SUMMERTIME

A Mario Urani



Ahora: Dormir. De unos días acá, nada. Quiero dormir abrazado. Solo en casa. Esta noche, nadie. Quiero dormir abrazado. Nadie. No dormir. Tres días. Tres de la semana. Tres semanas. Hace tres meses. Tres de tres, insomne. La cábala. Voy a dejarme las uñas largas. Rascarte la espalda: antojos de embarazada.

Recuerdo: Tu piel en mis uñas. Padrastros. Los muerdo y como. Algo de ti en mí. Yo abajo y tú arriba. Al fondo. Una telaraña me saluda en lo alto de tu casa. Me mira tambaleante. Ella, no yo. Ella tambaleante. Se mueve al saludarme. ¿O el aire la mueve? ¿Me saluda? Mejor me voy. No soporto esta alegría. Mirar tu cara. La verruga en el cuello. Tus lunares. La curva del glúteo. Ojos azules. El cabello rubio y rizado. El pelo de la nariz. Se mueve al exhalar. El pelo se mueve. ¿O la telaraña en lo alto? ¿Algo se mueve? ¿Algo en mí? ¿En ti? Tus ojos cerrados. Pilas de discos. Pilas de libros. Te beso y ella canta Summertime.

Ahora: Él habla. Las piernas cruzadas. Ceñir a los demás. Frentes de conflicto. Escribo. Él entra. El master. Traductor mexicano, me dice. Regala libros. Dos chistes. Tres chistes. Marcha. Seguimos. Delante de éste no se puede hablar.

Nuevo ahora: Piernas cruzadas sigue. Habla. Habla. Habla. No para. Lo miro coqueto, sonrío.

Otro ahora: Té con medialunas. Y seguimos. Y yo, nada. Escribo. Y nada. No se puede decir nada. O sí. Una cosa. Que quiero verte. Otra vez. Una vez más. Al menos.

Después: