatillos que están ahí metidos pero me debato entre terminarlo yo o ser compartido. En pleno debate estoy cuando ya me terminé el vaso de champurrado. Seguramente me va a dar remordimiento pero es mayor mi dolor de cuello así que ni tiempo me da.
Llega mi papá.
Mi hermano anda buscando un collarín. Se va. Al rato regresa Trae algodón y unas vendas. Arma un collarín con eso y me lo pone.
Al rato llega mi tía Rebe con los tíos de Puebla.
Me encanta mi familia.
Y ahí estoy yo sentadito pero no doy más. No aguanto y me acuesto en la banca.
Me duermo un poco pero despierto cada tanto entre el dolor y voces que voy escuchando. Voces no de mis paranoias naturales, voces de los policías y de los detenidos.
Al rato, el poli de la puerta me dice que me siente. Van a hacer el cambio de turnos. Los polis van llegando, pasan lista a los detenidos. Le dicen a la nueva ronda que yo voy a estar afuera, que estoy lastimado y soy hermano de “el doc”. Ahí me dejan y me preguntan qué me pasó.
Al rato llega la monita del seguro a tomarme mi declaración. Me comenta un poco cómo están las cosas y lo que van a hacer.
Se va.
El sol está saliendo.
Conforme pasa la mañana, el sol aumenta. Y quema.
Abandono la banquita y me siento debajo de una escalera frente a los separos.
Los vatillos de adentro me preguntan qué me pasó.
¿Y el que te chocó? Está detenido en el Hospital. Al menos tú estás acá, luego así en los accidentes les tienen que cortar las patas o se rompen toda la madre. Pues sí.
Sigue pasando la mañana.
Los que están dentro del separo son pura raza. Se conocen entre casi todos y ya son clientes del lugar. Algunos están por robo, otros por borrachos, otros por pelearse en la vía pública, otros porque iban caminando y los agarraron sin saber porqué.
Al rato llega el Lic. del seguro. Dice que ya están arreglando todo. Que se va a llegar a un acuerdo entre aseguradoras. Que necesitan que un doctor de la Procuraduría venga a checarme para que me manden a hacer estudios y vean si estoy bien.
A “Daniel” se lo llevaron a la Clínica 2002. Pero… no se llama Daniel. Ése es su nombre artístico. En realidad se llama Isaías.
Pinche vicio de las jotas de andarse cambiando el nombre para darse caché o hacerse las interesantes.
Al parecer está bien, no está tan jodido, sólo que está borracho y no ha podido declarar. Dice que no recuerda nada, que no recuerda de dónde viene ni quién es Fabián ni quién soy yo. Habrá que esperar a que se le baje la borrachera para que declare.
Dice el Lic. que, por donde nos pegaron, el pase lo teníamos nosotros ya que nos pegaron en la puerta de atrás. Que ya habrá que ver cómo se soluciona todo. Que sólo falta que el médico de la Procu vaya a checarme para que me manden a hacer análisis. Que de acá del MP me van a llevar a la Procu, pero que si el médico dice que son necesarios los análisis, en lugar de llevarme a la Procu me llevan al hospital, en eso se terminan los trámites legales y ya me llevan a mi casa y me evito ir a la Procu.
Se va prometiendo agilizar los trámites y esto en la tarde ya esté resuelto.
Mi papá me lleva algo de desayunar pero no tengo hambre. El carro fue pérdida total. Aunque nos pegaron de costado y el golpe madreó las puertas del lado izquierdo y la cajuela, por el golpe, el carro se hizo en forma de U. Mierda, con lo que me gustaba ese carro. Mi papá me dice que esté tranquilo, que las cosas materiales como sea van y vienen, que no me preocupe.
Y la verdad es que no estoy preocupado. No tengo remordimientos de nada. Si yo hubiera venido borracho, echando desmadre, me hubiera pasado el alto o pensara que manejar sólo consiste en acelerar y llevar el carro mas o menos derecho, órale, va, que me vengan las preocupaciones que me quieran venir. Mi único pedo fue confiarme en tener semáforo en verde y en lugar de pararme un poco a ver si venía algún carro, pensar en cuál ruta iba a seguir.
Platico un poco más con mi papá y se va a seguir con los trámites.
Mi hermano me lleva una botella de agua. La comparto con los que están dentro.
El día sigue.
Llega mi primo Neto. Al rato mi tía Judy. Mi tía Rebe anda llevando a mi papá a ver lo del seguro. Mi hermano está allá al fondo durmiendo un poco con Karla. Se fueron un rato a darle de comer a sus perras y ya regresaron.
El collarín que me hizo mi hermano empiezo a no soportarlo. Me da demasiado calor. Pero prefiero tener calor en el cuello a tener dolor. Por momentos el dolor se va pero regresa, siempre regresa.
Y ahí sigo.
Sentado frente a los separos.
Viendo a los que liberan y a los que meten.
Sorprendiéndome con esta banda. Nunca me pasó por la mente que alguna vez pasaría por una situación como está, pero la vida me sorprende todo el tiempo. Esta es la segunda experiencia por la que jamás hubiera esperado pasar, pero bueno, así son las cosas.
Así pasa cuando pasa.
Por lo pronto esperemos.
Esperemos.
A mediodía traen a “la morena”. Una señora jubilada del oficio más antiguo. No es vieja, aún puede dar bastante batalla pero ya se ha retirado. Sus años en el oficio le han permitido conocer a varios policías y conoce a casi toda la banda que está en los separos.
Por ser mujer, no la encierran con los demás sino que la dejan afuera conmigo. Zona VIP comprende mujeres y el hermano de “el doc”.
Toda esta banda se conoce. La morena les pregunta por sus mamás, por sus tías, por algún amigo mutuo. Ésta en verdad que sí es una banda.
¿Por qué te trajeron, morena?
Por una pinche escuincla que dice que la golpié, pero está bien pendeja, ni le hice nada. Es que esa pinche chamaca le robó a un señor y se escondió, tons, ora verás, yo le dije al señor donde se había escondido y la agarraron. Es que esa pinche chamaca se lleva mucho con la Rocío, yo ya la había visto. Pero la escuincla ya se había puesto de acuerdo con el pinche policía, ya le había dado su mordida, pues. Y ese pinche policía ya me traía ganas desde que yo chambiaba. Y que se agarra desta. Tons que aconseja a la pinche chamaca que dijera que yo la golpié y que me agarran. Pero ni la toqué, manito. No trae nada, ni marcas ni moretones ni nada. Ya la revisó el doctor, capaz que le dijeron que ponga de más. Oiga, doc, ¿verdad que no le puso de más a la chamaca? Ni tiene marcas. Si yo tengo las uñas largas pero sé pegar, yo no pego con las manos abiertas porque araño, si ya sé, pues. Y todo por metiche, pues, quién me manda a decir dónde se escondió la chamaca. Pero ni la toqué, de veras. Pero deja que yo salga, porque voy a salir, y ora sí me la madreo bien. Por que no hice nada, pues, ora hubiera echo, de pendeja me quedo ahí parada, pues me pelo. Pero no hice nada, manito. Tantas cosas que he hecho y por esta mamada me trajeron. Ora tengo sed. Oyes, poli, traime un refresco, ¿no? Anda, ¿no? No seas culero, poli, traime un chesco, te doy dinero, no me lo vas a pagar tú. ¿No? Haces feo pinche poli, anda, moreno, no seas culero, traime un chesco, es que tengo sed. Pero esa pinche chamaca ni la toqué. Pero deja que salga y sí le parto su madre, a ella y a ese pinche policía, por culero. Ya le hablé a mi marido, ya le dije que me trajeron para acá, dice que no me preocupe, que de todos modos voy a salir y ahí vemos. Pinche poli, traime un chesco. ¿Y tú por qué estás acá? ¿Y te duele mucho? Pero estás completo, manito. Oyes, tú, el de verde, ¿verdad que chambeas en la central, tú? ¿Y qué ya vas a salir? Oyes, no seas malo, orita que salgas vas con Gloria o con Rocío y les dices que estoy acá, que me traigan mi pantalón, ¿no? Que de parte de Martha. Anda, ¿no? Sí, con Gloria o Rocío. No, manito, no voy a salir, ya me procesaron. En serio, ya me procesaron. Pues esa pinche chamaca. Sí, también está acá, pero está ahí de la doctora. Pero no tiene nada, sólo se está haciendo pendeja. En serio que no la golpié, si la hubiera golpiado ni estaría acá. De pendeja le pego y me quedo ahí parada. Pero la de malas, pues. Pero vas, ¿no? Que me traigan mi pantalón. Oyes poli, no seas culero, traime un chesco, me estoy muriendo de hambre y de sed, Pinche poli, haces feo. ¿Cómo? En serio, ya estoy procesada, pero no hay pedo. Ahorita me llevan a la procu y ahí sí nos vemos las caras. Ahí trabaja mi hermana y no hay tanto pedo, pues. Ora ni me han llevado a declarar ni nada, nomás me procesaron. Pero por ese pinche policía, pero ya lo conozco, ya sé por dónde anda. Deja que salga. ¿Cuál? No, mi hija esa ya se casó. Se fue pal norte con el marido. Pues sí, ya se casó que ande con su marido, ¿no? Uno ya las crió, ora que se hagan bolas. A ver cuánto duran allá. No, esa es la morena, es la más grande. Mi hija la chica ésa sigue conmigo. Es una wera altota, está bien chula, está en la secundaria pero está bien altota. Esa sigue conmigo. No, ya me cambié, ora vivo allá por la terminal del autobús. Es que mi papá murió y nos dejó su casa. Yo no me quería ir para allá porque era la casa de mi papá, pues, yo creí que me lo iba a recordar mucho pero mi marido dijo que nos fuéramos. Y está bien, ya estamos más tranquilos. Ya por eso dejé de trabajar. Ora nomás estoy en mi casa, a ver cuanto aguanto.
Y ahí sigo yo maravillado con “la morena”.
Y las familias vienen a visitar a sus reos. Las reacciones son diversas.
Así te quería ver, hijo de la chingada (le dice una madre a su hijo), ¿dónde andabas? ¿A qué hora quedaste en llegar? Yo preocupada y tú ve dónde andas. ¿Cuánto robaste? Acá déjenlo, que se quede, ya es mayor de edad, que se haga responsable.
La señora embarazada que va a ver a su marido con un niño pequeño en brazos.
La señora con hijos que va a ver a su hermano y los niños se despiden diciendo: adiós, tío y le mandan saludos con la mano.
La señora que va a llevarle de comer a su hijo que está más curado que ciruelas en alcohol.
Las que llevan agua, comida, etc.
El desfile de familias a lo largo del día.
Allá al fondo está la mía, esperando que el licenciado termine ya los trámites.
Como a las 4 PM llega el doctor de la Procu. Mi hermano va a verme antes y me avisa que ya llegó. Me dice que me queje de más, que le diga que me duele mucho el cuello, que no lo puedo mover, que estoy mareado, que me duelen los ojos, que me duele la espalda, que me duelen los hombros, que siento pequeños calambres en los brazos, en el cuello y en la espalda. Que si el doctor me pregunta la fecha, le diga que no sé qué fecha es. Mucho problema no es, nunca sé qué fecha es. Que le diga que me tomé una pastilla de keterolaco y es todo.
A ver… mi hermano quiere que no me sepa la fecha pero pretende que recuerde el nombre de una pastilla…
Así son los hermanos.
El doctor llega y me revisa. Yo me aplico en mi actoralidad haciendo honor a que hoy se entregan los Oscar. A ver si sirvieron de algo las horas pasadas en taller con Crisol, mis exámenes de admisión al CUT, mis horas en la UNAM con Fidel Monroy, mi experiencia como actor en Argentina y mi reciente taller con Ita.
No es necesario fingir tanto, la verdad es que el cuello cada vez duele más, siento los pies un poco dormidos y me duelen los hombros y el costado. Me duele la cabeza y como ya antes había estado lesionado de las cervicales, no sé si la herida dijo: ésta es la mía y salgo de nuevo.
