2. EDGAR

Siguiendo con las historias…
Pensaba que esto igual y puede llegar a algo bueno. Posiblemente me dé pistas de por qué mis relaciones se han ido al carajo. No lo sé. Es una idea que me cruzó la cabeza. Al menos me sirve para divertirme un rato respecto a lo que me ha pasado. Siguiente en la lista:

EDGAR

Obligado estuve en mi último año de seminario a servir en un apostolado que terminó siendo algo querido aunque al inicio no me pareció en absoluto grato recibirlo.

¡Biblioteca de teología de la casa Juniorato!

Todos sentados alrededor de la mesa cuadrada y fea para que nos dieran los apostolados. El padre formador abrió la boca y dijo: Paco y Armando van a los Boy Scouts.

Y ahí me tienen, con mis botas negras, calcetas que estirándolas un poquito más, bien servirían de bra, shorts enseña chamorro, camisola verde “hazte-más-moreno-de-lo-que-eres”, pañoleta y mi cara de angustia. De angustia, no de mustia. Y así inicié mi apostolado.
Al inicio muy reticente a pesar de mi falsa cara de felicidad. Después me fui acostumbrando. Más adelante me gustó. Y como todo, cuando me gustó, dejé la orden religiosa y con ello el apostolado. Y así llegué a Oaxaca sin pensar regresar a vestirme de niño explorador.
Con todo el tempo libre que tenía lo que mejor se me ocurría hacer era entrar a Internet, y entre esas navegaciones, recordando viejos tiempos, puse en el buscador: Scouts. A ver qué encuentro.
En la segunda página del buscador aparece el grupo Scouts Gays de México.

- Qué????? Si en los Scouts no aceptan jotas!!! Me dije yo.

Así que con el morbo en la punta de la nariz y en cada huella dactilar, entré a dicha página. Fotos de algunas actividades, mensajes de los participantes y un grupo que se decía en construcción. Me inscribí para ver qué pex. Mi nick: freyo.

Empecé a mandar mensajes cuestionando el porqué del grupo, haciendo preguntas varias acerca de los estatutos, la ideología, los integrantes, etc. Me intrigaba la cosa. Más cuando yo fui Scout y escuchaba comentarios harto homofóbicos, y sobre todo porque estaba empezando a aceptar que me gustaban más los hombres que las mujeres. Total, me inscribí y mandé mensajes.
Al inicio ni quien me contestara. Después empezaron a llegar respuestas por parte del llamado jefe de grupo.
Él: Edgar.

Seguí escribiendo. Había algunas fotos suyas en la página. Es lindo. Barbita de candado, moreno, guapo, algo en él que atrae. Desde entonces mi nombre se convirtió en mi nick: freyo. 21 años de responder al nombre de Paco o Francisco para que mi iniciación en lo gay me diera el nombre de freyo.

Nos agregamos al msn. Empezamos a platicar. Pasaron varios meses. Yo en Oaxaca, él en el DF. Viajé en una ocasión a Pátzcuaro, Mich. (lugar hermoso) y de regreso paré un día en el DF. Traía su teléfono. ¿Le llamo? Qué más da.
Le marqué. Me sentía nervioso. Una voz algo varonil contestó. Intenté engrosar la voz. Mierda, siempre he tenido la voz algo aguda.

Recuerdo que en la primaria, por ser el hijo de la Maestra Emma, me tocaba leer el programa de honores a la bandera. Oculto tras la hoja del programa, la escuela pensaba que era una niña la lectora para la sorpresa posterior de ver que era niño. Con algo de niña, pero eso aún no lo sabía. Bueno, la cosa es que intenté engrosar la voz.

- ¿Edgar?

- No, un momento.

- Gracias.

No era él, ¿quién sería?

- ¿Sí, bueno?

Una voz menos varonil contestó. Ok, no necesito engrosar la voz así que hablaré normal con mi timbre de mezzosoprano.

- Hola, Edgar, habla Francisco Reyes.

- Mucho gusto, de dónde te conozco.

- Estoy en tu grupo Scout.

- Ah, qué bien.

- Sí… oye, estoy en el DF y hablaba para saludar.

- Gracias, que amable.

- Bueno, era sólo para eso.

- Gracias.

- Bueno… y ¿cómo estás?

- Bien, gracias.

- Qué bueno.

¿Qué más se le dice a un desconocido? No sé, mejor cuelgo, sería lo más sensato, sobre todo con las maravillosas respuestas que me da el tipo, así dejo de esforzarme en vano. Mejor me despido.

- Bueno, este, un abrazo.

- Ah, sí, igual, gracias por marcar… oye, ¿cuál es tu nick en la comunidad?

- ¿Mi nick? Es freyo.

- Freyo??????? Eres freyo????

¿Dije otra cosa? Me pareció decir que mi nick es freyo.

- Oye, qué gusto que marques y qué emoción escuchar tu voz!!!

Sí, se ha notado todo el tiempo anterior que platicamos.

- Oye, ¿cuánto tiempo vas a estar en el DF? tenemos muchas ganas de conocerte.

- Me voy mañana en la noche.

- Perfecto, nos vemos mañana en el bosque de Chapultepec, tenemos actividad de grupo y nos va a gustar mucho conocerte, nos has ayudado mucho a organizar el grupo con todas las preguntas y los comentarios que nos has hecho.

- Vale, gracias.

- ¿Te vemos mañana?

- Sí, claro.

- Va, un abrazote y nos vemos mañana, mi cel es éste para cualquier cosa.

- Perfecto.

Cuelgo. “Nos vemos mañana en el bosque de Chapultepec”. Y… cómo madres llego al bosque de Chapultepec?????? Con la pena le marco de nuevo, La voz varonil contesta y me lo pasa. Edgar me explica cómo llegar y dónde verlo. Hecho, nos vemos mañana en el bosque de Chapultepec.

Tomo el metro, llego al bosque y le marco al cel. Me dice dónde verlo. Voy a buscarlo, no lo encuentro. Veo a dos chicos vestidos de scouts, uno de ellos se ve más torcida que las ramas de los árboles del bosque, bien podría pasar desapercibida entre ellas. Con pena me les acerco.

- Disculpen… ¿son del grupo de Edgar?

- Sí, ¿eres freyo?

- Sí.

- Mucho gusto.

Le marcan a Edgar, él viene a nuestro encuentro. Botas, calcetas largas, short que deja ver sus piernas, playera negra sin mangas, piel morena, ojos negros grandes. Wow, me gusta.

- ¿Tú eres freyo?

Y volvemos a lo mismo.

- Sí, soy freyo.

- Creímos que eras alguien más grande, como de 35 años…

- ¿Es un cumplido?

- Es que tus mensajes en la comunidad… creíamos que tenías como 35.

¿Entonces me voy? Perdón por tener 21 y haber estudiado filosofía y por ello ser un rollero.

- Qué gusto conocerte.

Sí, claro, el gusto es suyo. Llegamos con los demás.

- Chavos, quiero presentarles a freyo.

- ¿Tú eres freyo?

- No es cierto, creíamos que eras más grande.

Lo mismo. Otras tres veces más. No es necesario escribirlo. Terminó la actividad. Vamos a comer para celebrar el conocer a freyito. Ok! ahora por tener 21 soy freyito, si tuviera 35 sería freyo y si tuviera 60 sería… un senil.

Fuimos a comer. Vips. Jotas teníamos que ser. Comimos y no podía dejar de ver a Edgar. Algo me atrae. Es lindo, se hace el propio, me mira y me sonríe. Para hablar con la gente debo verla a los ojos, a él no puedo. He intentado hacerlo y no puedo, me da pena. Siento que me sonrojo.

¡Mierda!

No me considero gay por que me gusten los hombres, me considero gay por haberme enamorado de uno al grado de querer entregárselo todo.





Llama Ricardo. Dice Edgar:

- Estamos con freyito, es un niño lindísimo.

Me siento bien por eso. Al rato llega Ricardo y salimos del Vips. Edgar me acompaña al metro, subimos y me dice cómo llegar a casa. Bajo en la estación que me toca y él sigue. Nos damos un beso de despedida y quedo frío, él me guiña un ojo y sigue en el vagón. Camino por el andén y al pasar el vagón junto a mí, cruzamos miradas. Me sonríe. Me sonrojo.

Regreso a Oaxaca. Platico con Edgar por el msn. Me ilusiona saber que lo voy a encontrar. El hombre de la voz varonil que me contestó es su pareja. ¡Mierda!

- ¿Freyito… te puedo decir algo?

- Claro.

- Estoy muy triste, mi pareja y yo nos estamos separando, creo que ya no me quiere.

- Órale, qué mal.

- Sí, pero no tanto, conocí a un niño y me gusta mucho.

¡Zaz! Le gusta otro, ni pex.

- ¿Sabes? Me siento bien porque el niño que conocí es scout y tenemos eso en común, pero tenemos muy poco de conocernos, sé muy poco de él, sólo sé que es un niño lindísimo.

Un niño lindísimo… Mmmmm… yo soy un niño lindísimo…

- ¿Sabes? Este niño y yo hemos platicado mucho y me la paso muy bien con él, aunque sólo platicamos por msn

Mmmm… yo soy un niño lindísimo y platico contigo sólo por msn y dices que te la pasas genial. ¿Será? No sé, no creo, no sé.

- Tú lo conoces, estuvo el día que viniste al DF.

Ok, demasiadas coincidencias, no sé si en verdad sea yo a quien se refiere, mientras tanto me estoy pachequeando muy sabroso. Creo que soy yo y me encanta la idea. Algo está pasando. Sueño con el tipo y despierto con mi sonrisota de imbécil y abrazando la almohada. En definitiva algo pasa. Ya es cada vez más necesario entrar al msn para hablar con él. Nos divertimos mucho y para colmo comienzo a soñar con él.

Edgar me pregunta si tengo planes de irme a vivir al DF, que a él le encantaría. Genial, estoy a punto de decirle que me gusta y que sí, que me quiero ir a vivir al DF. Si es con él, no me importa. Me vale tener 21 años y él 30. Si me lo propone está genial. Me vale que nadie más que yo y ellos sepamos que soy gay. De hecho, gracias a esta situación me estoy aceptando y me siento pleno. Nunca me sentí así, ni estando en el seminario. Y mira que ahí fui muy feliz. Me decido a confesarle a Edgar que me gusta. No, no me gusta, me encanta, sueño con él, lo traigo en la mente.

Platico con Paola, le digo que me estoy enamorando de alguien. Me pregunta quién es. No se lo quiero decir.

- ¿Cómo se llama?

- Empieza con E.

- ¿Elena? ¿Esther?

- No.

- ¿Cuántos años tiene?

- 30.

Eso justifica que no le diga quién es por un momento aunque ella insiste. La desespero y ella quiere regresar a hacer su rutina en el gimnasio. Termino confesándole mi malestar psicopatológico llamado homosexualidad. Se saca de onda. Platicamos. Suspende su rutina y vamos a su casa. En el camino le cuento cómo están las cosas. Me da un abrazo y calla.

Gracias.

Voy a casa queriendo hablar con Edgar. Me conecto y él está en línea. Emoción. Quiero decirle lo que pasó con Paola y confesarle que me gusta. Me siento feliz, voy a hacerlo.

- Oye, freyito, ¿recuerdas al chico que te conté que me gusta?

- Sí, claro.

-Salí con él y me la pasé muy bien.

Ah??????? Perdón?????

- Sí, tenía dudas de qué podría pasar pero me la pasé muy bien.

Silencio. Me desconecto.

Me conecto una semana después. Él está en línea. Dice que me ha extrañado mucho, que qué me pasó.

- Nada, no había tenido tiempo de entrar.

Edgar ya por fin se separó de su pareja y piensa algo serio con este otro chico. Intento sonreír.

¡Rííííííííííe payaaaaso!

Hablamos poco, me desconecto excusando falta de tiempo.

Dos días después me dice que está muy triste, que lo de este chico no resultó pero que ha conocido a otro. Después me cuenta de otro, y de otro, y de otro… y de otros. No entiendo. ¿Uno diferente para cada día de la semana? Perdón, crecí en lo que llaman provincia aunque sean estados libres y soberanos y eso no entra en mi escala axiológica o en mi horizonte gnoseológico. Diría el maestro Raúl Gutiérrez Saenz que aún no tengo esos lentes de color… viejito cagado.

Empieza mi proceso de desenamoramiento. No sabía que para entrar en su vida me daría tiempo los lunes o me agendaría. O eso parece que hace. Bueno, de alguna manera me tendría que desencantar de él y me está dando las herramientas. Gracias.
Seguimos charlando, se queja del mundo y de los hombres, que nadie está dispuesto a comprometerse y que él quisiera algo formal con alguien pero que parece ya nadie piensa así. Me lo repite otras dos veces después de contarme de unos ligues más. Me desespera y le digo todo. Sí, todo, que me gustaba, que soñaba con él, que me emocioné como un verdadero pendejo y que me gusta, o me gustaba. Se lo digo para que deje de estar fastidiando. Se queda callado. Me dice que platicamos después con más calma, cuando yo ya esté en el DF. Las cosas quedan así.

Cada vez platicamos menos. Por una parte me hace sentir bien, así lo olvido. De todos modos, para atormentarme, le escribí un mail vaciando lo que estaba sintiendo. Mucho tiempo después, Edgar me dijo que estaba escribiendo una novela y que si podía usar el mail para ponerlo en su novela porque así era lo que él quería escribir. Risa por dentro y luz verde para que lo hiciera.

Eric, un amigo común, sabe qué onda conmigo respecto a Edgar. Dice que lo mejor que le podría pasar sería estar con alguien como yo, que lo que Edgar necesita es tenerme en su vida, pero en los planes de la mía ya no considero a Edgar, por un momento pensé en entregársela sin chistar y ahora no me interesa, creo.

Voy de visita al DF y hay una actividad de grupo en Pachuca, me invitan. Acepto. Intento no estar cerca de Edgar. Él entrega los boletos y yo subo corriendo al autobús. Encuentro mi lugar y me siento intentando no hablar mucho con él. Ya pasó eso pero prefiero no tocarlo aún. Todos suben y así es la vida, Edgar se sienta conmigo.

- ¿Cómo estás?

- Bien, gracias.

- Qué bueno y qué bueno que vengas, eres un elemento muy importante para el grupo.

- Gracias.

Salimos del DF y me hago pendejo viendo por la ventana. Me toma de la pierna y me pone nervioso.

- Oye, freyito, sobre lo que me dijiste…

- No te preocupes, ya todo está solucionado; fue una pachequés mía pero ya está todo bien, puse en claro mis ideas y sentimientos y vale, ya todo claro.

- Qué bueno, eres un niño lindísimo y no quiero que te sientas mal.

- No te preocupes.

Me da un beso en la mejilla. Nos dormimos hasta Pachuca.
En la actividad vamos a escalar. Lo más importante es usar las piernas, nos dicen los instructores. ¿Y qué hago yo que no tengo líquido en las rodillas? Chingo mi madre e intento subir. No puedo. Lo intento de nuevo, no puedo. Aborto la actividad.

Edgar sube y me emociona. Me emociona ver que sí puede, que cada vez va más arriba, me asusta pensar que puede caerse y lastimarse. Lo miro desde abajo y no sé si estoy orando para que pueda hacerlo. Me descubro a mí mismo con el corazón en las manos mientras veo al tipo subir la puta piedra esa. Me detesto y me voy.

Camino montaña arriba. El sol está hermoso. Me siento entre la hierba y corto algunas florecillas. Dicen que para curar la tristeza es bueno que los niños tiren pétalos de flores en un río. Acá no hay río, sólo un niño lindísimo con la tristeza en la cara queriendo salir en lágrimas pero no puede. Me pellizco queriendo llorar y no, nanais. Ni una gota. Corto más flores y las aviento al aire. El sol está hermoso.

Regreso y todos me esperan. Me preguntan si fui a ligar al monte y ríen. Edgar ríe. Lo miro con todo el odio que puedo pero soy un niño lindísimo y el odio no se nota, sólo mi sonrisa. Nos vamos de Las ventanas y volvemos a Pachuca.

Por la noche vamos a una disco. Edgar es el más solicitado. El galán que llegó al pueblo y con el que todas quieren. Nos embarra en la cara la cantidad de teléfonos que le han dado y se besa con un tipo muy guapo. Cerveza y baile, buena fórmula para olvidar algunas cosas. Lo practico. Por suerte todos estamos cansados y nos vamos temprano. Edgar presume sus conquistas y su buena noche. Yo hago lo que mejor sé hacer, caminar rápido. Me les adelanto a todos y llego a la casa donde estábamos, con ira y tristeza mezcladas.

Al otro día regreso muy temprano al DF, los demás se quedan en Pachuca. Llego y me siento de la chingada. Comienzo a descubrir en mí los primeros síntomas de mi trastorno depresivo. Me siento en el sillón del depto. de mi hermana y miro la tele apagada. En la mente pasa una y otra vez todo lo sucedido en Pachuca y empiezo a detestarme por cursi y ridículo. Pero no puedo dejar de sentirme triste. Y mi hermana llega.

