Por más banal que resulte la siguiente historia, para mí es importante porque dejó una huella, un poco profunda pero al final, una huella más en el camino.
CHRISTIAN
Un eslabón más de mi escalera camino a convertirme en una jota hecha y derecha (entiéndase que es sarcasmo, no soy chica Cabaré-tito, no muevo las caderas al caminar, no me maquillo ni me visto de mujer, no me considero un espíritu femenino encarcelado en un cuerpo masculino, simplemente me burlo de mi condición precaria homosexual), y regresando, un eslabón más fueron esos muchachos tan chulos ellos que les da por encuerarse para deleite de las pupilas morbosas.
Para colmo yo tengo dos pupilas bien morbosas y ande pues, tuve mi encuentro cercano del tercer tipo con esos muchachotes.
Entran en esta parte de la historia mi harem: las crisolas.
Las crisolas son un grupo de mujeres locas y pachecas, amorosas y bien buenas que hacen teatro en la ciudad de Oaxaca en un grupo llamado Crisol, al cual orgullosamente pertenezco. Al inicio fui uno más en el grupo y para ellas mi importancia era mínima, pero como me creí eso de que soy un niño lindísimo, pronto me las gané con mi derroche de carisma y hasta ahora tenemos una relación de las más hermosas que me puedan pasar. En ese momento las Crisolas eran Fabiola, Leila, Ara y Úrsula. Y gracias a ellas me introduje en el vicio de los congales.
Una tarde, después de un ensayo, estaba en el camerino con la tía Piula. No sé qué le dio a la vieja que sin más ni más me abordó con la pregunta:
- ¿Paco, eres gay?
¡Huevos! ¿Qué madres respondo? Salvo Paola, nadie más que no sea gay sabe esto. ¿Qué se responde?
- Sí, soy gay.
- Ah, bueno.
- ¿Por?
- Nada, sólo quería preguntar.
¿Y ahora resulta que por el pinche morbo de esta vieja he debido salir del clóset? Bueno, no importa, es algo que le agradeceré eternamente a la Ula, mi oportunidad de decir por primera vez: Sí, soy gay.
El caso es que con esta información, inmediatamente organizó una ida al “numerejo” y después al Menage a ver encueratrices junto con las otras crisolas.
Sí, señor juez, lo confieso, ellas me llevaron por primera vez a esos lugares. El primero de todos fue el Menage. Entramos, ellas con la excitación por delante y confieso que sí, yo también iba un poco excitado pero la verdad es que también tenía pena.
Entramos.
Mesitas de madera y sillitas chiquitas. Pensé que en el lugar no discriminaban a los enanos y por ello el tamaño del mobiliario, pero conforme pasó la noche entendí que no, que no era por los enanos sino para que cuando los muchachos te bailen en tu mesa, el paquete les quede a la altura de tu cara y se ponga candente la cosa. Me gustó.
Conocí a Alex, un tipo de Hermosillo en verdad hermosillo, alto, guapo, moreno claro, en ese entonces delgado y me encantó. Le dije que era escritor de teatro y que estaba haciendo un texto sobre los encueratrices así que buscaba información. Él estuvo flojito y cooperando y me contó su vida, después fuimos a un privado para que la investigación fuera más clara y ahí de plano mi espíritu científico llegó al paroxismo. Total que me envicié en el asunto y es la fecha que no he escrito el texto sobre los encueratrices.
Por ese tiempo platiqué con mi amigo Marco, le conté lo emocionado que estaba respecto a enamorarme y para colmo de un tipo que se llama Edgar. Marco me dio un abrazo y me dijo que se sentía muy bien por mí. Todo siguió normal salvo la confesión de amor a Edgar y la decepción posterior acompañada de una pequeña depresión. Marco y yo nos encontramos en Oaxaca y quedamos en salir. Después de vagar un rato decidimos ir a tomar unas chelas en La Habana, lugar de perdición donde las muchachas se quitan la ropa y te embarran las bubis en la cara.
Lo curioso es que me gusta ir a esos lugares, a veces hay chicas muy acrobáticas que hacen cosas jocosas en el tubo y en ocasiones corres con la suerte de que a la chica se le vaya el avión y en un momento de desconcentrancia, se resbale justo cuando está colgada de cabeza y vaya a trapear el piso con el cabello, ganando por ello un lindo chichón que disimulan después con un peinado alto.
Total que fui con Marco a ver a las muchachas estas para quitarme la depresión de Edgar, pero el otro después de unas dos horas, recordó que las chicas no eran una de mis prioridades, así que diciendo sentirse mal porque yo no estaba disfrutando, dijo que mejor nos fuéramos.
La verdad es que yo sí estaba disfrutando pero accedí de buen modo a retirarnos. Me preguntó que qué hacíamos y le dije que bueno, si él quería seguir viendo chicas y yo quería ver chicos, pues fuéramos al Menage donde había de ambos y hacia allá nos dirigimos.
Al llegar, un par de chicas entraba. Bueno, decir que eran un par de chicas es hacerles un favor así que corrijo: dos señoras estaban entrando al lugar y al vernos formados atrás de ellas nos preguntaron medio entre que tímidas y medio entre que quién sabe qué cosa
- ¿Son pareja?
Marco y yo nos vimos, reímos y de inmediato dimos un rotundo no como respuesta.
- No, él no es gay, yo sí pero él no.
- Ay, qué bien, ¿pero están seguros de que no son gays?
- Él no, yo sí.
- Ay, es que están bien guapos y pues mejor asegurarse que no son gays.
- Ok, por tercera vez, él no es gay, yo sí.
- Es que la otra vez nos gustaron unos muchachos y eran pareja, por eso mejor les preguntamos, ¿seguro que no son gays?
Y me pregunto yo, señores científicos: ¿han considerado la posibilidad de que por mujeres como ellas los hombres nos volvemos gays? Digo, he escuchado de todo al respecto. Un cura en misa dijo que los hombres se vuelven gays por falta de amor en la infancia.
Así, tal cual lo dijo so pena de que me excomulguen si digo mentira. Y el señor cura lo recalcó, “padres, amen a sus hijos, denles mucho amor porque sino después se vuelven homosexuales”… y lo decía con tanta pasión, que en ese mismo momento estuve a punto de salir corriendo de la iglesia para adoptar un niño camboyano (hay que estar a la moda) y darle mucho amor para que no se convirtiera en una torcida, pero a lo único que me limité fue a decirle a mi hermana que me diera un abrazo muy fuerte porque me faltó cariño. Por supuesto que eso lo vio el padre, pero no sé si sólo pensó que mi hermana y yo nos queríamos mucho.
Pero retomemos. El punto es que Marco y yo entramos al congal ese y nos sentamos como grandes señores. Cabe destacar que las señoras quisieron bailar con nosotros, pero Marco no baila y yo soy gay, así que nanais, les dimos el avión.
Ya entrada la madrugada y con harto alcohol encima, Marco tenía a una muchacha en las piernas y yo veía cuál de los chavos me agradaba más, y de pronto, lo vi... ahí sentado en una mesa, solo entre las sombras estaba él. Rico cuerpo, no muy alto, un trasero delicioso y la cara una vil copia de Viggo Mortensen. Me enamoré. Bueno, en realidad me excité y pedí un privado con el muchacho. Que de muchacho, diría Mafalda, tenía un error, pues ya contaba con 34 años.
En el privado puse en acción las manos y el tipo que me apaña, que se va a sentar conmigo y que me empieza a agarrar las piernas y me dice:
- Quiero que te vayas conmigo.
Incrédulo yo por lo que escuché hice la pregunta obligada de la falta de cortesía según las buenas costumbres:
- ¿Qué?
- Quiero que te vayas conmigo.
- ¿A dónde?
- A un hotel, me gustas.
Sin entender me levanté y fui con Marco quien acariciaba a la muchacha y le dije:
- Wey, quiere que me vaya con él.
- Pues vete.
En ese momento entendí de qué se trataba el asunto.
Pido disculpas por ser tan buey, pero venía yo de la santidad del seminario, nunca imaginé que ese tipo me quisiera llevar a un hotel y estaba ya alcoholizado. Iban a ser las 6 am y Marco recordó que debía regresar a su casa. Yo debía hacer lo mismo y él quedó en llevarme, pero a él la muchacha no le dijo que se fuera con ella y él no se lo iba a proponer. Así que acordado el asunto, yo me quedé a esperar a mi encueratriz que respondía al nombre clave streeperezco de Christian.
Christian es de Guadalajara, tiene un cuerpo muy duro y es bastante atractivo. El problema es que nació negado para el ritmo pero se esfuerza en el escenario. Lo conocí no en el Menage, sino en el gimnasio un par de meses atrás en aquella breve incursión que tuve al centro de mamados y prospectos a.
Estaba yo haciendo abdominales cuando él llegó y mamonamente se puso a trabajar. No queriendo perder detalle del tipo, me cambié de aparato para tener mejor visión. Se encontraba en el local otro chico que también notó la grata presencia pero que se negaba a apreciarla por aparente timidez.
Christian se dio cuenta de eso y salió molesto con el chico reclamándole.
- ¿Qué me ves, pinche puto?
El chico bajó la mirada y se fue al piso inferior del gimnasio, Christian definitivamente se fue y yo me quedé con una sonrisa enorme en la boca porque se molestó con el chico siendo que el pinche puto que lo veía, era yo.
Y ahora ahí estaba, esperando al tipo mientras le pagaban las fichas de la noche. Se fue a cambiar de ropa y regresó con un pantalón de mezclilla ajustado, una chamarra negra de piel abierta y sin playera, su mochila en la mano y los lentes obscuros en la otra… Wow, casi me vine.
Subimos a su camioneta y me preguntó qué hotel conocía. Yo no conocía ninguno. En el camino se empezó a sobar el paquete y se bajó el cierre lamentándose por no tener vidrios polarizados. Eran las 6:30 am y la gente pasaba al lado de la camioneta rumbo al trabajo.
Alcoholizado y caliente se me fue el pudor y estuve a punto de abalanzarme sobre aquello que ya empezaba a salir del pantalón, ni siquiera recordaba que ya eran casi las 7 am y mi madre estaría esperando que yo llegara a casa.
Cuando el tipo se dio cuenta que ya me tenía en la mano volteó, me tomó de la mejilla y me dio un beso riquísimo.
- ¿Te dije que te va a costar mil pesos?
- ¿Mande?
- Te va a costar mil pesos, mírame, wey, la neta estoy bien rico, cobro más pero tú me gustas.
“Pero tú me gustas…”. ¿Debía sentirme honrado? No sé. Yo no podía quitarle los ojos de encima y el tipo en verdad me excitaba. Iba a ser mi primera vez, iba a manchar las sábanas con sangre virginal y todo gracias a este streeper.
Las hormonas ayudadas por el alcohol tomaron el dominio de mi ser y aceptaron la oferta. Fuimos al cajero. Entré, metí la tarjeta, tecleé mi nip, “por el momento no podemos atender su transacción”, ¡huevos! Salí y le dije. Fuimos a otro cajero. Mismo procedimiento con los mismos resultados… ¿o el banco se puso en mi contra y no quiere que coja con este tipo o qué está pasando?
Regresé a la camioneta, él se molestó.
- No estoy jugando, wey.
- Yo tampoco, es el banco, no es mi culpa.
- ¿Pues cómo le hacemos?
- No sé. Vamos a otro cajero,
- ¿No traes nada?
- Sesenta pesos.
- Ni para el hotel, yo no voy a pagarlo, wey, de esto vivo, tú lo sabes.
- Sí, pero no es mi culpa, tú me acompañaste y viste.
- Wey, estoy bien caliente y me lates, quiero estar contigo.
- Yo también pero no traigo dinero.
- Vamos a tu casa.
- Ni madres, a mi casa no, están mis papás, vamos a la tuya.
- No me gusta llevar gente a mi casa.
- ¿Cómo le hacemos?
- Mira, tengo tu celular…
No, lo de tengo tu celular no se refiere a tengo tu número, yo te llamo. Él tenía en sus manos mi teléfono.
- Tengo tu celular, se me queda como empeño, cuando tengas el dinero, cogemos y te lo devuelvo
¿Ah? ¡Reacciona imbécil! Es tu celular y estás a punto de cometer una estupidez.
- Bueno, de acuerdo, así le hacemos.
- Te llevo a tu casa.
- Gracias.
Me dejó a un par de cuadras, no quería que viera donde vivo. Llegué a casa a las 9 am y mi madre bajaba las escaleras. Me vio con una cara terrible. Como dice un primo, mi madre dejó de ser mi madre y se convirtió en Carmen Salinas.
- ¿Dónde estabas?
- Me quedé en casa de Marco.
No dijo más y se metió a bañar. No me habló en todo el día. Bueno, sí, dijo un par de cosas pero para reclamarme con indirectas el haber llegado a esa hora.
Acababa de salir del seminario, era mi primera parranda y estuve a punto de perder con un streeper, no era tan mal score. Bueno, en realidad sí perdí con él pero mi celular. De todos modos me sentía bien.
Lo que hace el alcohol, de veras.
Paola me llamó.
- Oye, vamos al Menage.
- ¿Cuándo?
- Kyam quiere que vayamos mañana.
- Bueno, las acompaño.
- Gracias, te quiero.
- Te llamo para quedar, no tengo mi cel, se me olvidó en el teatro.
- Bueno, bye.
A los dos días estaba ahí de nuevo.
Cuando llegamos, Christian hacía su show.
- Vieja, mira, es él.
Le conté a Paola lo sucedido, por supuesto que no todo, faltó la parte del dinero y del celular. Ella lo vio y dijo que estaba guapo. Nos sentamos. Christian pasó a mi lado y me acarició la espalda. Volteé e intercambiamos sonrisas. Estuvimos ahí un rato, ellas debían ir a la escuela así que decidieron nos fuéramos.
Estábamos en eso y fui a despedirme de Christian. Me dio un beso delicioso, me agarró el trasero y me apretó contra su cuerpo.
- ¿Nos vemos hoy?
- Claro.
- Salgo a las 6:30, pasa por mí.
- Ok.
Nos íbamos cuando Noldi me llamó, estaba en el 502. Fui a alcanzarlo y estuve con él. Noldi se fue a las 4 am y yo me quedé esperando que dieran las 6. Un chico se me acercó y me invitó a bailar. Algo debe estar pasando, quizá algún extraño planeta se posicionó quién sabe en dónde y traigo una onda sexosa en mi aura o qué sé yo. A las 5 el chico quería que me fuera con él, pero vale, yo ya tenía planes y el chico no me gustaba.
Salí del 502 y me dirigí al Menage. Al llegar me quedé afuera y Christian llegó otra vez con su pantalón ajustado, chamarra negra de cuero abierta y sin playera, lentes obscuros y mochila. Mismo efecto que el otro día. Subimos a la camioneta y me empezó a comer a besos.
- Me encantas, niño.
- Igual me gustas.
- Bueno, vámonos, ¿traes el dinero?
- Sí.
- ¿A qué hotel vamos?
- No sé, no conozco ninguno.
- ¿Traes para el hotel?
- No.
- Yo no lo voy a pagar.
- Sólo traigo los mil pesos.
- Wey, yo no voy a pagar el hotel, de esto vivo, la neta me encantas pero no abuses.
- ¿Que no abuse?
- Los mil pesos son mi paga, yo no voy a poner el hotel.
- Ya no traigo varo.
- Vamos a que saques.
- No voy a sacar más.
- ¿Cómo le hacemos?
- No sé.
- No estés jugando conmigo, yo estoy puesto y bien caliente, el que está fallando eres tú. ¿A ver los mil pesos?
El imbécil de Paco se los entregó.
- Ok, sí está completo, vamos a hacer esto: ya tengo el dinero, trae lo del hotel y cogemos todo lo que quieras.
- ¿Cómo?
- Neta te la vas a pasar muy bien, te voy a hacer gozar como nadie.
Eso era cierto, nadie me había hecho gozar.
Me llevó a casa y me dejó en el mismo lugar. Me agarró de los hombros y me besó, metió la lengua hasta donde ya no pudo. Debí sentir asco por su lengua dentro de mi boca… fue delicioso.
- Te espero.
- Vale.
Llegué a casa a las 7:30 am. En silencio entré, cual personaje de caricatura me quité los zapatos y entré a mi cuarto. A los cinco minutos la puerta del cuarto de mis padres se abrió y escuché a mi mamá toser. No dijo nada en todo el día respecto a eso. Ok, no se dio cuenta.