El doctor me revisa, yo me aplico. El doctor apunta en su receta que necesito me hagan exámenes y se va.
Al rato mi hermano me lleva un collarín duro. Me quita el armado al toque y me pone éste. Me queda chico pero no está tan caliente y detiene mejor que el otro.
Llega mi mamá y me lleva de comer. Le noto en la cara una mezcla de preocupación, ganas de llorar por verme ahí, ganas de regañarme, ganas de sacarme de ahí, ganas de que me lleven al hospital. Platicamos y me da lo que llevó de comer. Arroz con pollo y agua de fresa. Como un poco y le comparto a la morena. Ella agradece y come.
Y ahí seguimos.
Termino de comer y le doy las cosas a mi mamá.
Ella se va.
Me duele el cuello y decido acostarme un rato.
Arriba, el cielo azul, alguna que otra nube pasa de repente y empiezo a dormitar.
Llegan unos polis llevando a tres tipos. No son polis normales, no sé de dónde sean, van con ropa camuflada pero no son militares propiamente. En lo que entregan a los detenidos los van golpeando y se ríen de ellos.
Quítate el uniforme y ven acá tú solo a ver si tan salsa, le gritan los detenidos en los separos. Estos polis que llegaron se ríen y siguen golpeando a los detenidos mientras se burlan. Los de los separos les gritan. Yo sólo veo y me dan ganas de tener una cámara para registrar lo que pasa.
Te vamos a echar a los de derechos humanos. Les dicen los de los separos. Me paso por los huevos a los de derechos humanos, contesta un policía y golpea de nuevo a un detenido. Los polis ríen.
Meten a los detenidos.
Me acuesto y sigo viendo el cielo azul, las nubes. Contraste a las bestias camufladas que tuve que padecer hace un momento.
Empiezo a dormitar.
Al rato, llega un poli y me dice: si te llega el olor, pásate a la banca.
¿El olor? ¿Qué olor? Acá debajo de mí hay una pichancha de la que salen de excursión las cucarachas a cada rato y hay un olor a mierda que no se aguanta, pero llegué acá a las 6 AM, son las 5 PM y el olor ya es lo de menos, ya me acostumbré.
El olor… el olor me llega. A los que están dentro del separo les echaron gas pimienta. Me empieza a picar la nariz, los ojos. Me levanto y me paso a la banca. La morena también sale corriendo. Los que están dentro del separo se agarran a la maya de gallinero mientras tosen y los ojos les lloran.
Para que sigan echando desmadre, les dice un policía y se va.
El gas continúa, los de adentro tosen, yo giro el cuerpo para respirar el aire que va llegando. La morena casi vomita y se va al baño.
Yo me quedo sentado en la banca y la tarde sigue pasando.
6 PM.
7 PM.
Empiezo a desesperarme. Ya me quiero ir. Si lo que se necesitaba era que viniera el doctor para que me llevaran a hacer análisis… el doctor vino hace mucho y yo sigo acá sentado. Mi hermano me dice que tenga paciencia. Ellos están allá al fondo. Alcanzo a ver a mi mamá, mi tía Judy, mi hermano y mi cuñada.
Sigo sentado.
Dice un poli que todo este desmadre es porque el accidente fue en domingo, que entre semana todo es sólo un poco más rápido. Pues bueno, para la otra pediré que no me choquen en domingo.
Por eso, he acá un consejo: cuida, hijo mío, ante todo, que te choquen en días hábiles.
Como si fuera posible. Cuando te toca, te toca.
Pasa cuando pasa.
La noche ya está presente.
Inicia Noche de estrellas.
Yuri y Lupita D´Alessio en entrevista.
Ya no sé qué hora es, desde donde estoy sentado no se alcanza a ver el reloj.
Llega la ambulancia de la aseguradora. Bajan la camilla. El chico me pregunta cómo estoy. Me ayuda ponerme de pie y me ayuda a subir a la camilla.
Están por sacarme del MP.