Algo que siempre quise tener fue un loro. Tuve perros, gallinas, patos, conejos, chivos, gallos, ranas, ajolotes, peces, canarios, pericos australianos, tortugas, cangrejos, cardenales, jilgueros, un halcón, una lechuza o algo parecido, iguanas y axolotes pero nunca un loro. Era mi sueño desde que leí en un libro de primaria el cuento “Lorenzo mi loro”.

Y ahí estaba yo, pensando en este tipo, en lo que pasó, sintiéndome mal por todo y entra mi hermana al depto. Me mira sonriente.

- ¿Ni, qué crees que te compré?

- ¿Ah?

Apenas y reacciono al verla, sigo pensando en todo eso. Ella me entrega una bolsa de papel donde algo se mueve.
La abro sorprendido y ahí está, medio asfixiado y medio mareado, un montón de plumas verdes que al desenrollarse son un loro. El loro me mira y comienza a gritar. Ahora sí que no puedo, se me sale una lágrima y me sorprendo. Hace años que no lloro. Un loro ha venido a colmar el plato y me alegro.

Abrazo al animal que se queda pendejo ante tal muestra de cariño y grita enloquecido. Mi hermana y yo siempre hemos tenido un lazo extraño, psicológico y emocional. Me sorprende. Amo a mi hermana. Con locura no incestuosa.

No sabía si titular esto Edgar o Ñaque (el nombre de mi loro), pero al final todo pasó por Edgar y debo aceptar que fue algo muy lindo. Gracias a él acepté mi homosexualidad.

No me considero gay por que me gusten los hombres, me considero gay por haberme enamorado de uno al grado de querer entregárselo todo. Y bueno, el tipo igual marcó cosas en mi vida que después contaré.

Regresé a Oaxaca y seguí en contacto con él. Me contaba sus ligues y de cómo odiaba a los hombres porque ninguno quería comprometerse en algo serio. Hueva y más hueva.

Me fui a vivir al DF y seguí en el grupo Scout. Al terminar una actividad nos quedamos platicando Edgar, Eric y René. Salimos del Vips para ir al carro de Eric. En el camino, Edgar me toma de la mano y me detiene.

¿Freyito, te puedo dar un beso?

¿Ah?

Me mira directo a los ojos y se humedece lo labios con la lengua, se acerca, lo tengo enfrente de mí y sus labios comienzan a tomar forma para besarme.

¿Te puedo dar un beso?

Le digo que sí y le ofrezco la mejilla. Él hace una mueca de decepción y me besa. Eric nos mira. Esperamos que el semáforo cambie para atravesar la calle, Edgar se pone los dedos en los labios y después coloca con sus dedos un beso en mis labios. Eric nos mira. Sonrío como comprometidamente y hago un mal chiste, seguimos caminando hacia el carro.

Edgar me toma de la mano, yo correspondo el gesto bromeando, pienso en lo que sucedió, pero dos cuadras después son otras cosas las que me preocupan. Edgar y su beso quedaron de lado, cuando tomo conciencia me siento extraño, tranquilo pero extraño.

El grupo se desintegró y se formaron dos. El escultismo igual dejó de tener relevancia en mi vida y más desde un enfoque gay. Preferí dedicarme a algo que en verdad me llena como es ser dramaturgo y estudiar. A Edgar dejé de verlo en la despedida de una amiga que se fue a Colombia y nunca más supe de él. Bueno, sí pero por chismes que me llegan. Me expulsó de su comunidad de internet de Scouts y se perdió por completo el contacto. No lo he visto desde entonces, pero dicen que él dice que sigo en contacto con él y que hemos quedado en vernos. De locos.

Le gustaba que en lugar de Edgar le dijeran Gary. Me dice un amigo:

¿Sabes qué es una garygoleada?

Exacto. Ése mismo y espero entiendas por qué.
Dicen que el primer amor no se olvida y que marca mucho. En verdad éste lo hizo. El problema es que no sé, en realidad mi primer gran amor fue Paola, pero él fue mi primer gran amor sin ovarios.

Hasta ahora aún me acuerdo de él, y sí, lo recuerdo bien, no guardo rencores y me gustaría que le fuera bien en la vida. No sé, al final... sí soy un niño lindísimo.