En la tarde Edgar se conecta y platicamos un poco. Me desconecto y me quedo sentado en la cama, creo que algo está mal. No es necesario reflexionar demasiado sobre el asunto, en verdad algo está mal y es muy fácil darse cuenta. Estoy haciendo esto porque me hace sentir bien y quiero olvidar a Edgar y sí, vale, acostarme con este tipo y más aún pagando igual y está mal, pero ya pagué y pienso aprovechar la inversión.
Comienzo a no sentirme bien respecto a todo esto. Va a terminar la semana de vacaciones y yo regresaré a dar funciones fuera de la ciudad. O voy hoy a ver a Christian o esto se hará hasta dentro de tres meses que regrese. Llego en la noche al Menage. Christian me ve y no me hace caso, está con una señora y debe hacerse el buga. Me da risa. Me siento y pido una cerveza.
Uno de los chicos se acerca.
- ¿Puedo sentarme?
- Claro, si tienes nalgas.
- ¿Por qué dices eso?
- Olvídalo.
- ¿Me invitas una chela?
- ¿Quién eres para que te invite una chela?
- Perdón, soy Larry.
- Vale.
- ¿Me invitas una chela?
- No.
- ¿Por qué no?
- Porque no quiero.
- ¿Estás molesto?
- No, pero no quiero invitarte una chela.
- ¿Eres el wey de Christian?
- No, no soy el wey de nadie.
¿Seguro?
- Bueno, por acá voy a estar.
- Sale.
- Si se te ofrece algo…
- Sí, gracias.
- Bye.
Voy al baño, Christian se levanta y me intercepta.
- ¿Traes el dinero del hotel?
- Sí.
- Dámelo.
- ¿Mande?
- Dámelo.
- No, yo pago el hotel.
- Dámelo, lo voy a ocupar.
- No te doy nada, el hotel lo pago yo.
- Te lo repongo ahorita.
- No, paso por ti a la salida, debo ir al baño.
- Tú vas a ser mi puto.
- ¿Perdón?
- Eres mi puto.
- Yo no soy puto de nadie.
- Eres mi puto, que te quede muy claro.
Lo dice y me apunta con el dedo. Me doy la vuelta y entro al baño. ¿Qué onda con este tipo? Salgo y me dirijo directo a la puerta. Christian me alcanza.
- ¿Pasas por mí?
- No lo sé.
- ¿Entonces mañana?
- No, ya me voy, regreso a dar funciones, vuelvo a Oaxaca en tres meses.
- ¿Entonces te veo hasta entonces?
- Sí.
- Quiero estar contigo, eres mi puto.
- Nos vemos.
- Acuérdate, eres mi puto.
Salgo y me voy a casa. Todo esto me ha dejado mal, perdí mil pesos, había perdido el celular, perdí un buen cacho de dignidad y lo único que no perdí fue lo virgen. Me siento mal por esto, por Edgar, por lo que pasa en casa entre mis papás, porque no sé si quedaré en la escuela de actuación a la que quiero entrar, porque no sé si realmente podré con esto del teatro, porque por un momento quisiera no ser gay, porque quiero que me vuelvan a besar así, hasta las amígdalas, porque quiero que me tomen de la cintura igual. Me siento mal por muchas cosas.
Regresamos a dar funciones. Despertamos y arreglamos las cosas, llegan por nosotros, subimos todo a la camioneta y camino a desayunar me duermo. Despierto, desayuno y camino a la función me duermo. Llegamos a la escuela a dar función, arreglamos las cosas y en lo que llegan los niños me duermo. Damos función, recogemos todo y en lo que llegan por nosotros me duermo. Camino a comer me duermo. Comemos, de regreso a donde nos hospedamos me duermo. Llegamos y duermo. Despierto para ir a cenar y lo mimo. Así todos los días.
- Oye, Paco, ¿qué onda contigo?
- ¿Eh?
- ¿Qué tienes, estás enfermo?
- ¿Por qué? Estás durmiendo mucho, ¿te cansaron las vacaciones?
- No.
- Pues aguas, maestro, ponte las pilas, tú no eres así.
Cierto, estoy durmiendo demasiado y se llama depresión. En estos días que estoy durmiendo sólo pienso en dos cosas, Edgar y Christian. Nadie quiere comprometerse. Tú eres mi puto. Y tengo mucho sueño.
No, ¡alegría! Debo salir de esto. Tengo tendencia a ser depresivo pero ni madres que me voy a hundir, por pendejo me metí en esto y ahora a ver como salgo.
Por las noches me pongo a correr en la cancha del albergue. El pretexto es prepararme para mi examen del CUT, la verdad es que intento sacar esto que traigo dentro. A las dos semanas vamos a Oaxaca. Estoy tentado por ver a Christian. No, mejor borro su cel y me quito tentaciones.
No lo volví a llamar. No fui al Menage por un rato. Él no me llamó nunca. Al final no supe si eso de me encantas fue pura estrategia para lograr lo que el tipo quería o en verdad le encanté en algún momento.
Cinco meses después de esto lo vi. No le hablé, no sé si me vio. Seguía igual, atractivo, súper bueno… pero no me excitó. Al contrario, le vi un airecillo decadente. Sólo sonreí. ¿Lo bueno de esto? Me gustó estar deprimido, me gustó excitarme así con un hombre, me gustó correr el riesgo, me gustó ver a mi mamá enojada, me gustó comprobar a qué grado de imbecilidad puedo llegar.
Sí, señor juez, me arrepiento de haberlo hecho, pero al mismo tiempo no. Fue cosa de una semana pero es memorable. No, no lo volveré a hacer, lo prometo. O bueno, no sé.
