MODELO A SEGUIR



A Fabiola Moreno



¿El día que nos conocimos? Sí… fue memorable. Bueno, algo como memorable. Al menos lo recuerdo.

Verá… yo caminaba por la calle. Taconeando. Un pie delante del otro. Justo enfrente, sin elevar mucho las rodillas. Lo vi en la TV. El canal de modas. Quisiera ser modelo. Creo que el cuerpo lo tengo. Al menos soy delgada, pero podría bajar más de peso. Basta con no comer. Basta con comer y meterse el dedo. Basta con sexo y drogas sin alimentos. Basta con deprimirme. Cuando me deprimo, bajo de peso. Es regla. No siempre me deprimo, pero me gusta.

Sigo. Yo caminaba sobre la avenida. Aprovechaba para practicar mi caminado. ¿Le comenté? Lo vi en el canal de modas. Perdón… soy un poco olvidadiza. Sigo. Yo caminaba sobre la avenida. Taconeando. Un pie delante del otro, justo enfrente, sin elevar mucho las rodillas. Y al final de la calle, lo vi. Una visión. Un milagro. Mis ojos se perdieron en él. Y ya, no pude dejar de verlo. Un pie adelante del otro, sin elevar mucho las rodillas. Las piernas se me trenzaron. Un tambaleo. Una cabriola. Caí.

No me levantó. No cumplió la promesa de las películas. Esperaba que al menos preguntara si me encontraba bien, que corriera a auxiliarme. Pero ni siquiera se rió. Yo no sé, la verdad, yo no sé porqué los hombres son así. Mi apariencia es de una dama. Mi apariencia es la de una dama frágil. Mi apariencia es la de una dama frágil y delicada. Yo podría ser modelo, tengo las medidas. Aunque puedo bajar de peso. Basta con no comer. Basta con comer y vomitar. Basta con sexo y drogas sin alimentos. Basta con deprimirme. Basta.

No me ayudó. Ni siquiera se rió. Yo caminaba sobre la banqueta, practicando mi caminado. Un pie delante del otro, justo enfrente, lo vi en la TV, el canal de/ Ok, perdón.

No me ayudó. Ni siquiera volteó a verme. Ni siquiera se rió. No se burló. Lo vi seguir su camino sin voltear a verme. Me sentí humillada, avergonzada. El problema no fue la caída, fue ser ignorada. Hay cosas que una no puede soportar. Hay otras cosas que se toleran, cosas que se pasan de largo y cosas que se ignoran. Pero yo ser ignorada…

Me puse de pie y lo alcancé para reclamarle su falta de caballerosidad. Soy una dama frágil. Y él me dejó ahí… ahí, en el suelo. Y ni siquiera se burló.

Lo tomé por el hombro pensando en insultarlo, decirle: ¡Oye tú, cabrón…! No sé, algo. Algo que lo hiciera reaccionar. Algo que le hiciera ver el error que cometió al dejarme ahí. Lo tomé por el brazo y lo giré hacia mí. Lo vi directamente a los ojos y se lo dije. Me salió del alma, lo juro. Me llegó a la boca y salió disparado hacia su cara:


        - Tonto.


Fue todo lo que le dije: Tonto.

Yo, la de la palabra ágil, la de la palabra ligera. Yo, el diccionario andante de groserías. Me sé tantas y justo la que salió fue: Tonto.

Me sentí tan avergonzada... Él me miró a los ojos y sin siquiera sonreír me dijo:


         - Hay cosas que se toleran, cosas que se pasan de largo y cosas que se ignoran.


Se soltó y siguió caminando. Sólo eso. Nada más. Sólo eso.

Por supuesto que lo seguí. Él no podía tratarme como una cosa que se tolera, una cosa que se pasa de largo o una cosa que se ignora. Él debía disculparse conmigo por hacerme caer y no haberme ayudado, por no haberse reído, por haberme ignorado, por haber hecho que lo único que se me ocurriera fuera: tonto.

Lo seguí hasta la cantina. Entré y estaba con sus amigos. Nuevamente iba a reclamarle. Creo que se dio cuenta porque me encaró antes de llegar a donde estaban todos. Sus amigos voltearon a verme. Es natural, los hombres se fijan en mí, yo podría ser modelo. Tengo el cuerpo. Podría adelgazar más. Basta con no comer. Basta con comer y vomitar. Basta con deprimirme.

Me encaró. Y ahí, esa visión, ese milagro, me dejó ver directamente sus ojos. Sus hermosos ojos azules. Y entonces hablamos.

Y hablamos.

Y hablamos.

Sus amigos lo llamaban, pero él y yo hablábamos.

Pasamos así parte de la tarde y amenazaba con seguir la noche. Pero ellos tenían partido y se fueron. Él me pidió mi teléfono para quedar otro día. Y entonces comprendí que no hay nada más dulce que la venganza. Le di mi número pero se lo di mal. Para que cuando quisiera buscarme, no me encontrara.

Quizás hubiera sido mejor darle el de algún negocio. Algún espacio público, no sé, algo que le ayudara a entender mejor la broma. Imagine que piense que lo anotó mal y se maldice por eso.

Y para serle sincera… yo, la verdad, sí quería que me llamara. Quería salir con él. Mirar sus ojos azules. Caminar tomada de su brazo mientras practico mi caminado. Un pie delante del otro. Justo enfrente, sin elevar mucho las rodillas. Tomada de su brazo y salir a pasear. Pero le di mal mi número.

La venganza es dulce.

Y entonces no sé si sí me llamó. No sé si hizo lo posible por encontrarme. No sé si hizo lo posible por buscar mi número correcto. ¿Se habrá dado cuenta de la broma? ¿Qué pensará de mí? ¿Pensará que él se equivocó al anotar mi número? ¿Pensará que soy una tonta? ¿Habrá hecho siquiera el intento de llamarme? ¿O apenas al salir de la cantina habrá tirado el papel donde anoté mi número?

La venganza es dulce, oficial. Y a mí el morbo me mata.

Por eso lo estoy buscando. Porque quiero saber de él, por eso. Por sus grandes ojos azules. Por su indiferencia. Porque quiero preguntarle si me llamó. Si entendió la broma. Soy una chica con sentido del humor. Ya no se encuentran de ésas. Yo tengo gracia, tengo carisma, sé sonreír. Soy como un modelo de esos que ya no hay. Yo podría ser modelo. Delgada soy. Aunque podría bajar más de peso. Basta con no comer. Basta con comer y meterse el dedo. Basta con sexo y drogas sin alimentos. Basta con deprimirme. Yo casi no me deprimo, es raro cuando me pasa. Y justo ahora estoy deprimida. Y voy a bajar de peso…



¿Sabe? Ahora no sé si lo quiero buscar. Cuando estoy deprimida, bajo de peso. Es regla. No me pasa mucho, pero me pasa. Y ahora estoy bajando de peso.

Podría ser modelo. Caminar en la pasarela. Un pie delante del otro. Justo enfrente. Sin elevar mucho las rodillas. Vista al frente. Mentón arriba. Ojos abiertos. Sonreír con los ojos.

En todo caso, si alguien de hermosos ojos azules viniera buscando a una chica como yo, ¿le podría dejar mi número? Ahora sí es el correcto. Está bien anotado. He mandado a hacer tarjetas, ¿sabe? Creo que es útil.

De cualquier forma, gracias por escucharme. La gente ahora ya no sabe escuchar. Perdone las molestias. Yo no siempre soy así. No sé qué me pasa ahora. En realidad soy un modelo de chica.

¿Con estos datos basta para levantar un acta?