Veo la luz al final del túnel.
Respiro aliviado.
Y ahí está. La pura mala onda.
Llega un poli y dice que no me pueden sacar, que a dónde me llevan. Se le explica que a hacerme análisis porque estoy lastimado. Dice que ellos sólo me están custodiando pero que yo soy un detenido de tránsito, que para poder salir debe ir alguien de tránsito a sacarme o mandar un acta.
Y vuelve la mula al trigo.
No me pueden sacar.
De tránsito no hay nadie.
El de la ambulancia ya se quiere ir.
El del seguro no contesta su celular.
Mi hermano se va con mi tía a tránsito a pedir que vaya alguien o manden la dichosa acta.
Mi papá convence al de la ambulancia que espere.
El poli sigue ahí custodiándome.
Llegan por la morena para llevársela a la Procu. Pasa junto a mí y se despide, me desea buena suerte. Le deseo lo mismo y le sonrío.
Lupita D´Alessio canta en Noche de estrellas. Los polis la miran y comentan lo gorda que está.
Yo miro el cielo estrellado desde la camilla.
El tiempo pasa.
Y no te puedo olvidar.
Por fin llegan los de tránsito. Que ellos estaban esperando hace horas que los del seguro los llamaran para ir por mí. Quiero hablar mal de los del seguro pero ya, ya estuvo, al menos ya me van a sacar de acá.
Mi hermano dice que me queje, no que me ría. Pero cuando a mí me duele algo, me río, no me quejo. Cambiaré la estrategia y me quejaré. Me van sacando en la camilla. Subimos por una rampa con harto topecito. Mi cabeza va rebotando en la camilla. Aprovecho para quejarme. Los polis de tránsito, los ministeriales y el de la ambulancia se preocupan, me dicen que aguante. Parece que soy convincente.
Por fin me suben a la camilla.
Mi papá va conmigo.
Intento ir adivinando el recorrido que vamos haciendo. En qué parte de Oaxaca estoy en este momento.
La ambulancia se detiene. Va en reversa. Hemos llegado a la clínica.
Me bajan para llevarme a hacer placas.
La doctora encargada me recibe, dice que me están esperando desde las 6 PM.
Me manda a hacer placas.
Yo me sigo quejando, de esto depende todo. Si dicen que estoy bien, me sacan de acá y me llevan de nuevo a los separos. Necesito ser convincente.
“Daniel”-Isaías está en este mismo hospital. Está bien pero dice no acordarse de nada. Sea porque estaba borracho o sea porque estaban ahí sus hermanos y es closetera, ni modo de decir: es que iba yo hacia el Hotel de mi ligue de la noche a encamarme cuando un pendejo nos chocó al pasarse el alto.
Ya esperaremos a que declare.
Fabián ya declaró y está bien.
De Julio no sé nada.
De los del otro carro parece que están bien.
Ambos conductores estamos detenidos.
Me llevan a sacarme placas. Yo me quejo.
Y no sé si de tanto quejarme yo mismo ya me convencí o en verdad me está doliendo todo.
Me sacan las placas.
La doctora dice que me van a internar.
Respiro aliviado.
Me suben al cuarto.
Cuarto 202.
Entro y me piden que me quite la ropa y me ponga esa batita tan mona que dan en los hospitales con un escote en espalda y trasero más pronunciado que el de Jessica Rabbit. Color verde.
Me cambio.
Mis papás ahí están, también mi hermano, mi cuñada y la tía Judy.
Me ayudan a acostarme.
Me ponen suero en mi venita.
Medicamento.
Mi familia se despide, van a casa a descansar. Después de todas las carreras del día.
GRACIAS.
Yo afuera tengo a mis guardias cuidando de mí.
Las paredes del hospital son verde pistache con blanco.
Los hospitales enferman.
Pero nada como estar acá detenido en lugar de estar sentado afuera del separo, con la pura banda, viendo a las cucarachas salir de las pichinchas y a los polis golpeando detenidos.
El collarín duro me molesta demasiado.
Pero bueno, nada que no pueda soportarse.
Mañana, mañana veremos…