Si un clavo saca a otro clavo, quizá un streeper saque a otro.
CHRISTIAN
Un eslabón más de mi escalera camino a convertirme en una jota hecha y derecha (entiéndase que es sarcasmo, no soy chica Cabaré-tito, no muevo las caderas al caminar, no me maquillo ni me visto de mujer, no me considero un espíritu femenino encarcelado en un cuerpo masculino, simplemente me burlo de mi condición precaria homosexual), y regresando, un eslabón más fueron esos muchachos tan chulos ellos que les da por encuerarse para deleite de las pupilas morbosas.
Para colmo yo tengo dos pupilas bien morbosas y ande pues, tuve mi encuentro cercano del tercer tipo con esos muchachotes.
Entran en esta parte de la historia mi harem: las crisolas.
Las crisolas son un grupo de mujeres locas y pachecas, amorosas y bien buenas que hacen teatro en la ciudad de Oaxaca en un grupo llamado Crisol, al cual orgullosamente pertenezco. Al inicio fui uno más en el grupo y para ellas mi importancia era mínima, pero como me creí eso de que soy un niño lindísimo, pronto me las gané con mi derroche de carisma y hasta ahora tenemos una relación de las más hermosas que me puedan pasar. En ese momento las Crisolas eran Fabiola, Leila, Ara y Úrsula. Y gracias a ellas me introduje en el vicio de los congales.
Una tarde, después de un ensayo, estaba en el camerino con la tía Piula. No sé qué le dio a la vieja que sin más ni más me abordó con la pregunta:
- ¿Paco, eres gay?
¡Huevos! ¿Qué madres respondo? Salvo Paola, nadie más que no sea gay sabe esto. ¿Qué se responde?
- Sí, soy gay.
- Ah, bueno.
- ¿Por?
- Nada, sólo quería preguntar.
¿Y ahora resulta que por el pinche morbo de esta vieja he debido salir del clóset? Bueno, no importa, es algo que le agradeceré eternamente a la Ula, mi oportunidad de decir por primera vez: Sí, soy gay.
El caso es que con esta información, inmediatamente organizó una ida al “numerejo” y después al Menage a ver encueratrices junto con las otras crisolas.
Sí, señor juez, lo confieso, ellas me llevaron por primera vez a esos lugares. El primero de todos fue el Menage. Entramos, ellas con la excitación por delante y confieso que sí, yo también iba un poco excitado pero la verdad es que también tenía pena.
Entramos.
Mesitas de madera y sillitas chiquitas. Pensé que en el lugar no discriminaban a los enanos y por ello el tamaño del mobiliario, pero conforme pasó la noche entendí que no, que no era por los enanos sino para que cuando los muchachos te bailen en tu mesa, el paquete les quede a la altura de tu cara y se ponga candente la cosa. Me gustó.
Conocí a Alex, un tipo de Hermosillo en verdad hermosillo, alto, guapo, moreno claro, en ese entonces delgado y me encantó. Le dije que era escritor de teatro y que estaba haciendo un texto sobre los encueratrices así que buscaba información. Él estuvo flojito y cooperando y me contó su vida, después fuimos a un privado para que la investigación fuera más clara y ahí de plano mi espíritu científico llegó al paroxismo. Total que me envicié en el asunto y es la fecha que no he escrito el texto sobre los encueratrices.
Por ese tiempo platiqué con mi amigo Marco, le conté lo emocionado que estaba respecto a enamorarme y para colmo de un tipo que se llama Edgar. Marco me dio un abrazo y me dijo que se sentía muy bien por mí. Todo siguió normal salvo la confesión de amor a Edgar y la decepción posterior acompañada de una pequeña depresión. Marco y yo nos encontramos en Oaxaca y quedamos en salir. Después de vagar un rato decidimos ir a tomar unas chelas en La Habana, lugar de perdición donde las muchachas se quitan la ropa y te embarran las bubis en la cara.
Lo curioso es que me gusta ir a esos lugares, a veces hay chicas muy acrobáticas que hacen cosas jocosas en el tubo y en ocasiones corres con la suerte de que a la chica se le vaya el avión y en un momento de desconcentrancia, se resbale justo cuando está colgada de cabeza y vaya a trapear el piso con el cabello, ganando por ello un lindo chichón que disimulan después con un peinado alto.
Total que fui con Marco a ver a las muchachas estas para quitarme la depresión de Edgar, pero el otro después de unas dos horas, recordó que las chicas no eran una de mis prioridades, así que diciendo sentirse mal porque yo no estaba disfrutando, dijo que mejor nos fuéramos.
La verdad es que yo sí estaba disfrutando pero accedí de buen modo a retirarnos. Me preguntó que qué hacíamos y le dije que bueno, si él quería seguir viendo chicas y yo quería ver chicos, pues fuéramos al Menage donde había de ambos y hacia allá nos dirigimos.
Al llegar, un par de chicas entraba. Bueno, decir que eran un par de chicas es hacerles un favor así que corrijo: dos señoras estaban entrando al lugar y al vernos formados atrás de ellas nos preguntaron medio entre que tímidas y medio entre que quién sabe qué cosa
- ¿Son pareja?
Marco y yo nos vimos, reímos y de inmediato dimos un rotundo no como respuesta.
- No, él no es gay, yo sí pero él no.
- Ay, qué bien, ¿pero están seguros de que no son gays?
- Él no, yo sí.
- Ay, es que están bien guapos y pues mejor asegurarse que no son gays.
- Ok, por tercera vez, él no es gay, yo sí.
- Es que la otra vez nos gustaron unos muchachos y eran pareja, por eso mejor les preguntamos, ¿seguro que no son gays?
Y me pregunto yo, señores científicos: ¿han considerado la posibilidad de que por mujeres como ellas los hombres nos volvemos gays? Digo, he escuchado de todo al respecto. Un cura en misa dijo que los hombres se vuelven gays por falta de amor en la infancia.
Así, tal cual lo dijo so pena de que me excomulguen si digo mentira. Y el señor cura lo recalcó, “padres, amen a sus hijos, denles mucho amor porque sino después se vuelven homosexuales”… y lo decía con tanta pasión, que en ese mismo momento estuve a punto de salir corriendo de la iglesia para adoptar un niño camboyano (hay que estar a la moda) y darle mucho amor para que no se convirtiera en una torcida, pero a lo único que me limité fue a decirle a mi hermana que me diera un abrazo muy fuerte porque me faltó cariño. Por supuesto que eso lo vio el padre, pero no sé si sólo pensó que mi hermana y yo nos queríamos mucho.
Pero retomemos. El punto es que Marco y yo entramos al congal ese y nos sentamos como grandes señores. Cabe destacar que las señoras quisieron bailar con nosotros, pero Marco no baila y yo soy gay, así que nanais, les dimos el avión.
Ya entrada la madrugada y con harto alcohol encima, Marco tenía a una muchacha en las piernas y yo veía cuál de los chavos me agradaba más, y de pronto, lo vi... ahí sentado en una mesa, solo entre las sombras estaba él. Rico cuerpo, no muy alto, un trasero delicioso y la cara una vil copia de Viggo Mortensen. Me enamoré. Bueno, en realidad me excité y pedí un privado con el muchacho. Que de muchacho, diría Mafalda, tenía un error, pues ya contaba con 34 años.
En el privado puse en acción las manos y el tipo que me apaña, que se va a sentar conmigo y que me empieza a agarrar las piernas y me dice:
- Quiero que te vayas conmigo.
Incrédulo yo por lo que escuché hice la pregunta obligada de la falta de cortesía según las buenas costumbres:
- ¿Qué?
- Quiero que te vayas conmigo.
- ¿A dónde?
- A un hotel, me gustas.
Sin entender me levanté y fui con Marco quien acariciaba a la muchacha y le dije:
- Wey, quiere que me vaya con él.
- Pues vete.
En ese momento entendí de qué se trataba el asunto.
Pido disculpas por ser tan buey, pero venía yo de la santidad del seminario, nunca imaginé que ese tipo me quisiera llevar a un hotel y estaba ya alcoholizado. Iban a ser las 6 am y Marco recordó que debía regresar a su casa. Yo debía hacer lo mismo y él quedó en llevarme, pero a él la muchacha no le dijo que se fuera con ella y él no se lo iba a proponer. Así que acordado el asunto, yo me quedé a esperar a mi encueratriz que respondía al nombre clave streeperezco de Christian.
Christian es de Guadalajara, tiene un cuerpo muy duro y es bastante atractivo. El problema es que nació negado para el ritmo pero se esfuerza en el escenario. Lo conocí no en el Menage, sino en el gimnasio un par de meses atrás en aquella breve incursión que tuve al centro de mamados y prospectos a.
Estaba yo haciendo abdominales cuando él llegó y mamonamente se puso a trabajar. No queriendo perder detalle del tipo, me cambié de aparato para tener mejor visión. Se encontraba en el local otro chico que también notó la grata presencia pero que se negaba a apreciarla por aparente timidez.
Christian se dio cuenta de eso y salió molesto con el chico reclamándole.
- ¿Qué me ves, pinche puto?
El chico bajó la mirada y se fue al piso inferior del gimnasio, Christian definitivamente se fue y yo me quedé con una sonrisa enorme en la boca porque se molestó con el chico siendo que el pinche puto que lo veía, era yo.
Y ahora ahí estaba, esperando al tipo mientras le pagaban las fichas de la noche. Se fue a cambiar de ropa y regresó con un pantalón de mezclilla ajustado, una chamarra negra de piel abierta y sin playera, su mochila en la mano y los lentes obscuros en la otra… Wow, casi me vine.
Subimos a su camioneta y me preguntó qué hotel conocía. Yo no conocía ninguno. En el camino se empezó a sobar el paquete y se bajó el cierre lamentándose por no tener vidrios polarizados. Eran las 6:30 am y la gente pasaba al lado de la camioneta rumbo al trabajo.
Alcoholizado y caliente se me fue el pudor y estuve a punto de abalanzarme sobre aquello que ya empezaba a salir del pantalón, ni siquiera recordaba que ya eran casi las 7 am y mi madre estaría esperando que yo llegara a casa.
Cuando el tipo se dio cuenta que ya me tenía en la mano volteó, me tomó de la mejilla y me dio un beso riquísimo.
- ¿Te dije que te va a costar mil pesos?
- ¿Mande?
- Te va a costar mil pesos, mírame, wey, la neta estoy bien rico, cobro más pero tú me gustas.
“Pero tú me gustas…”. ¿Debía sentirme honrado? No sé. Yo no podía quitarle los ojos de encima y el tipo en verdad me excitaba. Iba a ser mi primera vez, iba a manchar las sábanas con sangre virginal y todo gracias a este streeper.
Las hormonas ayudadas por el alcohol tomaron el dominio de mi ser y aceptaron la oferta. Fuimos al cajero. Entré, metí la tarjeta, tecleé mi nip, “por el momento no podemos atender su transacción”, ¡huevos! Salí y le dije. Fuimos a otro cajero. Mismo procedimiento con los mismos resultados… ¿o el banco se puso en mi contra y no quiere que coja con este tipo o qué está pasando?
Regresé a la camioneta, él se molestó.
- No estoy jugando, wey.
- Yo tampoco, es el banco, no es mi culpa.
- ¿Pues cómo le hacemos?
- No sé. Vamos a otro cajero,
- ¿No traes nada?
- Sesenta pesos.
- Ni para el hotel, yo no voy a pagarlo, wey, de esto vivo, tú lo sabes.
- Sí, pero no es mi culpa, tú me acompañaste y viste.
- Wey, estoy bien caliente y me lates, quiero estar contigo.
- Yo también pero no traigo dinero.
- Vamos a tu casa.
- Ni madres, a mi casa no, están mis papás, vamos a la tuya.
- No me gusta llevar gente a mi casa.
- ¿Cómo le hacemos?
- Mira, tengo tu celular…
No, lo de tengo tu celular no se refiere a tengo tu número, yo te llamo. Él tenía en sus manos mi teléfono.
- Tengo tu celular, se me queda como empeño, cuando tengas el dinero, cogemos y te lo devuelvo
¿Ah? ¡Reacciona imbécil! Es tu celular y estás a punto de cometer una estupidez.
- Bueno, de acuerdo, así le hacemos.
- Te llevo a tu casa.
- Gracias.
Me dejó a un par de cuadras, no quería que viera donde vivo. Llegué a casa a las 9 am y mi madre bajaba las escaleras. Me vio con una cara terrible. Como dice un primo, mi madre dejó de ser mi madre y se convirtió en Carmen Salinas.
- ¿Dónde estabas?
- Me quedé en casa de Marco.
No dijo más y se metió a bañar. No me habló en todo el día. Bueno, sí, dijo un par de cosas pero para reclamarme con indirectas el haber llegado a esa hora.
Acababa de salir del seminario, era mi primera parranda y estuve a punto de perder con un streeper, no era tan mal score. Bueno, en realidad sí perdí con él pero mi celular. De todos modos me sentía bien.
Lo que hace el alcohol, de veras.
Paola me llamó.
- Oye, vamos al Menage.
- ¿Cuándo?
- Kyam quiere que vayamos mañana.
- Bueno, las acompaño.
- Gracias, te quiero.
- Te llamo para quedar, no tengo mi cel, se me olvidó en el teatro.
- Bueno, bye.
A los dos días estaba ahí de nuevo.
Cuando llegamos, Christian hacía su show.
- Vieja, mira, es él.
Le conté a Paola lo sucedido, por supuesto que no todo, faltó la parte del dinero y del celular. Ella lo vio y dijo que estaba guapo. Nos sentamos. Christian pasó a mi lado y me acarició la espalda. Volteé e intercambiamos sonrisas. Estuvimos ahí un rato, ellas debían ir a la escuela así que decidieron nos fuéramos.
Estábamos en eso y fui a despedirme de Christian. Me dio un beso delicioso, me agarró el trasero y me apretó contra su cuerpo.
- ¿Nos vemos hoy?
- Claro.
- Salgo a las 6:30, pasa por mí.
- Ok.
Nos íbamos cuando Noldi me llamó, estaba en el 502. Fui a alcanzarlo y estuve con él. Noldi se fue a las 4 am y yo me quedé esperando que dieran las 6. Un chico se me acercó y me invitó a bailar. Algo debe estar pasando, quizá algún extraño planeta se posicionó quién sabe en dónde y traigo una onda sexosa en mi aura o qué sé yo. A las 5 el chico quería que me fuera con él, pero vale, yo ya tenía planes y el chico no me gustaba.
Salí del 502 y me dirigí al Menage. Al llegar me quedé afuera y Christian llegó otra vez con su pantalón ajustado, chamarra negra de cuero abierta y sin playera, lentes obscuros y mochila. Mismo efecto que el otro día. Subimos a la camioneta y me empezó a comer a besos.
- Me encantas, niño.
- Igual me gustas.
- Bueno, vámonos, ¿traes el dinero?
- Sí.
- ¿A qué hotel vamos?
- No sé, no conozco ninguno.
- ¿Traes para el hotel?
- No.
- Yo no lo voy a pagar.
- Sólo traigo los mil pesos.
- Wey, yo no voy a pagar el hotel, de esto vivo, la neta me encantas pero no abuses.
- ¿Que no abuse?
- Los mil pesos son mi paga, yo no voy a poner el hotel.
- Ya no traigo varo.
- Vamos a que saques.
- No voy a sacar más.
- ¿Cómo le hacemos?
- No sé.
- No estés jugando conmigo, yo estoy puesto y bien caliente, el que está fallando eres tú. ¿A ver los mil pesos?
El imbécil de Paco se los entregó.
- Ok, sí está completo, vamos a hacer esto: ya tengo el dinero, trae lo del hotel y cogemos todo lo que quieras.
- ¿Cómo?
- Neta te la vas a pasar muy bien, te voy a hacer gozar como nadie.
Eso era cierto, nadie me había hecho gozar.
Me llevó a casa y me dejó en el mismo lugar. Me agarró de los hombros y me besó, metió la lengua hasta donde ya no pudo. Debí sentir asco por su lengua dentro de mi boca… fue delicioso.
- Te espero.
- Vale.
Llegué a casa a las 7:30 am. En silencio entré, cual personaje de caricatura me quité los zapatos y entré a mi cuarto. A los cinco minutos la puerta del cuarto de mis padres se abrió y escuché a mi mamá toser. No dijo nada en todo el día respecto a eso. Ok, no se dio cuenta.
En la tarde Edgar se conecta y platicamos un poco. Me desconecto y me quedo sentado en la cama, creo que algo está mal. No es necesario reflexionar demasiado sobre el asunto, en verdad algo está mal y es muy fácil darse cuenta. Estoy haciendo esto porque me hace sentir bien y quiero olvidar a Edgar y sí, vale, acostarme con este tipo y más aún pagando igual y está mal, pero ya pagué y pienso aprovechar la inversión.
Comienzo a no sentirme bien respecto a todo esto. Va a terminar la semana de vacaciones y yo regresaré a dar funciones fuera de la ciudad. O voy hoy a ver a Christian o esto se hará hasta dentro de tres meses que regrese. Llego en la noche al Menage. Christian me ve y no me hace caso, está con una señora y debe hacerse el buga. Me da risa. Me siento y pido una cerveza.
Uno de los chicos se acerca.
- ¿Puedo sentarme?
- Claro, si tienes nalgas.
- ¿Por qué dices eso?
- Olvídalo.
- ¿Me invitas una chela?
- ¿Quién eres para que te invite una chela?
- Perdón, soy Larry.
- Vale.
- ¿Me invitas una chela?
- No.
- ¿Por qué no?
- Porque no quiero.
- ¿Estás molesto?
- No, pero no quiero invitarte una chela.
- ¿Eres el wey de Christian?
- No, no soy el wey de nadie.
¿Seguro?
- Bueno, por acá voy a estar.
- Sale.
- Si se te ofrece algo…
- Sí, gracias.
- Bye.
Voy al baño, Christian se levanta y me intercepta.
- ¿Traes el dinero del hotel?
- Sí.
- Dámelo.
- ¿Mande?
- Dámelo.
- No, yo pago el hotel.
- Dámelo, lo voy a ocupar.
- No te doy nada, el hotel lo pago yo.
- Te lo repongo ahorita.
- No, paso por ti a la salida, debo ir al baño.
- Tú vas a ser mi puto.
- ¿Perdón?
- Eres mi puto.
- Yo no soy puto de nadie.
- Eres mi puto, que te quede muy claro.
Lo dice y me apunta con el dedo. Me doy la vuelta y entro al baño. ¿Qué onda con este tipo? Salgo y me dirijo directo a la puerta. Christian me alcanza.
- ¿Pasas por mí?
- No lo sé.
- ¿Entonces mañana?
- No, ya me voy, regreso a dar funciones, vuelvo a Oaxaca en tres meses.
- ¿Entonces te veo hasta entonces?
- Sí.
- Quiero estar contigo, eres mi puto.
- Nos vemos.
- Acuérdate, eres mi puto.
Salgo y me voy a casa. Todo esto me ha dejado mal, perdí mil pesos, había perdido el celular, perdí un buen cacho de dignidad y lo único que no perdí fue lo virgen. Me siento mal por esto, por Edgar, por lo que pasa en casa entre mis papás, porque no sé si quedaré en la escuela de actuación a la que quiero entrar, porque no sé si realmente podré con esto del teatro, porque por un momento quisiera no ser gay, porque quiero que me vuelvan a besar así, hasta las amígdalas, porque quiero que me tomen de la cintura igual. Me siento mal por muchas cosas.
Regresamos a dar funciones. Despertamos y arreglamos las cosas, llegan por nosotros, subimos todo a la camioneta y camino a desayunar me duermo. Despierto, desayuno y camino a la función me duermo. Llegamos a la escuela a dar función, arreglamos las cosas y en lo que llegan los niños me duermo. Damos función, recogemos todo y en lo que llegan por nosotros me duermo. Camino a comer me duermo. Comemos, de regreso a donde nos hospedamos me duermo. Llegamos y duermo. Despierto para ir a cenar y lo mimo. Así todos los días.
- Oye, Paco, ¿qué onda contigo?
- ¿Eh?
- ¿Qué tienes, estás enfermo?
- ¿Por qué? Estás durmiendo mucho, ¿te cansaron las vacaciones?
- No.
- Pues aguas, maestro, ponte las pilas, tú no eres así.
Cierto, estoy durmiendo demasiado y se llama depresión. En estos días que estoy durmiendo sólo pienso en dos cosas, Edgar y Christian. Nadie quiere comprometerse. Tú eres mi puto. Y tengo mucho sueño.
No, ¡alegría! Debo salir de esto. Tengo tendencia a ser depresivo pero ni madres que me voy a hundir, por pendejo me metí en esto y ahora a ver como salgo.
Por las noches me pongo a correr en la cancha del albergue. El pretexto es prepararme para mi examen del CUT, la verdad es que intento sacar esto que traigo dentro. A las dos semanas vamos a Oaxaca. Estoy tentado por ver a Christian. No, mejor borro su cel y me quito tentaciones.
No lo volví a llamar. No fui al Menage por un rato. Él no me llamó nunca. Al final no supe si eso de me encantas fue pura estrategia para lograr lo que el tipo quería o en verdad le encanté en algún momento.
Cinco meses después de esto lo vi. No le hablé, no sé si me vio. Seguía igual, atractivo, súper bueno… pero no me excitó. Al contrario, le vi un airecillo decadente. Sólo sonreí. ¿Lo bueno de esto? Me gustó estar deprimido, me gustó excitarme así con un hombre, me gustó correr el riesgo, me gustó ver a mi mamá enojada, me gustó comprobar a qué grado de imbecilidad puedo llegar.
Sí, señor juez, me arrepiento de haberlo hecho, pero al mismo tiempo no. Fue cosa de una semana pero es memorable. No, no lo volveré a hacer, lo prometo. O bueno, no sé.
Si un clavo saca a otro clavo, quizá un streeper saque a otro.